La programación conmemorativa de la Semana de Bello incluye actividades recreativas, culturales, algunas dedicadas a los niños, y abiertas completamente a todos los habitantes de Ciudad Guayana.
La memoria es una casa de muchas puertas y cualquier olor, sonido o sabor sirven de llave a lo que creemos ya en el olvido.
No es fácil ver al monstruo de la complejidad; sin embargo, quien logra avistarlo, quien al menos localiza su rastro, nunca más llega a percibir al mundo de la misma manera.
Este domingo, 29 de noviembre, celebramos los 239 años del nacimiento de Andrés Bello. Este inmenso personaje, símbolo del orden, de la inteligencia y la civilidad, ha sido una presencia constante en nuestra vida. La imagen usual que tenemos de él es la de un ser sobrenatural, de una inteligencia superior y, paradójicamente, desprovisto de vida y emociones. Sin embargo, hay otro Andrés Bello.
Con una serie de actividades que incluyen tres transmisiones en vivo con los historiadores Elías Pino Iturrieta, Inés Quintero y Rafael Arráiz Lucca, la UCAB Guayana conmemora desde el domingo 29 de noviembre los 239 años del nacimiento del maestro del Libertador.
Cada época ha representado a la naturaleza de manera distinta. A veces se ha mostrado como ámbito ajeno a nuestras vicisitudes, como espejo que refleja nuestro ánimo, como refugio o como monstruo gigante que nos devora. En la literatura venezolana es posible entrever esas transformaciones y quizás encontremos allí más pistas para entender lo que somos.
Estos conos han sido efímeros como un castillo de arena, perecederos como una fruta pintona, fugaces como el “amor” del lupanar, desechables como el papel higiénico, pero sobre todo inútiles, al igual que extremadamente pavosos y costosos.
El gran humanista de América y pionero de la diáspora, don Andrés Bello, se anticipa a los europeos y a la sazón recuerda que “la buena fe entre enemigos no solo requiere que cumplamos fielmente lo prometido, sino que nos abstengamos de engañar en todas las ocasiones en que el interés de la guerra no está en conflicto con los deberes comunes de la humanidad”.
Hace algún tiempo participé en el concurso de ensayos “Caracas: 1567-2017”, organizado por la Fundación Arquitectura y Ciudad, adscrita a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. El jurado, integrado por Juan Pedro Posani, Marco Negrón y Rafael Arráiz Lucca, eligió como ganadora a la obra Posciudades: manual de uso para ciudadanos nostálgicos y esquizofrénicos, de mi autoría. Aquí reproduzco un fragmento de aquel ensayo.
Muy difícil lograr una estabilidad política y económica cuando la región está aquejada por la desigualdad que es muy bien aprovechada por grupos armados o regímenes autoritarios y criminales.