sábado, 25 enero 2025
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Tuberculosis: El regreso silencioso a Venezuela de una enfermedad erradicada

En las sombras de los centros de salud de la región esta enfermedad ancestral resurgió con fuerza. Esto presenta un desafío tanto para los pacientes como para el personal que trabaja en hospitales y medicaturas.

La tuberculosis, una vez considerada erradicada, ha vuelto a tocar las puertas de los guayaneses, dejando a su paso un rastro de sufrimiento y desafíos para el sistema de salud.

El control de esta patología muestra deficiencias desde hace unos cuantos años. Según investigaciones de Cotejo.info, en 2015 Venezuela ya mostraba un retraso de 40 años en su lucha contra la tuberculosis. Para el 2017 el país alcanzó una media de 42 casos por cada 100 mil habitantes.

También sobre este tema, un informe de Prodavinci, publicado en febrero de 2022, revela que desde 2016 se observa una disminución en la cobertura de vacunas en Venezuela.

Esta situación derivó en la escasez de tratamientos, como la vacuna BCG, que es fundamental para inmunizar a los niños contra la tuberculosis en el primer mes de vida, situación que causa creciente preocupación entre la población ante esta vulnerabilidad de la salud pública, consecuencia de la falta de vacunación.

Lo cierto es que el peligro de contagiarse de tuberculosis resulta cada vez mayor en centros médicos y lugares donde existe una alta concentración de habitantes como internados, cárceles y albergues.

El martirio de luchar contra la tuberculosis en Guayana

Correo del Caroní tuvo acceso al testimonio de una  paciente que logró vencer esta enfermedad, quien prefirió no revelar su identidad.

Según esta paciente, los primeros síntomas de la tuberculosis, como tos persistente, fiebre y pérdida de peso, suelen confundirse con otras enfermedades más comunes.

“Empecé a notar que tenía mucha tos y fiebre. La tos se hacía cada vez más intensa y no se calmaba con nada ni jarabes, y me duró un poco más de un mes”, relata.

La situación se agravó con fiebres altas y pérdida del conocimiento y un olor desagradable que le causaba gran incomodidad. Para confirmar el diagnóstico, se le realizó una tomografía, que reveló la presencia de tuberculosis.

En este sentido, cabe destacar que los guayaneses tienen dificultades para tener acceso a pruebas especializadas, lo que contribuye a que el diagnóstico sea tardío.

Un tratamiento arduo y sus consecuencias

La paciente comenta que el tratamiento contra la tuberculosis es largo y exigente, requiriendo el consumo riguroso de múltiples medicamentos durante varios meses.

El tratamiento prescrito incluyó Rifampicina, ácido fólico, multiviral, sultamicilina y Lasix, este último para tratar la hinchazón en los pies debido a la desnutrición. “Duré seis meses tomando Rifampicina todos los días”, explica. Sin embargo, el tratamiento tuvo un costo significativo en su calidad de vida: “Me dejó muy débil”.

A pesar de las molestias y efectos secundarios, destacó la importancia de seguir el tratamiento al pie de la letra. Sin embargo, las secuelas de la enfermedad, tanto físicas como emocionales, son significativas y pueden perdurar a largo plazo.

En su testimonio también ratificó las deficiencias del sistema de salud pública regional, afectado por la falta de insumos médicos, la demora en la entrega de resultados y la escasez de personal capacitado, algunos de los problemas que tuvo que enfrentar y que dificultan la atención a los pacientes con tuberculosis.

Para recibir el tratamiento tuvo que trasladarse a Ciudad Bolívar para que le atendieran en el hospital Ruiz y Páez, centro en el que permaneció por una semana mientras le realizaban las evaluaciones.

Posteriormente retornó a su hogar en San Félix, y continuó las revisiones previo referencia de los doctores de Ciudad Bolívar para llevar un control por seis meses más, en el Ambulatorio Urbano tipo III, Las Manoas.

El impacto social y emocional

Más allá de las consecuencias físicas, la tuberculosis también deja una profunda huella en la salud mental de quienes la padecen. El miedo al contagio, la discriminación y la sensación de aislamiento son solo algunas de las dificultades que deben enfrentar quienes la padecen.

Muchas veces, quienes sufren esta enfermedad reciben el rechazo, no solo de amigos y vecinos, sino también de parientes por miedo al contagio.

Aunque la paciente entrevistada no sufrió discriminación directa, el estigma asociado a la tuberculosis la llevó a mantener su condición en secreto.

Un llamado a la acción

La experiencia de esta paciente sirve como llamado de atención para las autoridades sanitarias y la sociedad en general. Es necesario fortalecer los programas de prevención y control de la tuberculosis a través de pasos como:

Prevención: Promover hábitos saludables como una buena alimentación, ejercicio regular y evitar el hacinamiento.

Detección temprana: Realizar pruebas de detección de tuberculosis de manera regular, especialmente en grupos de riesgo.

Tratamiento adecuado: Garantizar el acceso a medicamentos de calidad y un seguimiento médico cercano para todos los pacientes.

Concientización: Informar a la población sobre los riesgos de la tuberculosis y la importancia de buscar atención médica ante cualquier síntoma sospechoso.

La tuberculosis es una enfermedad prevenible y curable, pero requiere de un esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados.