La mayor debilidad que tiene el poder (sic) y su entorno cercano, con el sumado de los numerosos apoderados conformados por milicias, motorizados, colectivos, espías o jefes de calle en los populosos barrios donde impera la ignorancia a posta impuesta por la narrativa vaselinosa, embustera y adulante de los que pretenden controlar la independencia del pueblo, es la falta de la educación natural ambiental en la que crecieron y se desarrollaron negativamente. Desde luego, esta autocracia tiene otros tintes importados y autóctonos perfeccionados a lo larguísimo de veinticinco años, cinco lustros, dos décadas y media, nada menos; se dice fácil y rápido, pero se siente pesado y eterno.
La realidad del régimen está en las penumbras, en el limbo, pero muy cercano al infierno ya que el santo lo tienen de espalda, o volteado, porque los tiempos recientes no han sido muy soleados. La tormenta comenzó en un octubre de ingrata sorpresa inesperada cuando una enorme cantidad de voluntades populares decidieron investir a su representante indiscutible a las elecciones por la presidencia de una auténtica república. En la actualidad, no es ni una ni otra.
El cálculo fallido de los creídos manipuladores asesores presidenciales era no darle importancia a las primarias opositoras porque fracasarían por falta de entusiasmo. Pifia grande. La segunda gaffe inmediata fue la distracción del referéndum malintencionado y casi muerto al nacer. La misma autoría y el mismo fiasco. De ahí en adelante, todo en bajada desenfrenada.
Botaron del país a la ONU, desaparecieron de manera forzosa a un ingeniero que tuvo el atrevimiento de fotografiar al colombiano ique (sic) diplomático nuestro, desaparecieron de igual forma a tres directores del partido de la candidata de Venezuela a la presidencia, desaparecieron a un personaje conocido como defensora de derechos humanos, atacaron a la candidata citada en una de sus giras, pusieron a tres picapleitos a solicitar ante el Supremo de Injusticia a que le prohibieran ser la candidata de oposición y hacer giras, secuestraron y evaporaron a dos militares en el exterior. En fin, total descontrol; o quizás, no. Puede ser la implementación de recursos desesperados al estar seguros de su destino próximo e inexorable.
El motivo de las reacciones oficialistas desaforadas ya poco causa preocupación o temor en la colectividad. Al contrario, se han percatado de una caducidad en ciernes para estos creyentes de la perpetuidad en el manejo, administración y usufructo de los recursos de la nación.
En verdad que el régimen se ha descontrolado y ha perdido la cordura; el talante pseudodemocrático se ha difuminado con el aumento del desbalance hormonal y desentona de su habitual habilidad para distorsionar lo que todos enfocamos con nitidez. La gente ha dejado de comer cuentos de toda clase y se ha ido embraveciendo sin timidez, al punto de desafiar a los que fungen como autoridades en los distintos lugares donde se hacen actividades políticas y lograr cumplir con lo propuesto por ellos y sus dirigentes. No se amilanan para realizar sus intenciones, así como tampoco dejan de expresar opiniones contrarias al gobierno y sus secuaces, a los cuales insultan y desenmascaran sin pudor o miedo. No obstante, hay algunos querubines que se han asociado para tratar de enmendar la plana al noventa y tanto por ciento del pueblo votante que está claro, para desestimularlos con una propuesta absurda e inaceptable de correr la arruga hasta el 2030 ya que las circunstancias actuales no son propicias. En seis años estaríamos peor que los habitantes de la isla de la fantasía regentada por los herederos del barbudo demoníaco.
En la falta de respeto a los jerarcas y a los enchufados se nota que el pueblo se ha deslastrado de cortapisas y prudencias para acusar y señalar las deficiencias y marramuncias que se perpetran en contra de nacionales e internacionales con desfachatez y sorna. Se nota en los hilos; probable es que por eso el afán de reglamentar las voces y las reflexiones expresadas.
Aunado a la falta de apoyo en todos los sectores productivos y gremiales y a la pérdida de las masas populares, representada por más de dos millones de pobladores en los barrios, el poder se enfrenta a la organización de casi un millón de personas distribuida en comanditos espontáneos repartidos en todas las localidades, pueblos y ciudades para cuidar los votos opositores verdaderos. Todo sin pusilanimidad ni pánico. Eso no lo para ningún siquiatra histérico ni tinterilla arribista. Por eso es el atajaperros que han puesto en operación.