lunes, 13 mayo 2024
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“La cultura venezolana no valora el producto artesanal”

Convencida de que la enseñanza tradicional y sus formas no funcionan para educar sobre el arte, Laura Palazzi, docente y artista a partes y pasiones iguales, plantea, fusionando ambas disciplinas, una difusión basada en la identidad y en la introspección con conciencia de sustentabilidad.

Con la finalidad de impulsar el arte en Ciudad Guayana, la Universidad Católica Andrés Bello, a través de la Coordinación de Cultura, estrenó el proyecto Plaza UCAB. Esta iniciativa tiene como fin exponer piezas artísticas dentro de la casa de estudios. Laura Palazzi fue escogida como primera expositora del proyecto. Palazzi tiene una trayectoria de más de veinte años en las artes plásticas, es docente y, además, coordina un diplomado en cerámica en alianza con la Fundación Universidad de Carabobo.

Ganadora del Salón Nacional de las Artes del Fuego en el 2004, la artista reconoce que su vida no podría haber estado desligada del arte y los elementos plásticos, ya que sus abuelos eran propietarios de una joyería con más de 100 años de trayectoria. La creación de orfebrería la acompañó durante su niñez, cuando podía estar horas apreciando el trabajo que llevaba cada pieza. “Mi abuelo nos daba una función que consistía en bañar en oro las monedas de plata. Para mí era impresionante la forma en la que el metal cambiaba de color. Así comenzó mi conexión con el arte”, recuerda.

– ¿Cómo surge su interés por las artes plásticas? 

Mi vocación artística comienza desde muy temprana edad. Provengo de una familia con una tradición de orfebrería. De mi madre tomé la creatividad, siempre estuvo presente en mi hogar la necesidad de crear y aprender sobre las formas y la estética. Yo sentí más inclinación hacia la parte tridimensional. Desde los 20 años he hecho estudios de escultura, específicamente en la Escuela Angelina Curiel que se ubicaba en Caracas. Allí aprendí sobre el arte, la anatomía y la figura humana. El material que más me apasiona es la cerámica. Mi desarrollo plástico lo he fusionado con la docencia, a través de talleres y diplomados.

– Desde 1999 está trabajando con papel cerámico. Calificó (el hecho de) aprender a trabajarlo como un paso relevante en su carrera. ¿A qué se debe esto? 

– Definitivamente marcó mi carrera. Tomé el taller con Peggy Dickenson y allí conocí esta técnica que me permite romper con los esquemas que conocía. Tanto de técnica como de forma. Primero, desde el punto de vista técnico, añadir la pulpa de papel le da unas propiedades a la arcilla que no se obtiene con ningún otro material. Se crea un componente nuevo. Además, siempre le he dado importancia a la conservación del medio ambiente. Siempre he reciclado. Esta técnica me permitía reusar el papel de los dibujos de mis hijos, impresiones… Es adaptable a mi filosofía de vida.

Huérfanos de la academia  

“Si seguimos con un pizarrón, un marcador y textos que no tienen apego a la realidad, no estamos formando estudiantes: solo formamos una titularidad para llegar a la universidad” | Foto Alexis Mora

Palazzi ha dedicado su trayectoria artística a las artes del fuego. Asevera que la cerámica no solo es su material favorito, sino el que la apasiona: su razón de ser artista. La denominación “artes del fuego” es la que se le da al desarrollo artesanal que requiere de altas temperaturas para su creación, como el caso del vidrio y la cerámica. “Las piezas primero se moldean en un torno, posteriormente deben ser introducidas en un horno para que la pieza se ‘cocine’. Luego son extraídas y viene la parte creativa: barnizar y pintar la cerámica. Después se vuelve a exponer al calor para secar completamente”, explica.

Cataloga a los artistas del fuego como “huérfanos de la academia”, ya que existen muy pocos talleres o formaciones para ellos en Venezuela. A través de un proyecto gubernamental denominado La ruta perdida de los loceros, pudo recorrer diferentes estados del país y constatar el día a día del artesano venezolano. De esa experiencia tomó la inspiración para fusionar su conocimiento como docente y artista creando un diplomado que, en sus palabras, valora las experiencias de los participantes y refuerza su lenguaje plástico.

– ¿Cuáles fueron las formas de arte que la atraparon en sus inicios? ¿Siempre tuvo esa fascinación por las artes del fuego? 

– Sí. Siempre tuve inclinación hacia las artes del fuego. Comencé con la cerámica, mis primeras formas parten de la esfera: algo simple en lo que representaba caras que transmitían emociones. Trabajé el lenguaje, el humor y la emocionalidad a través de estas piezas. Con el papel cerámico empecé a deconstruir las formas. Me gusta el cristal como material, la joyería… Mezclé todos esos elementos.

– ¿Con qué faceta te identificas más: artista o docente? 

– La carrera docente se desarrolló cuando estaba buscando opciones de carreras universitarias. Para 1981, ser artista no era una opción viable. Empecé estudiando Psicopedagogía y, posteriormente, me cambié a Preescolar. Sin embargo, cuando empecé a valorar mis habilidades, me dediqué a desarrollarme como artista. Para mí, la docencia es un complemento para el arte. Es más importante en mi vida ser artista. Entendiéndose que aquí en Venezuela hay pocas universidades que fomenten la formación artística. No existen posgrados ni doctorados en cerámica. Mi responsabilidad ética desea empujar a las nuevas generaciones a desarrollar sus habilidades con conocimientos pedagógicos que se fundamenten en la evaluación.

– ¿Consideras que hay suficientes incentivos en el sistema educativo para el surgimiento de artistas? 

– El pensum en bachillerato es básico. No creo que el pensum de bachillerato actual pueda impulsar al estudiante a estudiar computación, ingeniería o arte. Hay que ser realistas. No es un pensum adaptado a la realidad que vivimos en el país, los medios de aprendizaje que se utilizan no son los más adecuados. Esta pandemia ha traído una realidad que obligó al medio educativo a actualizarse, a conectarse, a entender qué está pasando. Si seguimos con un pizarrón, un marcador y textos que no tienen apego a la realidad, no estamos formando estudiantes: solo formamos una titularidad para llegar a la universidad. Eso es la formación de bachillerato.

 

Mi abuelo nos daba una función que consistía en bañar en oro las monedas de plata. Para mí era impresionante la forma en la que el metal cambiaba de color. Así comenzó mi conexión con el arte”

 

– En redes sociales comparte sus experiencias visitando distintas comunidades donde se vive de la artesanía. ¿Qué le parece la propuesta actual de locería popular en los distintos estados del país? ¿Tienes predilección por alguna de ellas? 

– Mi zona favorita de locería popular es la de San Pedro Caliente, en Lara. Son piezas que he utilizado y son de alta calidad. Estamos viviendo una situación económica difícil para todos, la pandemia ha exacerbado esa situación. Muchos de los loceros han emigrado a otro tipo de actividad para poder resolver su día a día. La artesanía en Venezuela se ha visto muy afectada por la inflación que tenemos. Muchos artesanos han tenido que buscar otros oficios. Estuve viajando entre esas comunidades durante el 2006 y 2013. En ese entonces, veías a un venezolano muy orgulloso de su inventiva y creación. El locero siempre ha trabajado con lo que tiene a la mano, fabrican inclusos sus hornos. Saben dialogar con sus piezas porque cocinan con ellas. En la zona andina son muy creativos e inventivos, tienen sentido de pertenencia.

– ¿De qué forma crees que se puede renovar la cerámica venezolana y potenciar el comercio artesanal? 

La persona tiene que analizar cuáles son los recursos cercanos que tiene. Posteriormente debe reforzar la identidad que es lo que se relaciona al diseño. Esa parte la abordan los cursos. Los cursos no van orientados a visualizar cosas de Pinterest, sino a que el artesano pueda encontrar inspiración para innovar y crear una identidad. La constancia es muy importante, ya que debe haber un plan de trabajo. Pero, evidentemente, estamos hablando de algo complejo. Es necesaria una comunidad receptiva que cuando se acerque al artesano no le pida rebaja, sino que valore el producto. Cuando no hay una valoración del producto artesanal, algo que es común en Venezuela que es xenocentrista, obviamente el artesano se encuentra con un mercado que no le ofrece esa competitividad. No es solo formación artesanal: hay que avanzar culturalmente.

– En Venezuela se hace cuesta arriba costear proyectos artísticos; asimismo, comentó que cuando fue a Alemania se topó con una realidad mucho menos paupérrima. ¿El artista debería ser capaz de crear con lo que tenga? 

– Los artistas acostumbramos a trabajar con lo que tenemos a la mano. No podemos detenernos a esperar que un material o tecnología llegue. Fui a Alemania con un artist resident. Son ofertas que hacen instituciones con el apoyo del Gobierno alemán. En este caso, lo hizo Trialog Group en Hor Grenzhaussen, un pueblo dedicado al estudio de la cerámica. Cuando fui allá, pude ver todos los equipos que tenían. Por supuesto, te sientes desubicado y esa realidad te arropa, en Alemania existen universidades, investigaciones… Incluso, tuve la posibilidad de conocer una nueva presentación de la cerámica llamada keraflex. Había todo tipo de materiales que le permitía al orfebre desarrollar trabajos de alta calidad. Ellos estaban dispuestos a enseñarme, pero yo les dije que no podía usar sus equipos. Si yo utilizaba eso, cuando regresara a Venezuela habría perdido mi tiempo. Tenía que trabajar allá como si estuviera en Venezuela, de manera que pudiese llevarme el aprendizaje a mi país y aplicarlo. Vivir ese proyecto de esa forma, como si siguiera en Venezuela, me permitió avanzar más rápido en el proyecto de investigación.

– ¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir tu propio diplomado? ¿Cuál es tu objetivo a través de este proyecto? 

El origen del proyecto es profesionalizar o crear un espacio interdisciplinario entre las manifestaciones de las artes del fuego, es decir, el vidrio y la cerámica, con el fin de actualizar los modos de hacer y crear. Es un espacio donde se generan líneas de investigación y reflexión sobre temas muy particulares. De alguna manera se construyó una referencia muy importante de lo que fue o debe ser la estrategia de enseñanza fuera de un taller con herramientas y materiales. Fueron 4 cohortes consecutivas y, actualmente, sigue siendo referencia como programa de capacitación que atendió un vacío académico.

Dennake Ikusa

Dennake Ikusa es una frase en lengua pemón cuyo significado es hecho a mano: esta voz fue la elegida como nombre de la exposición llevada a cabo en la UCAB. Es la primera colección que Palazzi hace en solitario en Guayana, su ciudad natal. Además de la creación de Plaza UCAB, la universidad ha creado la Colección Bello, una serie de obras inspiradas en su epónimo. La pieza dedicada a Andrés Bello dentro de la exposición es Rastro de la tinta, obra que fue construida bajo la técnica del papel cerámico -creada por la estadounidense Rossete Gault- y a base de hojas del árbol yagrumo.

Las hojas de esta planta llamarón la atención de la artista por su forma de evocar el movimiento. Empezó a recolectarlas en una de las caminatas que disfruta hacer en las montañas. Palazzi explica que son hojas de una gran belleza a las cuales, normalmente, no se les presta mucha atención. Usarlas en su obra es un mecanismo para demostrar que, en ocasiones, aquello que no parece importante puede convertirse en algo hermoso si se ve desde una perspectiva creadora.

– Luego de exponer en Nueva York, Valencia, Caracas… ¿qué significa para usted presentar su obra en Guayana? 

Estas piezas las ejecuté en Valencia. Vienen de una exposición que se hizo en el 2011, llamada Avatares, en la Galería Braulio Salazar. Yo estaba haciendo un cierre: me mudaba para Puerto Ordaz. En ese momento se expusieron 45 piezas, aquí solo hay 8 de las que se presentaron en Valencia. Esas piezas se realizaron en el taller de mi casa. Nunca antes se había visto mi trabajo en Guayana. Es la primera individual que hacemos. Además, es la primera vez que puedo exponer rodeada de mi familia y seres queridos. Estábamos muy conmovidos. Es una gran alegría compartir y dar a conocer mi trabajo. No es lo mismo verlo en catálogo que en persona: me ayudó a acercarme a compañeros de estudio, artistas y al público en general. 

 

Cuando no hay una valoración del producto artesanal, algo que es común en Venezuela que es xenocentrista, obviamente el artesano se encuentra con un mercado que no le ofrece esa competitividad. No es solo formación artesanal: hay que avanzar culturalmente”

 

– ¿Consideras que hay suficiente preocupación por parte de los artistas hacia el cuidado del medio ambiente? 

Hay una indagación consciente en el cuidado del ambiente. Considero que hay una mayoría cuya temática y materiales que utiliza procura ser respetuosos con el medio ambiente. Es muy común ver temas ecologistas, la conciencia de no promover el uso de materiales contaminantes. Actualmente es algo que se tiene muy presente, los jóvenes tienen mucho interés ecológico en la actualidad. 

Dennake Ikusa es una exposición que cuenta con una inclinación ecológica, incluyes materiales naturales y, además, la técnica del papel cerámico. ¿Cómo es el proceso de fabricación de estas piezas?

– La obra que fue donada al proyecto de la Universidad Católica Andrés Bello es Rastro de la tinta. Esta pieza está compuesta por hojas de yagrumo. Esta es una de las cosas que permite el papel cerámico: trabajamos con la técnica del embebido, es decir, humedecer con la pasta que se forma cualquier elemento. En este caso utilicé hojas de este árbol, eso me permitió fosilizar esa forma de la naturaleza. Este árbol siempre ha estado en los lugares donde he convivido. En muchos lugares donde me tocaba viajar, ya que me encanta caminar y recorrer montañas, estaban este tipo de árboles. La belleza de la hoja es una cosa maravillosa. Me cautiva ese dramatismo de la naturaleza de hacer movimientos en la forma de sus hojas. Cada una era una forma de expresarse a sí mismo. Quise capturar eso. En un viaje que hice con un proyecto de locería popular, estuve en Manicuare y pude ver la inmensidad del mar. Entonces me imaginé un mar de hojas azules, ya que esta hoja en particular es capaz de interpretar ese movimiento de las olas. Eso fue lo que me llevó a realizar este proyecto.