Avanza, express, la Asamblea Nacional, ilegítima y gobiernera, en la discusión y aprobación del proyecto de “Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de las Organizaciones No Gubernamentales y Afines”. Habrá votos salvados porque no solo de hacer “la señal de costumbre”, vive la Oposición Alacrán.
Creemos tenerlo dicho. En la Revolución Forajida, la única ley es que no hay ley. Inoficioso, por tanto, glosar demasiado las malas o peores leyes que sancionen, porque lo de verás, teleológico, es el “plan y pa’l cuartel”, el “usted tiene razón pero va preso” o el viejo y poco noble: “nosotro azemo lo que nos sale po’ el forro po’ que pa’ eso semo gobielno ¡Y pa’ gozá!”.
La satírica y la humorística de nuestro Leoncio Martínez, en el sainete, “El Salto atrás”, contiene pasajes aleccionadores de los atavismos aludidos en la presente crónica. Cada cual es como es, sin saber, a ciencia cierta, el origen de su propia programación cromosómica.
Tomemos, un ejemplo paradigmático: El tipo o el “Hombre del Mazo Dando” -no lo hemos calificado de “señor”, porque lo último que queremos es que se sienta ofendido.
El desgobierno del cual es integrante, no necesitó de ninguna ley publicada en la Gaceta Oficial para lanzar desde el 8º piso del Sebin a Fernando Albán. Ni para asesinar en las instalaciones del Hospital Militar a Franklin Brito, “¡Ese hombre, güele a formol!”, hasta hubo burlas mientras lo mataban de hambre. La desaparición forzada del capitán Rafael Acosta Arévalo, apenas se produjo, fue clamor general. Al “Segundo de a bordo de la Revolución” -como también se hace llamar- tampoco le hizo falta ley alguna, como la que ahora ha promovido, para bromear en su programa de TV que, a Acosta Arévalo, lo tenían “a buen resguardo” al mismo tiempo, que los esbirros por órdenes superiores, lo estaban masacrando a palos hasta sacrificarlo.
“¡Oh tragedia! El hijo recién nacido les ha salido negrito, a pesar que el padre es un catirote alemán y la mamá, tan blanca como la nieve, de clase muy acomodada ¿Cómo reparar en tales circunstancias el maltrecho honor del presunto progenitor y la manchada reputación de la progenitora?”. Tal es el hilo argumental, de la comedia de equivocaciones, autoría, del “Viejo Leo”, referida al comienzo.
Si a lo largo de tantos años han asesinado, secuestrado, torturado, robado, regalado petróleo, depredado el Arco Minero; se les han puesto en decúbito ventral, a cuanto bicho de uña, llegado del extranjero, castrocubanos, rusos, bielorrusos, chinos, turcos, iraníes, narcotraficantes del ELN, luladasilvistas, kirchneristas, zapateristas -la cuenta sigue pero se nos acaba el espacio-, para saquear nuestra amada Venezuela a cambio de entronizarlos en el Poder. ¿Qué mosca les habrá picado, ahora, para venirnos, con que necesitan una ley especialísima para exterminar, de raíz, a las ONG locales y con ello, el poco derecho a la participación que les resta a los venezolanos?
Una valiente guerrera zulú tuvo que huir de su natal KwaZulu, en pleno corazón africano, y en su carrera loca fue a parar en Berlín. Y de allí, a través de algún séptimo tataranieto, su ADN se posó en la antañona Caracas. Su salvadora memoria afloró del árbol genealógico de algún afortunado descendiente. Tal fue el, abajo el telón, muy feliz en la obra, en un solo acto, el “Salto Atrás”.
Nuestros industriosos legisladores, no son unos hijos de quienes les dicen, por promulgar de cuando en cuando, alguna ley como coartada de sus crímenes más atroces. Mal pensados, favor abstenerse. Incluido el promovente del adefesio normativo objeto de la presente crónica, los parlamentarios al servicio de la tiranía, son un salto atrás de, Dacrón de Atenas y de Licurgo, el espartano. Lombrosianamente, atávicos, los pobres.