Hay un mensaje que se repite de forma incansable en las redes de Beatriz Salas, la madre del buzo profesional Hugo Marino Salas: “esperando que el régimen me responda y me diga dónde tienen a mi hijo o que le hicieron, voy a seguir preguntándoles, ellos son los responsables de su desaparición, seguiré luchando hasta encontrar la verdad”.
Lo que cambia de esa publicación es la cantidad de días. Este 20 de abril se cumplen exactamente 1.826 días desde que Hugo Marino desapareció, luego de ser abordado por presuntos funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) a la salida del aeropuerto internacional de Maiquetía. Venía de Estados Unidos, donde vivía y regentaba la empresa Sistemas Electrónicos Acuáticos, especializada en rastreos marítimos de aviones y barcos desaparecidos.
A Marino, actualmente de 59 años, nadie lo ha visto desde que se lo llevaron los presuntos funcionarios de la Dgcim. La primera vez que unos familiares solicitaron información de él en Boleíta, la sede principal del organismo de contrainteligencia, les aceptaron una comida. En la segunda ocasión, los funcionarios negaron que estuviese allí.
“Luego de eso no he sabido más nada de mi hijo, por ningún medio. Yo he pedido que me ayuden (…) Yo sé que en Venezuela no hay justicia, pero tengo la esperanza que en algún momento yo logre saber qué le hicieron a mi hijo”, asegura.
La respuesta del Estado, afirma también Beatriz Salas, ha sido absolutamente nula. Su caso ha sido mencionado en una sola ocasión por el fiscal impuesto por la extinta asamblea constituyente, Tarek William Saab, en julio de 2022. Así lo recuerda.
“Una vez Tarek William Saab, en el programa de Vladimir Villegas, le pregunta qué pasa con la desaparición de Hugo Marino. Inteligentemente hace la pregunta cuando ya se van al corte, entonces él responde: ‘Sí, yo abrí una averiguación’ y se van al corte. Cuando regresan al programa no hablan más de Hugo Marino”, rememora.
Pero Beatriz se encarga de recordar todos los días al funcionario, así como a Nicolás Maduro y la cadena de mando presuntamente involucrada, su breve mención sobre su hijo y que, en teoría, existe una investigación para conocer sobre su paradero. TalCual envió una solicitud de información al Ministerio Público para conocer el estatus de la misma, pero al cierre de esta nota no se obtuvo respuesta.
Otra cuestión que recuerda es la llamada de Gianluca Rampolla, coordinador residente del sistema de Naciones Unidas para Venezuela, cuando recién asumió el cargo. “Hablé con él, le dije que Hugo también es ciudadano italiano (como Rampolla), que abogara e intercediera por él ya que estaba llegando al cargo. Me dijo que me iba a poner en contacto con un fiscal del Ministerio Público. Le comenté que yo quería que estuviese en la reunión la abogada de mi hijo, que es la abogada Tamara Suju. No me contestaron más”.
La desaparición del buzo no solo está en organismos nacionales. Su caso ha sido denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que impuso medidas cautelares el mismo año de su desaparición. También ha sido denunciada ante la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que lo ha mencionado brevemente en informes, y la Corte Penal Internacional, que avanza una investigación sobre presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos en Venezuela.
A su juicio, las autoridades venezolanas juegan al desánimo y olvido. “Ellos están equivocados. Ellos me tienen que responder por la vida de Hugo. Si mi hijo no está más, me tienen que decir dónde lo dejaron, a dónde lo tienen o qué le hicieron”.
Lo que no ha podido saber Beatriz Salas, además de su paradero, es la razón de su detención, aunque no descarta que haya una motivación política. Pone como ejemplo a los desaparecidos del ARA San Juan en Argentina, a los que Hugo Marino ayudó a buscar. Incluso, señala, hay un documental en la plataforma de streaming internacional Netflix donde se refleja su labor en ese caso.
“Mi hijo se dedicaba a buscar personas desaparecidas, y hacía tanta empatía con los familiares de estas personas. Recuerdo que con los familiares de las personas que iban en el avión que cayó en el archipiélago de Los Roques, él siempre les decía a las personas ‘si el avión está en el agua yo los voy a encontrar’. Una vez me dijo: ‘Mamá, yo los tengo que encontrar porque yo le tengo que dar la tranquilidad a esas madres para que puedan saber dónde están sus hijos’. Cómo es el mundo tan chiquito que ahora me toca a mí buscarlo a él y nadie me da respuesta”.
Extrañado, no olvidado
La familia de Hugo Marino ha cambiado en estos cinco años. Ya su madre tiene 81 años, y sus hijos 22 y 13. Su esposa abandonó la vida de ama de casa para buscar el sustento de todos.
“Mi hijo era una persona maravillosa, un padre excelente. A nosotros nos cambió la vida, en estos cinco años fue un cambio de todo, pero yo no me voy a rendir (…) El hecho de que te falta el soporte de la casa, te cambia todo. Tú pierdes la alegría en la casa. La familia se cambia. Mis nietos, tú ves sus caras y llevan una tristeza profunda”, dice Beatriz Salas.
También cuenta que su nieta mayor, con buen promedio académico, tuvo que abandonar su carrera universitaria para poder ayudar en los gastos del hogar. El menor todavía no entiende la desaparición de su padre.
“Nosotros tuvimos que salir de dónde vivíamos a otro sitio porque ya no lo podíamos pagar. Mi nieto no entiende por qué su papá no viene más, no entiende por qué su papá no lo llamó más. Eso ha sido lo más difícil. ¿Tú cómo le dices a un niño con una condición leve de autismo eso? Estos niños tienen un sentido de pertenencia muy grande, y para mi nieto su papá lo era todo porque era quien lo llevaba a la escuela, quien salía a jugar con él”.
Lo que también afirma Beatriz Salas es que no está dispuesta a olvidarse de quien fue su compañero y soporte. “No se olviden nunca, porque yo no me voy a olvidar de que ellos se llevaron a mi hijo y me deben responder. Con alguna justicia ellos me van a responder, porque yo no me voy a cansar ni me voy a rendir. No crean que porque soy una señora me voy a cansar y dejar de buscar a mi hijo, no. Acuérdense que voy a estar todos los días ahí, a lo mejor no logro nada, pero no los voy a dejar tranquilos porque la vida de mi hijo vale”.