martes, 19 marzo 2024
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Anécdotas de la Guayana de antier

En el estado Bolívar existen diversas historias, pequeños relatos que caracterizan la personalidad del guayanés. Tarde o temprano, de una manera u otra, estas historias podrían terminar alimentando a la literatura de la región.

@diegorojasajmad

Nuestro estado Bolívar no siempre ha llevado el nombre del ilustre Libertador. En la Constitución de 1864, por ejemplo, este estado se llamaba “Guayana”, palabra indígena que significa “tierra de muchas aguas” y que fue registrada por los primeros conquistadores españoles en su incursión por estos territorios. Será en la Constitución de 1881 cuando se le cambie el nombre y por vez primera se llamará estado Bolívar, pero incluía con esa denominación, además, al estado Apure. Habrá que esperar la Constitución de 1901 en la cual estos dos estados, el Apure y el Bolívar, se separen y hasta el día de hoy el nombre de Bolívar enaltece este territorio de tepuyes, del calipso, del oro y del trabajo.

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Villancicos y aguinaldos son manifestaciones musicales originadas en la Europa medieval y fueron elaborados por las clases más pobres de la época. Era el pueblo llano, alejado de las cortes y los monasterios, quien amenizaba sus celebraciones con estas breves composiciones.

Los alegres cantos llegaron a América con los españoles y esa costumbre decembrina de pasear de madrugada por las calles del pueblo, entonando aguinaldos y villancicos, arraigó hasta el punto de convertirse en tradición. En la Ciudad Bolívar de los siglos XIX y XX esta costumbre tenía mucha aceptación entre sus moradores. Testimonio de ello son las composiciones Casta paloma o La barca de oro, hechas por Alejandro Vargas, el juglar de Ciudad Bolívar, o el conocidísimo Corre caballito, cuya letra y melodía fueron compuestas por un músico anónimo de esta ciudad a orillas del Orinoco.

Imaginemos el grito de “corre caballito” en las calles de la vieja Ciudad Bolívar, llamando de madrugada a los vecinos a formar parte de la celebración. Esa es una tradición que bien vale la pena recuperar.

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Guayana ha dado algunos de los diamantes más grandes y famosos que existen en el mundo. Uno de ellos es el diamante llamado “Libertador”, con un peso de 155 quilates y con un tamaño parecido a un jobo o a un huevo de paloma.

El diamante “Libertador” fue hallado el sábado 10 de octubre de 1942 por Barrabás, sobrenombre de Jaime Teófilo Hudson, quien nació en El Callao a principios del siglo XX. Mientras trabajaba la minería en la Gran Sabana, revisando un material de desecho que habían dejado otros mineros, Barrabás, quien contaba con 25 años de edad, se topó con la piedra preciosa más grande que minero venezolano alguno haya encontrado.

Inmediatamente Barrabás viajó a Caracas con su diamante para negociar la venta. Ya en los periódicos no se hablaba de la Segunda Guerra Mundial, sino de la fama de Barrabás. Pero esa fama, el lujo de la capital que visitaba por primera vez y las novedades que desfilaban ante sus ojos le hicieron perder la humildad.

Tanto se habló de Barrabás y sus andanzas por la ciudad que el periódico El Universal, del 31 de octubre de 1942, relató las peripecias del minero por los sitios nocturnos y las tiendas de lujo de la época. Allí se describe cómo Barrabás mandó a cortarse a la medida varios trajes con el famoso sastre del presidente Medina Angarita y también se relataban las constantes visitas al Roof Garden y El Pasapoga, famosos bares de la época, donde Barrabás prendía sus tabacos quemando billetes y concretaba sus fáciles y numerosos encuentros amorosos.

Un mes después, el diamante finalmente fue vendido a la casa Harry Winston, de Nueva York, por 300 mil bolívares. Jaime Teófilo Hudson, Barrabás, recibió sólo 7 mil bolívares una vez descontados todos los anticipos otorgados y que había malgastado en Caracas. Barrabás regresó pobre nuevamente hacia Guayana, siempre con la esperanza de toparse con un hallazgo que le acercara nuevamente a la riqueza.

Jaime Teófilo Hudson, alias Barrabás, murió en Tumeremo el 1 de junio de 1992, casi tan pobre como antes del “Diamante Libertador” y con un pequeño negocio de víveres llamado “La Fortuna”.

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Se dice que el primer hipódromo de Venezuela se construyó en El Callao y se inauguró en el año de 1876 gracias a la iniciativa de don Antonio Liccioni, magnate del oro en Guayana. Este lugar para realizar carreras de caballos se hizo con el fin de entretener a los mineros en sus ratos de ocio. Los gastos desmedidos de don Antonio Liccioni permitieron traer los mejores caballos de carrera de otros países para el disfrute de los guayaneses.

31 años después -en 1907- fue cuando la emoción del hipódromo llegó a Ciudad Bolívar. Se construyó la pista con tribunas para 500 personas y cerca perimetral, en un lugar que se conoce como Santa Lucía, hoy llamado La Carioca.

Guayana, ayer y hoy, mantiene su gusto por las carreras de caballos, evento en el que hombre y bestia son uno durante algunos minutos de angustiante emoción.

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El concurso del Miss Venezuela se ha convertido en uno de los espectáculos más vistos y comentados de nuestro país y ha calado de tal manera en la vida de los venezolanos que ha pasado a ser una práctica cultural que nos identifica ante el mundo. Solo basta con preguntar a un extranjero lo que conoce de nuestro país y de seguro responderá, sin pensarlo mucho, que Venezuela es tierra de petróleo y de misses.

El primer concurso del Miss Venezuela se realizó en el año de 1952 y, para orgullo de los guayaneses, la ganadora de ese evento fue la señorita Sofía Silva Inserri, representante del estado Bolívar. De 23 años, con un metro sesenta y tres centímetros de altura y un peso de cincuenta y seis kilos, Sofía, nacida en 1929 en El Palmar y criada en Tumeremo, fue elegida como Señorita Bolívar y apenas dispuso de una semana para comprarse ella misma su traje para el concurso, maquillarse y presentarse en Caracas para el día del magno evento. El recato y el pudor en la Venezuela de esos años motivaron a que varias de las concursantes desistieran a desfilar en traje de baño; sin embargo, Sofía Silva Inserri no tuvo reparos y mostró su exuberante belleza ante el jurado calificador. Varias comunidades religiosas protestaron con la intención de impedir el concurso y publicaron avisos por la prensa acerca del supuesto carácter pecaminoso del evento.

Ignorando las adversidades y siempre con el apoyo de su familia, Sofía partió 15 días después hacia California, Estados Unidos, a representar a Venezuela en el Miss Universo. Sofía Silva Inserri, nuestra primera Miss Venezuela, hija ilustre de Tumeremo, murió en el año 2011. Fue y será por siempre símbolo de la bella mujer guayanesa.

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