miércoles, 15 mayo 2024
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De elecciones primarias y pócimas libertarias

Las operaciones políticas en momentos de mayor oscuridad tienen las particularidades de llegar a potenciar “chispas” renovadoras, movilizaciones de conciencias, surgimiento o confirmación de tendencias que no parecían tales.

@OttoJansen

Esta semana que culmina, la Plataforma Unitaria, un mecanismo con el objetivo de recomponer la organización de sectores opositores y de resistencia democrática en el país, luego de los innumerables traspiés que conocen los venezolanos, anunció acuerdos para la realización de elecciones primarias, a los fines de escoger un candidato unitario que habría de enfrentar al régimen en elecciones nacionales salidas de los acuerdos de México, que por noticias de encuentros preparatorios desde la usurpación, equipo de negociación democrática y señales provenientes del Gobierno estadounidense en los últimos días, está por reanudarse.

La noticia, como puede suponerse, tuvo un impacto limitado en la opinión pública. Se trata de un nuevo comienzo para un conglomerado de expresiones en las que continúan diferencias sustanciales; ruta, además, con pasos operativos a implementar obligados a otorgarle confianza a la ciudadanía escéptica, continuando al mismo tiempo con las permanentes amenazas impulsadas por los activos grupos de intereses políticos y económicos. Se puede considerar sobre el significado de este anuncio para el estado Bolívar que hay una especie de lenguaje “chino”, sin ayuda para traducir a las mayorías, sin relevancia en quienes se suponen integran la plataforma política en la región. Sin embargo -hay que destacar-, nadie puede estar tentado a equivocarse con la percepción popular a estos enrevesados mecanismos de la política, que persiguen la búsqueda (ojalá sea así) de potenciar fortalezas o despejar el liderazgo democrático que sea capaz de encender convicciones ante el panorama terrible de quiebra económica, distorsiones sociales, ausencia de instituciones, por la exclusiva responsabilidad del proceso revolucionario, en el territorio guayanés.

Las operaciones políticas en momentos de mayor oscuridad tienen las particularidades de llegar a potenciar “chispas” renovadoras, movilizaciones de conciencias, surgimiento o confirmación de tendencias que no parecían tales. Es lección de los ciclos políticos de las sociedades, solo que en nuestro país y en Guayana específicamente, los últimos procesos nacionales y regionales, las erráticas y titubeantes estrategias de los partidos opositores, no han dejado “llagas” asociadas al conservadurismo y la inercia. De imponer en primeras líneas del combate por la recuperación del orden constitucional, a comerciantes de la política, perfectos desinteresados del bienestar común, enfocados más en sus negocios particulares o grupales. Los últimos eventos políticos en Bolívar, que supusieron una gigantesca voluntad de transformación por parte de la gente, evidenciaron a organizaciones políticas secuestradas por el gobierno y tristemente acobardadas en el pensamiento y coraje civilista. Es lo que se cuece en esta región, donde la visión corta, contribuye con los históricos piratas de la sabana, devenidos en bandoleros de la corrupción bolivariana de la Guayana extensa.

¡Llueve y es tarde! 

Las elecciones primarias serán un avance para la reunificación, seguramente, de los factores opositores y del espacio de la resistencia empeñada en no ceder a la pérdida del hilo constitucional. Ahora eso no convierte a estos comicios, per se, en la panacea a los duros problemas sociales, ratificando, sea cual sea su resultado, el desafío de romper el modelo chavista su propósito de seguir avanzando en el Estado comunal con el cálculo totalitario.

En este punto vale la pena hacer las consideraciones que involucran a una región como el estado Bolívar en la actual coyuntura de redefiniciones, pero también de grandes peligros para el ejercicio democrático moderno, que es el objetivo pendiente de la sociedad venezolana. Hay que decir que el proceso de negociaciones en suelo azteca puede perfectamente desembocar en arreglos que proporcionando mínimas condiciones favorables momentáneas a los derechos y políticos humanos no avance en cambios de estructuras que el proyecto revolucionario ha ido consolidando durante estos 22 años. Significa ese escenario que queden sin soluciones de fondo las bases autoritarias y el control institucional en desmedro de los ciudadanos, tal como hoy están las cosas. Por otra parte es posible que la visión colaboracionista se imponga en esas elecciones de base (cosa que hasta el día de hoy parece improbable) o la posición ortodoxa de los partidos, cuya mira no pasa de labrar acuerdos con el régimen para el reparto, aunque sea menor, de cargos y puestos en las instituciones manejadas por el socialismo del siglo XXI.

De allí que el papel de la sociedad, en nuestro caso del estado Bolívar que reclama transformaciones y que ha venido aprendiendo la dura lección de atajar caprichos e inconciencias sobre las funciones y roles de los gobernantes y la incondicionalidad con las dirigencias y organizaciones políticas del color que sean (punto reconocido por tirios y troyanos). Su labor será construir una verdadera alternativa de compromiso cívico y de amplio espectro democrático. Las elecciones primarias deben servir para estructurar esa fórmula política que se distinga de las desprestigiadas organizaciones políticas de la región -formula que en el presente instante no se observa- para acompañar al candidato electo en primarias en la confrontación con el régimen, reivindicando la prioridad del estado de derecho, la democracia y libertad. Derrotar el primitivo planteamiento de control social y político chavista y el ejercicio burocrático y sin esencia participativa del viejo partidismo, que nadie en las mayorías guayanesas tiene en su mente para el porvenir. ¡Llueve y es tarde! Que escampe, entonces.