domingo, 16 febrero 2025
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Kapé-Kapé denuncia explotación laboral de indígenas waraos en Guyana

La organización estima que 1.500 indígenas de la etnia Warao están en Guyana, la mayoría de ellos en condiciones de trabajo forzado y subpagado. | Foto William Urdaneta

@mlclisanchez

La organización promotora de derechos indígenas Kapé-Kapé denunció que indígenas warao provenientes del Delta del Orinoco fueron reclutados bajo engaño para trabajar sin paga en la extracción aurífera de la frontera entre Venezuela y Guyana.

Los indígenas son de la comunidad de Murako, ubicada en el municipio Antonio Díaz de Delta Amacuro. Bajo el engaño de “un buen empleo” como recolectores de hortalizas, dos indígenas de esta comunidad se trasladaron junto a los empleadores hacia la localidad fronteriza Kumako, donde se les obligó a trabajar la minería sin paga.

Según relata la organización, los indígenas estuvieron tres semanas sometidos a trabajos forzados sin remuneración en las minas fronterizas hasta que lograron escapar. La parroquia católica más cercana les brindó asistencia y dinero para que pudiesen regresar a sus comunidades.

Juan Carlos González, indígena warao que trabaja en el sector construcción de Chárate, en Guyana, reportó a la organización que la paga que reciben la mayoría de los warao que migran hacia el país -cuando la reciben-, es hasta 50% inferior al pago que reciben los nativos de Guyana.

La migración de waraos hacia Guyana inició a finales de 2020, cuando a las comunidades de Delta Amacuro llegó información de que había trabajo en el lugar, especialmente en el sector construcción, reportó el vocero de Kapé-Kapé en Delta Amacuro, José Naveda en entrevista con Correo del Caroní.

Sin embargo, el destino principal de migración de los waraos del Delta, sigue siendo Brasil. Naveda estima que cada semana de flexibilización al menos 50 personas parten desde Delta Amacuro hasta Brasil.

La ruta: una semana a remo desde la entidad hasta Barrancas del Orinoco en Monagas, luego un viaje por carretera hasta San Félix, y de ahí un viaje en carretera hasta el kilómetro 88 al sur de Bolívar. De ahí hasta Santa Elena de Uairén (Gran Sabana) y la frontera, se llega en 15 días o más a pie.

Sin vuelta atrás

En los últimos cuatro años en los que la crisis humanitaria se profundizó, la migración de los indígenas se aceleró, incluso, en medio de la alarma sanitaria por la pandemia de COVID-19. Solo en la primera quincena de enero de 2021, 600 indígenas warao han cruzado la frontera con Brasil desde Tucupita, Delta Amacuro. Llegan al país vecino con desnutrición, deshidratación y demás condiciones precarias.

Algunos, en plena ruta de viaje se quedan varados por falta de recursos. Para llegar del Delta hasta Caroní (apenas un cuarto del viaje hasta, en este caso, Brasil) deben pasar por más de tres pueblos vía terrestre y fluvial, vendiendo collares de semilla, chinchorros, frutas y otras artesanías. La familia Flores Cabello, un grupo de 18 indígenas warao con destino a Boa Vista, Brasil que quedaron varados en Ciudad Guayana durante más de tres meses a finales de 2020, es un ejemplo de los riesgos del viaje.

En ese momento, una comunidad indígena de Ciudad Guayana informó a Correo del Caroní que para la fecha ya 50% de sus familias se habían movilizado hasta Brasil, país que ha abierto más de tres albergues para la recepción de indígenas desplazados.

Recientemente, 16 waraos fueron rescatados en la frontera de Brasil con Venezuela tras un viaje a pie de 30 días desde San Félix, Ciudad Guayana. Entre los migrantes hay dos ancianos de 80 años, y una persona con discapacidad. Todos recibieron atención médica.

Hace una semana, el gobierno de Brasil regularizó el proceso migratorio de los venezolanos migrantes que soliciten condición de refugio. Lo que permite otorgar documentación a todos los migrantes pese a que la frontera se mantiene cerrada.

De acuerdo con Kapé-Kapé, el estado Delta Amacuro es la entidad de procedencia de la mayoría de los indígenas desplazados hacia Guyana, Brasil y Trinidad. Todo atribuible a las condiciones extremas de pobreza en el territorio.

Cada 15 días al menos 50 waraos migran de Delta Amacuro hasta Brasil según reporta Kapé-Kapé

Migración histórica

La migración de los waraos hacia vertederos, y centros pesqueros de las principales ciudades de la región Guayana, e incluso países vecinos data de al menos 30 años, o más desde que la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) cerró el caño Manamo en pro de un proyecto de agricultura que no prosperó, sino que por el contrario contaminó la zona y por lo tanto alteró la agricultura y pesca de los pueblos originarios, hoy sumergidos en altos niveles de pobreza y acceso restringido a servicios básicos.

Lograr asentarse en las ciudades cercanas de la región Guayana es la primera estación de la ruta de migración indígena, especialmente en las zonas pesqueras donde se mueve el comercio, o en los vertederos de cielo abierto donde se comercializa el plástico y la chatarra, o en algunos casos, el tráfico ilícito de combustible, les permite generar ingresos suficientes para sobrevivir el día a día, y alcanzar a consumir entre uno y dos platos de comida diarios, con suerte.

Además de que les permite acceder de forma mínima a insumos básicos como artículos de aseo personal, y la ropa que consiguen en los basureros. Todo al costo de trabajar más de 14 horas diarias y ser subpagados.

Para intentar mejorar sus condiciones de vida, se trasladan desde las urbes de la región Guayana como Ciudad Guayana, Ciudad Bolívar y Tucupita hasta países vecinos, pues en las urbes no consiguen empleos con salarios dignos ni logran adaptarse a las dinámicas sociales de los criollos. En medio de su necesidad, y en la ruta de migración, son captados para trabajos forzados.