Un día cualquiera, de hace unos 20 años, Don Pedro me sacó de dudas sobre todo ese sincretismo que generó la actividad minera del hierro, sobre los asentamientos y sobre la trascendente transición de manos norteamericanas a manos criollas (nacionalización de la industria del hierro).
Por supuesto que el lobby lo hizo La Nena, su esposa a quien esta ciudad le debe ese paso acelerado a la modernidad cultural.
Desde ese día entendí que todo lo que se decía de Don Pedro era cierto. Un ser reposado y con una cultura del protocolo existencial impecable.
Nos frecuentábamos y comíamos siempre con el interés de que me ilustrase sobre esta ciudad, que aparte de verme nacer, amo con obsesión saludable (esas palabras son de él).
Recuerdo que en una ocasión le hicimos un modesto reconocimiento en Buscadores de Libros, con Mariela Mendoza como anfitriona, en el proyecto Para fijar el rostro de nuestra ciudad, un seriado de encuentros para celebrar 10 años de labor ininterrumpida.
Cuando lo abordé para que nos acompañara junto a Alfredo Rivas Lairet, Lourdes de Gago, María Nuria De Cesaris y Simón Yegres, todos protagonistas de diferentes momentos históricos y políticos de Ciudad Guayana, me dijo con una modestia auténtica y desprovista: poeta yo no tengo mucho que contar. Me empezó a dar nombre de otras personas y le dije, es usted el que nos interesa Don Pedro. Allí calló y me dijo, está bien poeta ponga fecha.
Y entonces, Don Pedro se reunió con nosotros en la sede de Buscadores de Libros en febrero de 2020 y compartió con los presentes, aquí les comparto la reseña que publicó Correo del Caroní sobre esa actividad.