Un pionero de las Relaciones Públicas de Guayana, quien al lado del ministro Leopoldo Sucre Figarella dio prestancia a la Corporación Venezolana de Guayana y sus empresas filiales, no solo en la región y el país, sino también internacionalmente.
En los años 60 llegaron de Caracas él y su esposa Graciela Nena Acosta para amar estar tierra, donde se quedaron y entregaron lo mejor de cada uno. Él en Ferrominera Orinoco inicialmente, y luego al lado del ministro Sucre en la CVG, mientras la Nena abría los caminos del arte y la cultura desde empresas como Sidor, en su Sala de Arte.
Su vida en la región no solo estuvo vinculada al trabajo institucional, sino también a la comunidad y a la iglesia, donde se ganaron el aprecio y reconocimiento de la gente por su trabajo recto, honesto y apegado al bienestar de Guayana y su desarrollo.
Murió lejos, se despidió de corazón de esta tierra que asumió como suya y donde dejó una estela de amigos incondicionales, un legado de trabajo. El corazón de este caraqueño-guayanés dejó historias, anécdotas y recuerdos que permanecerán en quienes lo conocieron y que forman parte de la historia de la Guayana próspera y de progreso. Gracias Don Pedro.
Que en paz descanse.