viernes, 17 enero 2025
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La nostalgia de Ulises

Casi seis millones de venezolanos se encuentran hoy viviendo fuera del país y ellos son nuestros Ulises que deambulan por el mundo. Tal vez en La Odisea logren encontrar un aliciente para sobrellevar su profunda nostalgia.

@diegorojasajmad

Tener que abandonar el país donde se ha nacido, sufrido y amado… Tener que dejar lejos la tierra donde reposan los restos de nuestros familiares y donde aún sobreviven unos cuantos amigos y afectos, es una profunda herida que queda tatuada en la mente y piel de todo migrante. Quien ha abandonado su terruño experimenta de vez en vez una añoranza que le horada la alegría y le perturba el ánimo, y ello puede afectar incluso al más fuerte de los seres. Hasta Ulises, aguerrido entre los aguerridos, el más fuerte entre los fuertes y el primer viajero de la literatura, llegó a decir ahogado en llanto: “No hay nada más dulce que la tierra de uno y de sus padres, por muy rica que sea la casa donde uno habita en tierra extranjera”.

Hablar de Ulises es hablar de La Odisea, el gran poema del viaje y la nostalgia que, junto a La Ilíada, son las obras maestras de Homero. En La Odisea se desarrolla por vez primera el tema de la migración y del regreso a casa en toda la literatura occidental. Su protagonista, llamado Odiseo, o Ulises, si se emplea el término latino, emprende viaje hacia Ítaca, lugar donde lo aguarda su esposa Penélope, su hijo Telémaco y su fiel perro Argos, a quienes no ha visto desde hace diez años por los avatares de la guerra de Troya, que lo mantuvo alejado de su hogar.

El regreso de Ulises a Ítaca, que duró otros diez años más, no le resultó fácil al protagonista pues a cada paso una serie de inconvenientes le impedía estar al lado de sus seres queridos. Sirenas, gigantes de un solo ojo, hechiceras, lotófagos y un sinfín de aventuras hicieron del viaje de Ulises una apasionante historia que sigue alimentando la imaginación y los sueños de la humanidad desde los albores de la antigüedad hasta nuestros días.

La nostalgia constante que se percibe en el poema, y que hace que Ulises tome valor para enfrentar toda adversidad, la condensa Homero en una frase que lo dice todo: “A Ulises se le iba la vida en gemir por su hogar”. Esta nostalgia, llamada también morriña, saudade o añoranza, es el equipaje que más le pesa a quien tiene que irse de su tierra por obligación o necesidad. Es una tristeza que consume y hunde en el pozo de la depresión pero que, sabiéndola llevar, puede convertirse en el aliciente que incita a dar los primeros pasos hacia el regreso.

Quizás si recordamos el significado de la palabra “nostalgia”, podamos entender mejor el impacto de sus efectos. La palabra está compuesta de dos partes que provienen del griego, y esas partes son nostos y algia. La última, algia, la usamos en palabras como neuralgia (dolor en los nervios), fibromialgia (dolor en el tejido fibroso), lumbalgia (dolor en la zona lumbar)… Como puede notarse, algia significa dolor. Nostos, por su parte, se refiere al regreso, a la falta del hogar. Entonces, nostalgia significa “dolor por el regreso”, sufrimiento por la ausencia de no estar en la tierruca, al lado de los viejos amigos.

Tal vez la nostalgia sea un mecanismo de defensa contra la desmemoria. En un episodio de La Odisea, Ulises y su tripulación fueron arrastrados a un desconocido territorio donde habitan los lotófagos. Estos curiosos seres, que acostumbran ingerir la planta de loto, y que se dice tiene la propiedad de hacer perder la memoria, dieron de comer de ella a un grupo de los viajeros. Al olvidar su patria, decidieron quedarse y no continuar el viaje. A la fuerza, y llorosos, fueron arrastrados de vuelta a las naves por Ulises para continuar con el regreso a casa. Ese recuerdo constante de las raíces, del hogar y la patria, es el analgésico contra el olvido.

Hoy Venezuela es la Ítaca de muchos venezolanos que se han visto en la necesidad de buscar nuevos rumbos. Esos cinco o seis millones de Ulises que han salido de Venezuela y viven permanentemente en el recuerdo, ansiando el regreso, y a las Penélopes y Telémacos que aguardan pacientes la vuelta de sus familiares, de seguro encontrarán en La Odisea, eso creo, un aliciente para el cultivo de la esperanza.

La lectura de La Odisea, de Homero, podría ayudarnos a enfrentar los amargos efectos de la nostalgia y con ella resistir, como Ulises, los embates de la ausencia y la desmemoria que causan los terribles comedores de loto.

Otras páginas:

-Descubriendo poetas: He tenido la fortuna de participar como jurado en varios concursos de literatura. Uno de esos concursos, organizado por Buscadores de Libros, fundación guayanesa promotora de la lectura, es “Descubriendo Poetas” -que ya va por su cuarta edición- y está dirigido al fomento de la creación poética en jóvenes que aún residen en Venezuela. En esta ocasión, el premio recayó en dos escritores: Marcos Dagluck, de Ciudad Guayana, con el poemario Hijos de Caín, y Luis Glod Sánchez, de San Cristóbal, con Fábula Tropical. Por la profundidad y creatividad de estos poemarios, cada uno merece mayores reflexiones que de seguro publicaré en las próximas entregas.

-Literatura con sangre y músculo: “Nada encuentro en la literatura que sea valioso simplemente por su cualidad profesional: la literatura solo es valiosa en la medida de la pasión -la sangre y el músculo- de que está investida, la cual yace oculta y activa en ella”. Walt Whitman.