miércoles, 19 marzo 2025
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Destacan el rol de las mujeres en el desarrollo de la ciencia latinoamericana y caribeña

En un artículo del boletín de la Acfiman, las autoras toman como ejemplo a algunas pioneras de la parasitología en la región.

Hombres y mujeres de ciencia enfrentan múltiples adversidades a lo largo de su carrera debido, entre otros factores, a la exigua inversión en investigación y desarrollo por parte de los gobiernos de la región. Ellas, sin embargo, están en mayor desventaja: según el Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), sólo un tercio de la fuerza laboral científica del mundo es femenina.

En la edición más reciente del boletín de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (Acfiman), tres investigadoras destacan el papel que ha jugado el empoderamiento de las mujeres en el desarrollo de la ciencia latinoamericana y caribeña, tomando como referencia el campo de la parasitología y la historia de algunas de sus pioneras.

Las autoras de la publicación son las doctoras Alicia Ponte-Sucre, del Instituto de Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) e Individuo de Número de la Acfiman (Sillón I); Leidi Herrera, del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Facultad de Ciencias de la UCV y del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Asunción de Paraguay; y Liliana López, del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias de la UCV y presidenta de la Acfiman (Sillón XXV).

Reconocimiento tardío

En el artículo An approach to women scientists and parasitologists in Latin America and the Caribbean from a gender perspective, las expertas aseguran que la ciencia es “la mayor empresa colectiva de la humanidad” en la cual las mujeres han estado involucradas durante muchos siglos. No obstante, el trabajo de sus congéneres comenzó a ser valorado y visibilizado tardíamente, a mediados del siglo pasado, siendo la parasitología uno de los campos más fértiles para ellas.

La parasitología es la subdisciplina de la biología que estudia a los parásitos (organismos que viven sobre o dentro de hospedadores y se nutren de estos o a sus expensas) y a sus hospedadores (organismos que albergan a otros organismos), así como la relación entre ambos. Una de las áreas más importantes de investigación y desarrollo en los países tropicales es la parasitología, ya que la mayoría de las enfermedades parasitarias se producen en los trópicos. “En ALC, un número significativo de mujeres en las ciencias médicas y de la salud han dedicado su investigación a la parasitología. Alrededor de 33 mujeres venezolanas han sido reconocidas internacionalmente por su trabajo en parasitología”, afirman.

En su artículo, resaltan las biografías de las ganadoras del Premio Mujeres en la Ciencia de la Unesco-L’Oréal, la brasileña Lúcia Mendonça Previato (2004) y la mexicana María Esther Orozco (2006), además de la ganadora del Premio Anneke Levelt-Senger: Mujeres por la Ciencia de las Américas (Ianas 2023), la costarricense Alicia Rojas. También mencionan los aportes de venezolanas pioneras en estudios relacionados con la parasitología en ALC, tales como Lucila Arcay de Peraza (1928-2015), Olinda Delgado Silva (1930-2024), Elsa Báez Abreu de Borges (1938), María Dora Feliciangeli (1940-2017), Hilda Pérez Carvajal (1943-2019), Eva Pérez de Suárez (1947-) y Elina Rojas (1946-2016).

El principio de todo

La parasitología dio sus primeros pasos en Brasil en 1860 gracias a una mujer, pero no por las razones esperadas. Una esclava de una plantación de azúcar, llamada Berenice, perdió la agudeza mental y quedó paralizada. El diagnóstico de la época fue “degeneración tropical”, término genérico que se utiliza para describir enfermedades graves que solo afectan a las personas que visitan o viven en los trópicos. Berenice había muerto de tripanosomiasis americana, lo que hoy se conoce como enfermedad de Chagas. Tuvieron que transcurrir 45 años para que el médico Carlos Chagas descubriera el agente causal en colaboración con su profesor Oswaldo Cruz. Más tarde, en 1909, Chagas identificó el parásito con el nombre de Trypanosoma cruzi, en homenaje a su mentor.

Venezuela fue el segundo país, después de Brasil, en describir la enfermedad de Chagas en el continente. Ocurrió en 1919 en Mene Grande, estado Zulia, de la mano del médico Enrique Tejera, artífice de las primeras investigaciones, observaciones críticas, trabajos de campo, experimentos y hallazgos vinculados con T. cruzi, que propiciaron la identificación del insecto triatomino Rhodnius prolixus (chipo) como el vector primario responsable de la transmisión del parásito.

Para las autoras, es imperativo comprender la dinámica evolutiva de los parásitos en tiempos de cambio climático antropogénico. “A partir de la formación de estudiantes de posgrado en parasitología, aprender no solo sobre los parásitos en sí, sino también sobre la importancia fundamental de la equidad, la diversidad y la inclusión, podría ser una forma de desencadenar una mejor manera de lograr los objetivos necesarios, teniendo en cuenta las idiosincrasias de los estudiantes y científicos latinoamericanos”.

Aunque “las historias que aquí contamos son una inspiración para todas aquellas mujeres y niñas que quisieran hacer de la parasitología su pasión en la vida”, las autoras concluyen que “la brecha de género aún existe en ALC”.

Balanza sin balance

Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha oportuna para reivindicar el -frecuentemente- soslayado papel de las mujeres en los diferentes ámbitos de la vida.

Por ejemplo, en algunos países, las científicas ganan, en promedio, 30% menos que los hombres aun teniendo las mismas calificaciones. Además son pocas las que ocupan cargos directivos en las academias nacionales de ALC, a excepción de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (67%), la Acfiman (67%) y la Global Young Academy (64%), que tienen la mayor representación femenina en sus órganos rectores.

“Otros hallazgos sugieren que las investigadoras tienen menos movilidad internacional, menos probabilidades de participar en colaboraciones internacionales de investigación y menos probabilidades de publicar artículos como primeras autoras, especialmente en revistas de alto impacto”, insisten las investigadoras en su artículo.