Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes. Cicerón.
Hay que dejar que el adversario se equivoque. Sin ninguna duda la candidata de Venezuela, perfectamente definida con el respaldo del noventa y pico por ciento de electores de la nación, ha usado esa estrategia sencilla pero efectiva.
Sin discusión, la autocracia imperante ha errado todas sus decisiones recientes, lo cual no exime que siempre lo han hecho por costumbre.
Por altaneros y desdeñosos ignoraron la gran primaria que probó el rechazo ganado ante el pueblo durante lustros por el comportamiento y accionar engañoso y entreguista a intereses foráneos. Les salió el respondón de la cuadra a mostrar la voluntad mayoritaria de cambiar el tercio y al tercio.
Para enmendar la plana y distraer al público, urdieron un tal referéndum para levantar la pasión patriótica y dirigirla hacia problemas olvidados. De nuevo pelaron el gajo. El que tuvo ambas brillantes ideas traducidas en consejos debe dejar los opioides.
Como consecuencia de los tremendos fracasos iniciaron una suerte de agresiones que denominaron furia bolivariana, la cual resulta inmanejable sin exponerse al escrutinio de tirios y troyanos; y desde luego desató una condena generalizada contra todas las actuaciones de la trastornada cúpula oficial y sus adlateres. Obcecados aún más y con el odio por estandarte desatan una persecución contra los llamados por ellos terroristas y magnicidas bajo sospecha -en todo caso minicidas- con fin de prisión, tortura, ostracismo, calumnia, intimidación personal y familiar -hasta de mascotas- falsedades, acusaciones y juicios sin fundamento, desaparición forzosa, calificación de autohomicidio y toda clase de atropellos visibles y ocultos. Imposible el fracaso y el error porque la experticia y el asesoramiento permanente provee la exoneración.
En continuación de la porfía y con urgencia estomacal urdieron aprobar una ley inconstitucional con la finalidad de asustar; normas aplicables más bien a cualquiera que defienda y ejerza cargos públicos, no a los ciudadanos decentes que sienten pasión por la patria.
Y el gran número del circo gubernamental es la detención aparente del que presuntamente robó 23 millones.
Aparte de la normativa nueva amenazante, es ineludible comentar que las otras trescientas y algo de leyes oficialistas deberían ser eliminadas de un solo plumazo por improductivas, inútiles y cualquier calificativo negativo que se les aplique.
Consecuencia de los tremendos fracasos iniciaron una suerte de cruzada que denominaron furia bolivariana, la cual resulta inmanejable sin exponerse al escrutinio de tirios y troyanos; y desde luego desató una condena generalizada contra todas las actuaciones de la trastornada cúpula oficial y sus adláteres.
Corolario a tantas frustraciones, está el asunto de los candidatos y sus inscripciones ante el CNE; burda manipulación que dejó la puerta abierta al espectáculo del régimen ante el mundo y sus alrededores. En ese lance se les trancó el motor ya que la líder absoluta de la Venezuela opositora no ha naufragado en el maremágnum y todo lo ha enfrentado con firmeza y sin estridencias. Se ha mantenido en sus trece, como dicen los españoles, y no ha cedido un ápice de la ruta electoral.
Por ahora, simplemente Hasta el final, consiste en desbancar a la casta gobernante que tanto daño ha infligido a la nación por temporada demasiado extensa. Y cambiar el socialismo nocivo por un sistema honesto y beneficioso para un Estado moderno con recursos humanos, materiales y morales incontables.