lunes, 17 febrero 2025
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“Hay compañeras que consideran a Chávez el gran feminista de Venezuela y no entiendo absolutamente el porqué”

Para Melanie Agrinzones, cofundadora de la asociación civil Uquira, la inexistente perspectiva de género en las políticas públicas evidencia que el régimen de Nicolás Maduro, aunque autodenominado feminista, ha limitado a las mujeres al rol de la maternidad mientras violenta sistemáticamente sus derechos.

@francescadiazm

Las palabras deconstrucción, género e interseccionalidad cada año están más presentes en la agenda pública, redes sociales y medios de comunicación. Y lo están porque el movimiento que las blande como bandera, el feminismo, se ha popularizado en las últimas décadas. Pero Melanie Agrinzones, cofundandora de la asociación civil Uquira (feminista, cómo no) es más que un movimiento: es una trinchera para luchar por una sociedad más justa. Con su aforismo de que todo el mundo debería ser feminista, considera que solo los sistemas democráticos pueden ofrecer equidad de género.

Agrinzones, quien es licenciada en Estudios Internacionales, sitúa el inicio del interés por el movimiento en su adolescencia, donde asegura haber visto desigualdades de género en repetidas ocasiones. El hecho de que se exija vestirnos, actuar y comportarnos de cierta manera según el sexo siempre le causó rechazo; estos roles de género pertenecen a lo que ella denomina “sistema patriarcal”. Según su experiencia, la escucha activa y documentación sobre el tema impulsa a las mujeres a redescubrir el rol que tienen como miembros activos de la sociedad.

La dictadura no es feminista 

En Venezuela la propaganda feminista no tiene tanta popularidad como en otros países de la región. En medio de la emergencia humanitaria y la crisis económica no es un tema que apremie a la ciudadanía. No obstante, el gobierno de Nicolás Maduro, siguiendo la línea discursiva de Chávez, se ha autodenominado feminista. Con tajancia, Agrinzones asevera que el feminismo es incompatible con el régimen venezolano, ya que no hay garantías para los derechos humanos y, al contrario, estos son violados.

Tras cursar estudios en Liderazgo político y social, Agrinzones opina que la falta de perspectiva de género en torno de las políticas públicas actuales denota la ausencia de un enfoque feminista en las legislaciones venezolanas. Manifiesta que no basta con incorporar mujeres en cargos públicos si estas no son sensibilizadas y reproducen el machismo sistemático.

– Tomando en cuenta que en Venezuela las mujeres poseen derechos y forman parte de la vida pública, ¿a qué otros derechos se buscan acceder o qué quiere lograr el feminismo en el país? 

“Las políticas públicas han sido direccionadas al tema de la maternidad. Todo el discurso del chavismo nos reduce a personas que se encargan de los cuidados y vienen a parir al mundo” | Fotos cortesía Melanie Agrinzones

– En Venezuela vivimos en un sistema patriarcal comenzando porque el gobierno actual es autoritario y no democrático. No podemos hablar de un sistema deconstruido ni feminista cuando no hay democracia. De nada sirve tener un papel en el que el Estado asegura que te da derechos. Necesitamos políticas públicas reales. Cuando vamos a los datos internacionales y revisamos la pobreza mundial, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres. Eso ocurre en Venezuela, la mayoría de las mujeres están en situación de pobreza según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida. La emergencia humanitaria ha afectado la vida de las mujeres de manera diferenciada. Ha afectado el derecho a la educación, a la salud, a la higiene menstrual, los derechos reproductivos. La mayoría de las mujeres en el país están en trabajos informales, no basta con legislar o atribuir derechos en una Constitución. Los Estados deben responder por los derechos de la mujer. Queremos conseguir políticas públicas reales y no basadas en la maternidad que es lo que han hecho los gobiernos de Chávez y Maduro: reducirnos a la maternidad. Necesitamos cifras oficiales para promover políticas que beneficien a las mujeres. Aún no hemos conseguido la Ley de Identidad de Género; el aborto legal, seguro y gratuito; el matrimonio igualitario; leyes que regulen el trabajo sexual. Es necesario que existan perspectivas de género en las leyes laborales. Es un conjunto de cosas que no se limitan a decir “puedes trabajar”, hay que estudiar las condiciones bajo las cuales las mujeres están trabajando.

– ¿Por qué consideras que el gobierno de Maduro reduce el rol de la mujer a la maternidad? Tomando en cuenta que su gabinete ha denominado su gestión como feminista. 

No puede llamarse feminista un gobierno que no es democrático y que viola sistemáticamente los derechos humanos. Eso es incompatible con el feminismo. Las políticas públicas han sido direccionadas al tema de la maternidad, incluso los bonos o programas como Madres del Barrio. Todo el discurso del chavismo nos reduce a personas que se encargan de los cuidados y vienen a parir al mundo. Nicolás Maduro dijo públicamente que las mujeres “deben parirle muchachos a la patria”. Así nos ven. Seres que solo tienen la función de gestar: a eso se nos redujo. Ellos pueden promulgar las leyes que deseen, es su trabajo; pero las políticas públicas no están direccionadas a garantizar derechos. Un bono no garantiza derechos. Necesitamos que la garantía de derechos humanos sea tangible y real. Para eso es importante la democratización del país. El Estado debe despenalizar el aborto para que nosotras podamos decidir ser madres o no. Las mujeres deben poder decidir si ser madres o no: no tenemos que parir porque sí.

– ¿Consideras que estos mandatos tomaron medidas para impulsar la participación activa de las mujeres en el ámbito político? 

Ellos no son feministas. No te voy a negar que tienen a un montón de mujeres en cargos públicos, ellos han tratado de tener una narrativa que pueda calar en las mujeres. Sin embargo, estas mujeres responden a la misma lógica patriarcal que el Estado y el gobierno les imponen. La maternalización, las mujeres que se enfrentan entre ellas en espacios políticos… Lo vemos en la mesa de diálogo de México donde la participación de mujeres es nula. Hay solo dos mujeres en la mesa de diálogo. No podemos llamar un gobierno feminista por la cantidad de mujeres que tiene adentro, hay que preguntarse si esas mujeres realmente participan y defienden una agenda de género o si están defendiendo al patriarca. Podemos ver cómo hay compañeras que consideran a Chávez el gran feminista de Venezuela, pero no entiendo absolutamente el porqué. Para que alguien sea considerado feminista tiene que ser demócrata.

– Como licenciada en Estudios Internacionales tienes una visión global de las problemáticas sociales y culturales. Situaciones políticas como la que se vive actualmente en Afganistán demuestran que, contrario a lo que se cree, la lucha por los derechos de la mujer no ha terminado. ¿Cuál crees que es el siguiente paso que debería dar la sociedad para erradicar la violencia contra la mujer? 

Queda mucho por luchar y exigir a los Estados. Las sociedades y las personas necesitamos tener una escucha activa ante los requerimientos de los colectivos. Es necesario entender que estas luchas nos benefician a todos. Se basa en que todos tengamos garantía de nuestros derechos y que la sociedad tenga menos violencia. A medida que se acepte la agenda feminista, vamos a entender lo beneficioso que es no solo para mujeres, sino para toda la sociedad en general. Es necesario tener una perspectiva más horizontal de la sociedad.

– Existen grupos que consideran que el feminismo debería ser únicamente para las mujeres biológicas, ya que dejarlo en manos de alguien más sería robarle el protagonismo a la mujer de su propia lucha. ¿Cuál es tu opinión? ¿Los hombres y las mujeres trans pueden considerarse feministas? 

– Estoy en desacuerdo. Yo no creo en el feministómetro. Todas las personas tenemos procesos diferentes. Todos pasamos por distintas etapas incluso en el feminismo, aunque este tenga unos principios y bases que, al final, pueden ser discutibles. Considero que los hombres sí pueden ser feministas. Necesitamos que todos sean feministas para poder crear sociedades más justas. Así como existen mujeres que reproducen machismo y que son patriarcales, hay hombres que también pueden pasar por deconstrucción. El feminismo transexcluyente me parece totalmente patriarcal, no lo entiendo. Es patriarcal negar de la identidad de otra persona. Yo creo que hombres y mujeres podemos deconstruirnos. Puedo entender que el feminismo tiene como principal figura a las mujeres, claro que sí, pero también podemos contar con hombres que tengan grandes aportes al movimiento. Hombres, mujeres, personas no binarias y personas queers podemos ser feministas porque creemos en la libertad y la justicia. Las mujeres trans son mujeres y no debato la identidad de mis compañeras.

Abortos inseguros: una forma de violencia gubernamental 

“Cuando despenalizas el aborto, ya no criminalizas a las mujeres. Se puede acceder sin ser señaladas y las organizaciones dan información sobre derechos sexuales y reproductivos”

El Código Penal venezolano solo tiene permitida la instancia del aborto terapéutico, es decir, el que se lleva a cabo para salvar la vida de la madre. Agrinzones puntualiza que la Organización Mundial de la Salud recomienda la despenalización del aborto, ya que garantiza los derechos reproductivos de las personas gestantes. “El aborto es algo fundamental para el desarrollo de las mujeres y su autonomía. Penalizar la interrupción del embarazo mata mujeres. Es violencia de Estado”.

Los abortos inseguros son la tercera causa más común de mortalidad materna en el ámbito nacional, ya que se practican de manera rudimentaria y, por lo general, no cuentan con los recursos para hacer frente a complicaciones. Los países que legalizan el aborto tienden a bajar el índice de mortandad materna y, prácticamente, erradican las muertes por abortos inseguros.

El informe para el período de 2019 de la organización Mujeres al Límite expone que, para la segunda mitad del año, por cada 4 partos se practicó 1 aborto inseguro.

– La consigna “la maternidad será deseada o no será” es uno de los pilares en la lucha por la despenalización del aborto. ¿Por qué debería ser válido que una vida no nazca por el deseo de otra persona?

No me gusta dar razones de por qué una persona puede abortar o no. Ninguna gestante debe dar razones ni debe explicar su aborto, es simplemente un derecho y punto. Es un derecho a decidir sobre tu cuerpo y tu vida. Abortar es una decisión responsable porque asumes la responsabilidad de tu vida y de tu cuerpo. No es una decisión fácil y menos en una sociedad que te criminaliza por decir que en este momento no puedes ser madre. La mujer tiene unos derechos atribuidos y debería poder decidir. Cuando hablamos de derechos humanos tenemos que pasar por encima de temas religiosos. Este tema de cuándo comienza la vida está fundamentado en temas religiosos. Eso es respetable, la persona que no desea abortar porque va en contra de sus principios tiene derecho a no hacerlo; pero los derechos reproductivos deben estar garantizados y debe haber un acceso a un aborto legal, seguro y gratuito para garantizar la vida.

– Groenlandia, nación donde el aborto es legal, cuenta con altas cifras de interrupción del embarazo. Las mujeres llegan a realizarse hasta 5 abortos a lo largo de sus vidas. ¿Qué mecanismos se usarían para prevenir que se practiquen abortos a la ligera en lugar de usar métodos anticonceptivos? 

Además de educación sexual y acceso a los anticonceptivos, creo que no podemos limitar el derecho de las mujeres a abortar las veces que lo decidan. El Estado no debe tutelar cuántos abortos se realiza la persona gestante. No podemos limitar. La garantía al acceso al aborto legal, seguro y gratuito debe existir sin ningún tipo de estigma o prejuicio. Que sean las mujeres quienes decidan sobre sus vidas. 

– Además de legal, el movimiento feminista asevera que el aborto debería ser gratuito; los detractores afirman que no están dispuestos a que el dinero de sus impuestos sea utilizado con este fin. ¿Por qué crees que el Estado venezolano debería costear esto habiendo tantas carencias en otras áreas? 

El aborto debe ser gratuito porque es un tema de salud pública. Así como deberían ser gratuitos otros servicios. Cuando se exige aborto legal, seguro y gratuito se exigen políticas públicas que permitan garantizar este derecho. En el movimiento feminista venezolano actual, algo en lo que coincidimos muchas es que más allá de la legalización buscamos la despenalización. Cuando despenalizas el aborto, ya no criminalizas a las mujeres. Se podrá acceder sin ser señaladas y las organizaciones que dan información sobre derechos sexuales y reproductivos puedan trabajar sin ser hostigadas por el Estado. La interrupción del embarazo es un tema de emergencia y que atenta contra la vida de las mujeres.

Presunción de la inocencia: derecho vulnerado 

Las redes sociales, especialmente Twitter, se han convertido en plataformas de denuncia pública para las mujeres. Con la etiqueta #Yosítecreo, las mujeres comparten sus historias sobre acoso, violaciones y abuso. No obstante, los detractores del movimiento cuestionan la validez de estas denuncias que, a su vez, acusan directamente al presunto agresor sin pruebas.

La “cancelación” en redes sociales responde al concepto de vituperar la imagen pública de alguien y hostigar a través de la web. Este mecanismo, además de no estar respaldado por la ley, favorece delitos como la difamación y calumnia.

Con la premisa de que la revictimización institucional impide concretar denuncias, muchas mujeres cuentan sus historias en redes sociales en búsqueda de apoyo. Y, según críticos, emitiendo un juicio y condena social sin investigación previa.

– ¿Consideras que el movimiento ha caído en radicalismos al enjuiciar a los presuntos agresores sin tener en cuenta la presunción de la inocencia? Por ejemplo, el Me too ha cobrado mucho auge en redes sociales fomentando la cultura de cancelación y ciberacoso, lo que podría tener consecuencias fatales como difamación y el suicidio. 

Mi postura siempre será creerle a la víctima. Prefiero creer a una posible víctima que a un posible agresor. Eso no significa que no respete la presunción de la inocencia, pero de eso se encarga el sistema de justicia. Como organización, acompañamos y apoyamos a las víctimas. Por supuesto, el presunto agresor tiene derecho a defenderse, a ser procesado por la justicia y la justicia debe hacerlo. Las posibilidades de que una denuncia sea falsa es mínima. Siempre estaré de lado de las víctimas porque sé que vivimos en un sistema que aplaude la violencia y que revictimiza a quien decide alzar su voz. Cuando estas denuncias se hacen públicas, normalmente, es porque el sistema de justicia no responde de manera efectiva o, en otros casos, el sistema es tan machista que enfrentarse a él puede ser doloroso. La persona acusada debe asumir consecuencias entendiendo que también tiene derecho a la defensa.

– El trabajo sexual es uno de los temas más controversiales en los debates feministas. La dicotomía se presenta como un grupo que muestra una postura abolicionista y otro que apoya el trabajo sexual mientras exista consentimiento de la mujer: ¿cuál es tu posición respecto a este tópico? 

No somos abolicionistas. Consideramos que el trabajo sexual es trabajo. Es necesario que el trabajo sexual sea regulado y que sean las propias trabajadoras sexuales que decidan sobre su labor. Lo ideal es que ellas puedan incidir en lo público para generar y conseguir derechos. Hay conceptos distintos: no es lo mismo el trabajo sexual a la trata o prostitución forzada.

– Mencionas que prefieres estar de lado de una posible víctima que de un posible agresor; sin embargo, en caso de una denuncia falsa, el hombre sería la víctima de la calumnia. ¿No crees que es irresponsable asumir que las mujeres no hacen denuncias falsas? 

– No doy por sentado que las mujeres no puedan hacer denuncias falsas. Eso existe, pero el porcentaje es muy pequeño. No voy a dejar de acompañar a víctimas o a revictimizarlas poniendo en duda su palabra, ya que esa no es mi labor. Las personas que acompañamos estos casos siempre creemos a la víctima, es decir, quien está denunciando. Sobre todo las personas que trabajamos con violencia de género y violencia sexual. En caso de que ocurra que la denuncia sea falsa (cosa que no ocurre casi nunca), yo no tengo problema en públicamente decir que me equivoqué y esperaría que se hiciera justicia. La posibilidad que existe es mínima. No podemos dejar de apoyar a las víctimas partiendo de la premisa de que quizás es mentira. De mi parte no funciona así. No creo que sea irresponsable, irresponsable es seguir contribuyendo a la revictimización sabiendo cuáles son las estadísticas y conociendo al sistema al que nos enfrentamos.