viernes, 16 mayo 2025
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Alarma representó a Guayana en Festival de Cortometrajes de la Universidad de Nebrija

Un grupo de estudiantes de comunicación social de la UCAB Guayana logró posicionarse como uno de los 10 finalistas de la categoría Mejor Cortometraje Liga Iberoamericana, en la XXI edición del Festival de Cortometrajes de la Universidad de Nebrija, en España.

Una asignación académica se convirtió en un logro que trascendió las fronteras. Alarma es un cortometraje hecho por estudiantes de primer semestre de comunicación social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), extensión Guayana.

La producción audiovisual quedó entre los 10 finalistas de la Categoría Mejor Cortometraje Liga Iberoamericana, en la XXI Edición de Cortometrajes de la Universidad de Nebrija, en España.

“Es una pesadilla en la que nuestra protagonista viaja para afrontar sus traumas del pasado, en un entorno presente que es la universidad. Quisimos reflejar las presiones que los estudiantes pueden sentir y que arrastran desde el bachillerato”, explicó Ricardo Gómez, productor y asistente de dirección.

Además, el corto muestra el viaje interno de una estudiante que enfrenta a sus fantasmas, los cuales son una representación simbólica del estrés y la ansiedad que arrastran los jóvenes desde etapas anteriores a la universidad.

“La intención de la atmósfera que creamos en el cortometraje fue representar el estrés que puede sentir un estudiante universitario bajo diferentes contextos o la ansiedad que uno puede arrastrar debido a experiencias previas. Quisimos reflejar cómo es ese sentimiento en una atmósfera tangible para el espectador”, detalló Gabriel Sánchez, director y guionista.

El cortometraje surgió de un ejercicio de creatividad en la cátedra de Comunicación Audiovisual, impartida por el profesor Gustavo Ponne. A cada grupo se le asignó una palabra al azar como punto de partida. En este caso, fue Alarma, y a partir de ella se desarrolló una historia.

“El hecho de pensar fuera de la nota hace que tú le pongas corazón a eso que quieres hacer. Si no lo sientes, créeme que esa historia no le va a llegar a nadie”, afirmó Ponne.

El proceso de producción, según el director de fotografía Luis Rodríguez, fue intenso: 26 versiones del guion, múltiples jornadas de grabación y edición, y un compromiso total del equipo. “Fue una montaña rusa emocional. Terminé de rodillas, agradecido con Dios por lo que logramos”, compartió.

Con esta postulación coincidieron en que el mayor aprendizaje fue descubrir su pasión por la producción audiovisual.

“No nos esperamos eso. Es una sorpresa muy grande, una emoción por llegar tan lejos apenas empezando la carrera. Esto nos da indicios de que en un futuro puede que lleguemos aún más lejos”, expresó María Jesús Pérez, quien estuvo a cargo de la iluminación y el sonido.

Esta experiencia no solo les permitió demostrar talento, sino que sembró la certeza de que el cine puede ser una vía para expresar lo que muchos sienten y pocos se atreven a decir.

El resultado es un trabajo que, además de ser finalista en un festival internacional, encendió una chispa en cada uno de sus creadores. Hoy, mantienen viva esa energía como una productora emergente, con la intención de seguir contando historias.