El suministro del Programa de Alimentación Escolar (PAE), durante la pandemia de la COVID-19, ha llegado con intermitencia y poca -o nula- proteína animal, al menos, en seis colegios ubicados en zonas económicamente vulnerables de San Félix y Puerto Ordaz.
De la alimentación que estas escuelas puedan brindar a través del PAE dependen al menos 2.786 estudiantes, en su mayoría entre los 6 y 13 años.
Aunque el suministro alimenticio de este programa estatal, diseñado para reforzar la nutrición de los alumnos, debe ser despachado mensualmente o cada quince días, en Caroní ningún colegio lo recibe puntual y completo, sobre todo, en las comunidades con más necesidades nutricionales.
“No tenemos comedor, ni plan B para solucionar esto. Porque lo suministra la corporación. Han dicho que va a llegar el suministro, pero no, no ha llegado”, dijo la directora de un colegio | Fotos William Urdaneta |
Aunque el Gobierno nacional prometió potenciar el servicio de alimentación en las escuelas durante la contingencia por COVID-19 y honrando sus competencias como Estado educador, la promesa no se ha cumplido.
La cocina de la Escuela Básica Estatal Mario Briceño Iragorry, ubicada en el barrio Luis Hurtado Higuera de San Félix, se paralizó luego de que en julio 2020 se terminara el único suministro de alimentos del PAE que recibieron en todo el primer momento del período escolar 2020 – 2021.
Desde entonces, tanto los 535 niños y adolescentes -que esperaban con ansias este plato de comida a diario-, como los maestros del plantel, continúan a la espera de la reanudación del despacho de alimentos, que hasta ahora es incierto. No hay plan B posible.
“No tenemos comedor, ni plan B para solucionar esto. Porque lo suministra la corporación. Han dicho que va a llegar el suministro, pero no, no ha llegado”, manifestó la directora del plantel, Gloria Franco. “Los niños no están recibiendo ese programa tan importante para ellos (…) ese es un programa para fortalecer también la parte pedagógica porque una persona que no come no puede asimilar”, dijo.
Aparte de los niños que pertenecen a la matrícula del colegio, la institución también apoya a 12 niños y adolescentes de la comunidad con necesidades nutricionales. Aquellos cuyas alacenas en casa están, por lo general, vacías.
En la institución trabajan al menos 33 personas entre docentes, cocineros y personal de mantenimiento. Durante la contingencia también han tenido que procurar por cuenta propia los insumos de bioseguridad para la atención semi presencial de los estudiantes: cada maestro lleva su mascarilla, y en la escuela se limpia con la cantidad limitada de hipoclorito que donó Barrio Nuevo, Barrio Tricolor. “No tenemos gel, no tenemos alcohol… aquí no tenemos nada de eso”, afirmó Franco. Nunca lo tuvieron.
“Yo elevo una felicitación a los docentes porque hacen un trabajo loable, aquí estamos todos, hasta gente que no está percibiendo ningún salario, pero estamos respondiendo a los niños de nuestra comunidad”, manifestó.
A la espera de nuevas instrucciones
Para este regreso a clases a distancia, los colegios están a la espera de nuevas instrucciones de la Corporación Nacional de Alimentación Escolar Bolívar (CNAE). El equipo reporteril de Correo del Caroní contactó a las autoridades de la corporación en el municipio, sin embargo, la comunicación no fue posible.
El personal del colegio Juan Francisco Reyes Baena ubicado en el barrio Brisas del Paraíso, en San Félix, recibió las bolsas de alimentos para preparar los platos de comida de los alumnos solo en cuatro ocasiones durante el primer momento pedagógico del año escolar en curso. Lo que quiere decir que el comedor que atiende entre 350 y 390 comensales se paraliza cada 15 o 20 días.
El servicio desmejoró progresivamente incluso desde antes de la contingencia sanitaria. El director del plantel, Dennis Davis, informó que la institución pasó de recibir entre 30 y 40 bolsas de alimentos de entre 10 y 12 kilogramos para preparar los platos de comida, a recibir apenas 27.
Además, en todo el primer momento del período escolar 2020 – 2021, los niños no han recibido otra proteína que no sea mortadela y sardina, y solo en una ocasión. “Pero eso también tiene que ver con nuestra matrícula, que también ha ido mermando. Hay veces que sube la cuestión de la comida”, explicó Davis.
El Colegio Juan Francisco Reyes Baena está ubicado en una zona en la que la mayoría de los núcleos familiares vive en condiciones precarias, razón por la que oenegés se esfuerzan por mantener los dos comedores que auxilian a esa comunidad.
Los colegios afectados por la falta de PAE no solo atienden a sus alumnos, también a niños y adolescentes con necesidades nutricionales de la comunidad |
Por eso, para los niños que pertenecen a la matrícula de esta institución el plato de comida del PAE puede marcar la diferencia en su dieta diaria, hay quienes cuentan exclusivamente con ese plato de comida para alimentarse en el día.
En esa misma situación se encuentra el colegio Teresa de la Parra, del barrio Buen Retiro, también en San Félix. Su directora, Elizabeth González, informó que hasta ahora continúan a la espera del suministro alimenticio para 405 niños que lo requieren.
También hay colegios que logran hacer que rinda el suministro, o al menos lo intentan. Como sucede en el colegio Alejandro Otero, ubicado en el barrio Los Alacranes de San Félix. La cocina puede dejar de funcionar por falta de insumos por al menos dos meses.
Sin embargo, la institución recibió dotación alimenticia del PAE entre noviembre y diciembre de 2020, y tiene para solventar al menos tres días de la primera semana de clases de este segundo momento del año escolar en curso.
“Tenemos para cocinar estos tres días con la remesa que nos quedó desde diciembre, y hoy estamos cocinando”, informó la coordinadora del recinto, Inarvis Carrasquel.
En esos últimos dos meses recibieron pasta, arroz, azúcar, harina, sardina y pollo para preparar comida a los 641 estudiantes que acuden al comedor de su colegio. “En medio de tantos problemas, ayuda muchísimo. Aun cuando no damos clases, ellos vienen a buscar su comida”, dijo.
De acuerdo con los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Vida (Encovi), 88% de los hogares en el municipio Caroní, estado Bolívar, padecen algún tipo de inseguridad alimentaria.
Por esa razón es imprescindible que el Gobierno nacional potencie el PAE sobre todo en las comunidades más vulnerables, y permita el ingreso del Programa Mundial de Alimentos que coordina Naciones Unidas, para proteger el desarrollo de niños y adolescentes, en un momento en el que la pandemia por COVID-19 agudizó la crisis alimentaria, y la contracción económica permitió que en 2020 el salario mínimo llegara a cubrir apenas 0,88% de la canasta alimentaria.
Un contrapeso para amortiguar el hambre
Hay colegios que, en medio de la precariedad, cuentan con el apoyo humanitario de algunas organizaciones de la sociedad civil para amortiguar el déficit alimentario de los alumnos, como el colegio Fe y Alegría Santa Joaquina del barrio Las Amazonas, en Puerto Ordaz.
Su directora, Neyda Navas, informó que la institución no cuenta con el PAE desde marzo de 2020. Sin embargo, han podido solventar la carencia en alianza con el Consejo Noruego para Refugiados (CNR).
Aunque la ayuda humanitaria proveniente de organismos multilaterales como el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el CNR, contribuye con paliar el hambre en los hogares más vulnerables, instituciones no gubernamentales han explicado que, por la dimensión de la crisis, la ayuda humanitaria ha tenido poca incidencia en la población venezolana.
La única certeza que tienen los colegios monitoreados, es que al menos no les ha fallado el suministro de gas doméstico para cocinar, en medio de la escasez de este servicio en toda la ciudad.
Vía redes sociales, personal del CNAE en Bolívar informó que este 11 de enero sostuvieron una jornada informativa para iniciar el segundo momento del período escolar 2020 – 2021, sin embargo, no ofrecieron información pública sobre la reanudación del suministro en los colegios que, en plena contingencia, tienen sus concinas paralizadas por falta de insumos.