lunes, 13 mayo 2024
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Covid-19: cuatro meses desde el primer contagio

Lo que comenzó como un virus focalizado en la ciudad de Wuhan, que en teoría no era de fácil transmisión entre humanos, derivó en una pandemia que ha desatado carreras entre los líderes del mundo por encontrar la fórmula que consiga la menor cantidad de muertes posibles. Algunos de ellos desviaron la mirada y, aun así, tropezaron con una realidad que forzosamente los obligó a actuar.

@Fina_Abou

El 8 de abril se cumplen cuatro meses desde que aparecieron los primeros síntomas del Covid-19 en pacientes ubicados en Wuhan, China, en diciembre de 2019. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que fue entre el 11 y 12 de enero cuando recibió información detallada sobre el brote por parte de las autoridades chinas. Para el momento, se habían diagnosticado 41 casos de infección por el nuevo coronavirus y muerto una persona.

Sin embargo, el medio South China Morning Post informó que tuvo acceso a documentos oficiales que trazan el primer contagio hacia el 17 de noviembre e indican que los casos identificados en 2019 ascienden al menos a 266.

El 12 de enero de 2020, la OMS publicó que existían “pruebas bastante concluyentes de que el brote se originó por exposiciones en un mercado de pescados y mariscos de la ciudad de Wuhan”. Además, recalcó que el 1 de enero se cerró el mercado y desde el 3 de enero no se registraban nuevos contagios. Incluso, destacó la inexistencia de pruebas claras de que el virus se contagiara fácilmente entre personas.

Si bien las autoridades nacionales chinas tomaron medidas puntuales, como hacer seguimiento a los contactos cercanos a los pacientes contagiados, cerrar el mercado temporalmente y difundir comunicaciones sobre la autoprotección para disminuir riesgos de expansión; hoy se reflexiona sobre la insuficiencia de las medidas. Incluso, la OMS manifestaba en aquel momento la necesidad de tener información más completa y tras evaluar la que le fue aportada por las autoridades nacionales, proponía como pautas seguir adoptando medidas de salud pública y vigilancia del nuevo coronavirus.

Y en el último párrafo de esa comunicación, el organismo concluía: “A la luz de la información disponible en relación con este evento, la OMS desaconseja aplicar restricciones a los viajes a China o al comercio con este país”.

Ha pasado el tiempo y el mundo se enfrenta a una pandemia para la que no estaba preparado. Una crisis mundial que ya ha cobrado la vida de más de 70 mil personas y que se considera la peor desde la Segunda Guerra Mundial. No se trata solo de una situación que se repite en cientos de países, se trata de cientos de países que, con mayores o menores diferencias, responden a una escena irrepetible.

Detección temprana y focalización

Estrategia de éxito. La detección temprana como medida de contención no solo ha arrojado importante información sobre el virus (por ejemplo, que su periodo de incubación sea aproximadamente de catorce días), también ha demostrado que dando seguimiento a los focos de contagio se obtienen resultados favorables, considerando el potencial de transmisión que tiene un paciente asintomático.


Una persona lee en una calle de Wuhan durante la pandemia | Foto Zuma Press | DPAUna persona lee en una calle de Wuhan durante la pandemia | Foto Zuma Press | DPA
   

Alemania y Corea del Sur son dos de los países que han apostado por la masificación de las pruebas de diagnóstico y su índice de muertes por contagios confirmados es de 1,75% y 1,85%, respectivamente. También es cierto que en la medida en que el despistaje es mayor, el porcentaje de mortalidad disminuye, por lo que es relativo el análisis de los resultados. De hecho, es muy complicado equiparar cifras tanto de contagios como de decesos entre países porque el manejo de ellas difiere diametralmente de uno a otro.

En Alemania se han hecho pruebas no solo a los pacientes con sintomatología, sino también a aquellos con quienes han tenido contacto y al personal sanitario. Aunado a ello, es uno de los países que cuenta con mejores instalaciones sanitarias y mayor número de camas de cuidado intensivo por habitantes.

Corea del Sur, por su parte, ha realizado más de 220 mil pruebas diagnósticas, lo que ha permitido monitorear y aislar a las personas contagiadas que no presentan sintomatología, pero que definitivamente son una importante fuente de contagio. Se suma a las acciones el uso de cabinas presurizadas que pueden determinar en unos siete minutos si la persona aloja el virus y un detallado sistema de rastreo de los afectados.

Aunque no hay pleno consenso entre investigadores, hay estudios que afirman que alrededor del 50% de los contagios ocurren durante la etapa de incubación del virus (generalmente los primeros cuatro o cinco días), por lo que el tiempo que transcurre desde la aparición de los primeros síntomas entre quien infecta y quien es infectado, es de velocidad alta.

Respuesta rápida: distanciamiento social

Ha sido la práctica más expuesta en el mundo. China, Singapur, Japón y Corea del Sur, por mencionar ejemplos destacados, son países que han acompañado la realización masiva de pruebas con aislamiento social. Esta dupla es importante y, de hecho, ha sido reconocida como una fórmula exitosa, frente a países que por diversas razones (falta de material de detección, escasos recursos, poca disposición a detección temprana, etc.) han aplicado el aislamiento social, sin reforzar la detección temprana.

Un paciente asintomático puede estar contagiado y aislado, pero si su núcleo cercano no lo conoce, no puede prevenir la transmisión. España e Italia, los dos casos de mayor impacto en Europa, asumieron medidas de aislamiento parcial que, posteriormente, tuvieron que endurecer por el rápido aumento de los casos de contagio y muertes; sin embargo, se considera que su velocidad de respuesta y reacción para restringir los desplazamientos y viajes llegó de manera tardía.

En Singapur, por ejemplo, el Covid-19 llegó pocas semanas después de que apareciera en Wuhan. La respuesta fue drástica, también porque se mantenía vigente el recuerdo de la expansión del SARS entre los años 2002 y 2003. Aislamiento, miles de pruebas de diagnóstico rápido, seguimiento de contagios y profundización de prácticas de higiene se atribuyen como causas de éxito en este país que alcanza 1.375 casos confirmados y seis muertes (0,44% de mortalidad).

Del rechazo a la acción forzosa

El primer ministro británico, Boris Johnson (en cuidados intensivos por Covid-19), levantó polémica tras sus declaraciones de no tomar medidas drásticas para frenar el coronavirus dado que el contagio masivo era inminente: la decisión fue proteger la economía y apostar por desarrollar inmunidad temprana, que fortaleciera a la población para afrontar un eventual segundo brote del virus estimado para finales de 2020. Esto implicaba -entre líneas- exponer a poblaciones vulnerables.

La realidad golpeó directo contra la estrategia y recientemente el secretario de Estado británico para la Salud, Matt Hancock, confirmó la activación de un protocolo de aislamiento para proteger a las personas mayores de 70 años, uno de los segmentos más vulnerables. En un claro cambio de rumbo, el Gobierno británico ha intensificado su lucha contra la pandemia, promoviendo los aislamientos por grupo.

Más recientemente, el mismo Johnson -que semanas atrás desestimaba las pruebas de diagnóstico masivas y aseguraba que no dejaría de estrechar manos, apegándose a la teoría de la inmunidad colectiva- instó a frenar los contactos sociales no esenciales y trabajar desde casa. Luego, sometido a la presión del colapso sanitario, dictó cuarentena para luchar de manera ferviente contra la pandemia, que ya sumaba más de 22 mil contagios y 1.400 muertes en el país.


Nueva York se aproxima a los 5.500 muertos tras registrar la cifra récord de 731 fallecidos en un solo día | Foto Jonathan Alpeyrie | Europa Press
 

 

 

 

Países Bajos (con 19 mil contagios y cerca de 1.874 muertes) afrontó la estrategia del cierre inteligente, con el que si bien las actividades no esenciales quedaban suspendidas, se confiaba en el criterio de las personas para tomar medidas de distanciamiento social (mínimo de 1,5 metros), en la prudencia y el buen juicio en la interpretación de las restricciones aprobadas. También seguía la senda de la teoría de la generación de inmunidad (ya descartada a corto plazo por el propio primer ministro, Mark Rutte).

Una de las reacciones más controversiales responde a las declaraciones del jefe de epidemiología clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden, Frits Rosendaal, quien admitió que en Holanda la forma de administrar las unidades de cuidados intensivos (UCI) difieren de otros países como Italia, especialmente en la admisión de ancianos. La idea básica es -en caso de colapso- darles entrada a personas que tengan mayores probabilidades de sobrevivir.

Estas declaraciones causaron impacto. Sin embargo, se niega que esté aplicándose en este momento criterio de selección, la decisión del ingreso de un paciente mayor (más allá de la edad) responde también a la autonomía personal que culturalmente está muy marcada en su sociedad.

Ante el creciente número de contagios, las autoridades endurecieron las medidas de aislamiento y se suspendieron las reuniones públicas hasta el 1 de junio.

Estados Unidos es el país del mundo con más contagios (368.500). Su presidente, Donald Trump, hasta finales de febrero minimizaba el riesgo del Covid-19 y afirmaba tener todo bajo control, por lo que instaba a no caer en pánico a la vez que resaltaba que la gripe mataba muchas más personas al año.

Trump pasó de percibir la pandemia como un problema pequeño, a verla como un enemigo del mundo. Hoy, cuando la cifra de decesos asciende a 10.993, afirma que se ve la luz al final del túnel y siente que pronto estarán orgullosos del esfuerzo que han hecho para mantener “la muerte en un mínimo absoluto”.

Latinoamérica recibió más tarde los primeros positivos. Si bien el tiempo de activación dista en función de las fechas en que se registraron los primeros contagios, medidas como decretar cuarentena obligatoria, suspender clases, restringir entradas y salidas de vuelos o el cierre de fronteras son constantes en la mayoría de los países, incluido Venezuela.

   


Traslado de un ataúd en el Hospital General del Guasmo de Guayaquil, Ecuador | Foto Marcos Pin Mendez | DPA | Europa Press

Actualmente, es Brasil el país que registra mayor número de contagios (12.232) y muertes (566). Pese a ello, su presidente, Jair Bolsonaro, ha desestimado la gravedad de la situación, enviando un mensaje despreocupado frente a lo que para él se reduce a una pequeña gripe o resfriado: “Enfrentemos el virus con realidad, es la vida, todos nos debemos morir un día”.

Hace días, cuando el número de contagios en el país ya superaba los 2 mil y los fallecidos los 45, el presidente brasileño pedía a los estados de Sao Paulo y Río de Janeiro -los más afectados- suspender la cuarentena que habían ordenado y reactivar las actividades educativas y comerciales. Bajo la campaña Brasil no para, el mandatario advertía que una paralización podría convertirlos en Venezuela.

Se conoció que el Ejército del país había manifestado su apoyo al vicepresidente, Hamilton Mourão, en caso de renuncia de Bolsonaro. Más recientemente, se afianza la idea sobre la preocupación de la cúpula militar respecto a la actitud del presidente, posición que se replica entre los medios; sociedad y equipo de gobierno.

México suma 2.439 contagios y 125 muertes. Su presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha desestimado la magnitud de la pandemia y trata de preservar la economía sobre la crisis sanitaria (esquivando el endeudamiento para afrontarla), especialmente en un país en el que alrededor del 50% trabaja en el mercado informal, sus ingresos provienen del día a día y no cuentan con recursos suficientes para rescatar a las poblaciones más vulnerables.

José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, resaltó que el ejemplo de López Obrador resulta peligroso para la salud de los mexicanos, especialmente tras las declaraciones en las que invitaba a aquellos que tuvieran posibilidades económicas a seguir frecuentando restaurantes, porque a su juicio eso fortalece la economía.

Un confinamiento dejaría a millones sin posibilidad de llevar comida a sus casas. Sin embargo, la realidad de la pandemia demuestra de nuevo que no se puede ignorar y que las medidas para frenarla deben aplicarse, incluso asumiendo las consecuencias de haberlas postergado por semanas. Posteriormente, el Gobierno de México declaró emergencia sanitaria por causas de fuerza mayor y suspendió hasta el 30 de abril todas las actividades no esenciales. De igual manera, López Obrador anunció la preparación de un plan de reactivación de la economía ante la crisis del coronavirus, medida incierta sobre la que se esperan mayores detalles.

(*) Josephine Abou Salomón es licenciada en Comunicación Social – Periodismo, UCAB Guayana, con maestría en Estudios Internacionales por la Universidad del País Vasco (España). Colabora con Areparadio.com a través del programa de radio online Sabrosa Tradición