
Las problemáticas se entrecruzan, estableciendo el horror para el recurso natural y la presencia humana. Las soluciones no serán fáciles pero lo inmediato es la conciencia y determinación, el trámite obligado de enfrentar los tentáculos de la ilegalidad y criminalidad.
Por eso los esfuerzos de la sociedad hacia la creación, de elaboración de pensamiento; de formación del recurso joven tienen, también, que contar con mecanismos de salvaguarda y de reforzamiento moral que protejan su proyección y sanidad.
De allí que la conclusión es que nunca como ahora un plan de gobierno local estructurado y coherente hacia el funcionamiento y los cambios reclamados por las comunidades se encuentra atado o sujeto a la propuesta política nacional.
La calidad del pensamiento, la creación de orientaciones y desarrollo de ideas novedosas, frente al cerco revolucionario, son tan imprescindibles como la estrategia de acciones y tareas.
La fortaleza de los venezolanos hoy es la perseverancia en la lucha cívica, con cuidado, sin riesgos innecesarios, ya que es la sabia de la procesión subterránea de un pueblo que conquistará respeto, libertad y democracia.
Sobre lo acontecido con las legislativas y regionales, los detalles de la mentira oficial se cuelan a la vista colectiva y el cinismo hace gala de su reinado “formal”, encarcelando y desapareciendo, a la vez, ciudadanos inocentes.
Existe allí, mucho de aldeanismo, de los personajes de la Venezuela gomecista, que nos proporciona don Rómulo Gallegos. No hay aspiración y coraje por hacer valer la civilidad ante la barbarie.
La elección de León XIV ha reflejado la atención que el sentimiento mundial tiene por los avances o retrocesos de la humanidad. Al involucrar a los pueblos de norteamérica y América hispana ofrece un espacio para pensar en la casualidad, causalidad o en el mandato divino.
Los venezolanos encuentran todos los días los modos de enfrentar las dificultades, lo que les permite un estoicismo que no tiene nada que ver con el drama o el romanticismo. Enfrentan un régimen que les quita los derechos y les miente.
La decodificación de la verdad fraudulenta, por lo tanto, está en manos de los guayaneses. Esta hora sin identidad de la región solo podrá ser superada por una transformación desde sus raíces. Eso se sabe.