La sociedad en general, en todos los estratos y actividades está volcada a la idea de un horizonte extenso sin nubosidades que permitan continuar una vida productiva y libre de ataduras engendradas por mentes descalabradas de origen.
Venezuela, a pesar de la hermosa historia que escribieron los Libertadores y de los recursos naturales que tiene, además del petróleo, sufre el deterioro más intenso del continente y su situación empeora día a día.
Comenzó su actividad política muy joven en Las Mercedes del Llano, estado Guárico, siendo secretario juvenil de Acción Democrática y posteriormente secretario general de esa entidad.
Sufrido lo sufrido, por ahora, sólo queda asumir que a los nacidos en esta ribera del Arauca vibrador nos ha tocado padecer las consecuencias del odio, la ira y el resentimiento, de quienes se enquistaron en el poder para convertir nuestras vidas en una pesadilla que no tiene final.
Las organizaciones de la sociedad civil venezolana instan a las partes firmantes del acuerdo y a las Naciones Unidas a actuar con prontitud y responsabilidad para crear el fondo.
Una suerte de complejo arrastramos los venezolanos desde el instante mismo en que el padre de la patria condena nuestra relación con Estados Unidos y el que hayamos asumido parte de sus principios una vez como nos hicimos de nuestra pionera Constitución, la de 1811.
El régimen tiene pánico de perder lo logrado en años de desmantelamiento de la estructura estadal, de abusos in extenso, arbitrariedades y atentados a toda clase de derechos humanos.