miércoles, 1 mayo 2024
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De los actuales disparates con el legado de Guzmán Blanco

Hago votos porque una simbología del poder sea diseñada desde el civilismo y que la misma se corresponda con el honor, la belleza y el talento que una nación espera de sus monumentos y su iconografía.

En las redes estuvieron corriendo las imágenes editadas de María Corina Machado como Doña Bárbara y también como el Libertador Simón Bolívar. Fue una movida que me tomó por sorpresa al igual que a otros, y que creó una confusión y rechazo. En relación con la imagen del Libertador se criticó el uso de los personajes históricos en una propaganda política, que si sigue la manipulación chavista, que si nos ubica en un primitivismo indeseable y hasta vergonzoso. Ahora bien, ¿cómo se hace con la semiótica de poder que heredamos de Antonio Guzmán Blanco? El chavismo ha venido apropiándose de los símbolos de la nación como ningún otro en la historia, y Maduro continúa haciéndolo en el presente. La explicación del disparate estriba, a mi modo de ver, que siendo estas imágenes parte ya del imaginario popular heredado, no es descabellado ver a los candidatos contendores sumarse para colocar su oferta electoral en paralelo lo que, en el caso de María Corina significó: “la libertadora soy yo”. Sin embargo, para salir de estos esquemas insoportables, habría que reconstruir una semiótica civilista que reforme o sustituya a la del autócrata, “americano ilustrado” y expresidente Guzmán Blanco. Hago votos porque una simbología del poder sea diseñada desde el civilismo y que la misma se corresponda con el honor, la belleza y el talento que una nación espera de sus monumentos y su iconografía. Una iniciativa de esa índole sólo puede ser ejecutada desde el poder del Estado, y requeriría tanto reflexión como educación pública.

Sobre la asociación de María Corina con la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, aun cuando la califica de mujer fuerte, también la vincula con la barbarie y fue allí donde sonaron las alarmas desde la acera de la oposición: es justamente el autoritarismo y la barbarie lo que se busca derrotar. Una confusión innecesaria. Sin embargo, leí opiniones tergiversadas sobre el personaje que muestran desapego al texto, pereza y poca reflexión.

La interpretación convencional de esta obra de Gallegos es abrumadora y en raras ocasiones se debaten sus matices, pero la novela las tiene. Invito a los lectores a releerla. Doña Bárbara es paradójica en que es bárbara y civilizada al mismo tiempo. Ella es producto de la ausencia de la ley y al mismo tiempo, es civilizada, puesto que por voluntad propia decide entregar sus armas y no dar la pelea. En mi opinión, la inspiración de Doña Bárbara no fue otra que el amor y la breve pero valorada educación que recibió de su recordado y amado Asdrúbal. Sobre Doña Bárbara escribí un monólogo teatral titulado Bárbara Helena (2006), una obra que le da voz al personaje y le permite comentar las acciones de la novela al tiempo que mantiene la estructura simbólica de la obra de Gallegos. Mi obra fue publicada por la Universidad de Valladolid y está disponible en Gale, entre otras bibliotecas virtuales.

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