Caracas fue la primera ciudad del país en conocer la firma de Ana Oliva, quien se decantó por personalizar su marca con el seudónimo Tata Oliva. Se trata de un sello que se caracteriza por la confluencia del pop art, el abstraccionismo y el arte cristiano mediante la intervención. Esto último la ha llevado a plasmar su estilo sobre esculturas de José Gregorio Hernández, vírgenes venezolanas y otras imágenes religiosas que, en sus palabras, han gustado.
Es así como su nombre evoca, de manera inmediata, a algún santo intervenido con el colorido y el desparpajo que transmite la personalidad de Oliva. Nacida en Upata, vivió durante siete años en Estados Unidos, casi un año en Francia, se radicó en la caribeña Margarita, tuvo un paso por Caracas y, finalmente, formó su familia en Puerto Ordaz.
Egresó como diseñadora de interiores en 2001, tras haber cursado el bachillerato y la universidad en Estados Unidos. La escultora reconoce que fue una época difícil debido a la ausencia de sus padres, pero actualmente ve su paso por Norteamérica y Europa como una oportunidad de mirar de cerca arte y cultura, además de ampliadora de mente y una experiencia que la llevó a conectarse con esa artista que, pese a que considera que por algún tiempo no comprendió, siempre llevó dentro de sí.
Diseño de interiores: una alternativa para crear
Evoca su acercamiento al arte como algo casual. Sus cuadernos estaban siempre rayados, ya que tenían el menester de contener la creatividad que siempre tuvo; no obstante, reconoce que no fue una adolescente erudita o superdotada para las artes. Por el contrario, se recuerda a sí misma dubitativa sobre qué carrera estudiar. A su vez, en aquellos tiempos el ser artista era percibido como un hobby y no estaba contemplado en las recomendaciones de sus padres. En consecuencia, se refugió en un arte que la dejó enajenada: el diseño de espacios.
Los niños adquieren destrezas cuando tienen cercanía con el arte, les da hasta facilidad para resolver problemas, además los hace más sensibles. Creo que la sensibilidad es muy importante para ser buenas personas. Más aún en estos tiempos tecnológicos, los niños están muy encerrados en el mundo cibernético y creo que hay que incentivarlos a hacer actividades relacionadas al arte” |
Fue así como desembocó toda su creatividad en intervenir espacios y transfigurarlos en lugares que contaran con ese guiño artístico que, a sus 20 años, aún no había terminado de aflorar. Si bien no considera que todo diseñador debe tener conocimientos artísticos, Oliva asevera que para crear la musa siempre es necesaria.
– ¿Cómo surge tu interés por las artes?
– De adolescente hacía dibujos, hacía cosas de pintura. Yo pensaba que era algo todo raro, no tenía la habilidad de pintar en realismo, sino que todo era abstracto. Pero pensé que era un hobby de adolescente. Cuando me gradúo de bachiller, viene la duda de qué estudiar. Mi mamá me decía que Derecho, Administración… Nada de eso me gustaba. Una prima me sugirió estudiar Diseño de Interiores. En ese entonces, yo vivía en Estados Unidos, ya que me gradué de bachiller allá. Me gradué en el 2001. Yo tenía apenas 20 años porque la carrera dura solo tres años. Pude ir a París, viví 8 meses ahí. En ese momento ya me había involucrado con personas que eran artistas, pero seguía siendo un hobby. Nunca supe que era algo de lo que podía vivir, descubrí de un tiempo para acá que era realmente lo que me apasionaba. Actualmente estoy retomando el diseño de interiores. Pero hace poco me di cuenta de que el arte es lo que me gusta y es a lo que me quiero dedicar.
– ¿Cómo crees que beneficia a los niños ser incentivados a practicar actividades artísticas?
– Pienso que es súper importante incentivarlos a hacer actividades físicas y artísticas. Los niños adquieren destrezas cuando tienen cercanía con el arte, les da hasta facilidad para resolver problemas, además los hace más sensibles. Creo que la sensibilidad es muy importante para ser buenas personas. Más aún en estos tiempos tecnológicos, los niños están muy encerrados en el mundo cibernético y creo que hay que incentivarlos a hacer actividades relacionadas al arte.
– ¿Viviste toda tu adolescencia en Estados Unidos? ¿Cómo fue la experiencia de vivir allá?
– Sí. Viví desde los 12 años hasta los 19 años en Estados Unidos. Fue una experiencia un poco dura, pero creo que eso me definió como persona. Era muy chama, todavía me hacían falta mis padres, pero fue una gran oportunidad de vivir cosas y conocer. Me hizo ser lo que hoy soy.
Figuras religiosas: un canal para llegar a los venezolanos
La artista upatense ha podido vislumbrar cómo el venezolano disfruta de las imágenes religiosas. A su vez, la religión católica ha inspirado grandes obras artísticas como La Piedad, de Miguel Ángel, o La muerte de San Sebastián, de Eiteval. ¿Venezuela es inmune a la pasión por el arte religioso? Por supuesto que no, por el contrario, es un país mayormente católico: desde esta devoción, que además comparte, Oliva pudo acercarse al público.
Luego de regresar a Venezuela, la artista vivió un tiempo en Nueva Esparta; no obstante, los problemas de salud de su madre la llevaron a radicarse en Caracas, en la capital descubrió una movida artística protagonizada por bazares, teatros y museos. Fue entonces cuando volvió a meter las manos en las pinturas y a desempolvar sus caballetes. Así empezó a adquirir figuras religiosas y a desbordar toda su creatividad en intervenciones, además también dio inicio a la decoración de lámparas, alfombras y demás artefactos del hogar. Oliva no solo piensa en piezas, sino que es capaz de concebir espacios completos donde pululan sus preferencias artísticas.
– ¿Cómo empezaste a pintar y crear piezas?
– Yo viví en Caracas, ahí empezó todo esto de las piezas. Viví en Margarita y luego mi mamá se enfermó y me tuve que venir a Caracas. Tengo un amigo que es artista y me dijo que hiciera algo relacionado con el arte porque allá hay muchos bazares. Ya había visto el tema de las esculturas y vírgenes intervenidas con estilo pop art. Se veía chévere y me llamó la atención. Adquirí esculturas de José Gregorio Hernández y las intervine. Lilian Tintori tiene dos José Gregorio míos. Gustaron mucho.
– ¿Cómo es tu proceso de creación y personalización de esculturas?
– Compro la figura cruda y las intervengo. Hago pocos encargos personalizados, ya que me gusta más crear mis series de piezas. También diseños vírgenes y otras figuras religiosas. Hago cuadros e intervengo muebles también. No me gusta encasillarme. Cada día aprendo cosas nuevas. Sé que puedo hacer moldes de resina, de otros materiales. Cada vez vamos evolucionando y haciendo cosas nuevas. Mi inspiración en cuanto a colores y formas es el pop art. Tomo esos colores, texturas y figuras. Mi tendencia es abstracta, es un estilo muy personal. Creo que aún me falta definirme más, hay mucho por hacer.
– ¿Abandonaste el diseño de interiores?
– Estoy retomándolo con una colega y amiga. Queremos relanzarnos como diseñadoras de interiores y nos vamos a llamar Las Catalinas. Estamos haciendo lámparas, muebles y diseño. Queremos empezar a diseñar espacios y dar una propuesta diferente para que el cliente tenga un espacio que cuente con ese ojo artístico.
– La movida artística actual ha dado una evolución muy chévere. Hay muchas personas haciendo trabajos chéveres y regalando ciudad. Todo se trata de rescatar espacios. Considero que, si nos unimos, podemos hacer cosas positivas en Puerto Ordaz.
“En Puerto Ordaz me parece que la gente es muy apática, no se atreve a los cambios. Es un poco cuadrado. Considero que trabajar por una ciudad más artística nos ayudará a tener mejores ciudadanos”.
Art Festival: una apuesta por el talento local
Oliva es la promotora de la primera edición del Art Festival, una convocatoria artística concebida en Puerto Ordaz durante el mes de junio. Ideó este evento con el objetivo de vislumbrar aquellos talentos que, en sus palabras, no han contado con espacios, vitrinas o algún lugar para exhibir su arte.
Afirma que la estética del proyecto fue elegida por ella misma, quien seleccionó a los 10 participantes idóneos para crear una exhibición armónica. La idea del Art Festival surgió un día mientras celebraba su cumpleaños en casa y pensó que en ese espacio se podrían hacer más cosas con un poco de trabajo en equipo. De esta manera se puso en marcha para reunir a artistas guayaneses como Alex Art, dibujante y pintor, y Ronald Ruiz, escultor.
– ¿Cómo fue el proceso de creación del Art Festival? ¿En qué te inspiraste para desarrollar este evento?
– Tenía una idea de hacer algo tipo festival, un lugar donde vas a compartir y divertirte. Me inspiré en festivales europeos donde la gente iba a interactuar y festejar el arte. Esa es la idea principal. Se ideó de muchas vivencias en Europa que me ayudaron a tener ideas y proyectar cosas. La movida actual artística de Puerto Ordaz ha evolucionado bien, han venido chamos como Artemio Fietro con Muraleja, rescatando espacios… Son personas que hacen ciudad.
– Has comentando en otras entrevistas que el arte es positivo para las personas. ¿Por qué piensas que es positivo difundir el arte en Guayana?
– Nos hace más sensibles y mejores personas. Además, el arte te ayuda a ver diferente las cosas. Específicamente aquí en Puerto Ordaz me parece que la gente es muy apática, no se atreve a los cambios. Es un poco cuadrado. Considero que trabajar por una ciudad más artística nos ayudará a tener mejores ciudadanos. Hay ciudades como Barquisimeto y Mérida que tienen mucha cultura. Considero que es por cómo es su gente, tienen ganas de hacer y se han puesto. La gente hace la diferencia.
– ¿Seguirán preparando ediciones del Art Festival?
– Claro que sí. Se seguirán haciendo ediciones y mejorando errores. Me gustaría hasta salir de Puerto Ordaz y llevarlo a otros estados. Ha habido discusiones de fechas tentativas, nos gustaría hacer dos más antes de que cierre el año. Hay muchas cosas preparándose.
– ¿Qué le dirías a esos jóvenes que están buscando iniciar en la pintura, escultura o diseño, pero que además de no contar con espacios, no cuentan con recursos para adquirir materiales?
– Si eso es lo que te llena, échale pichón. Reúnanse con personas que les puedan ayudar a codearse y que los pueda impulsar mejor. Sé que algunas veces no tenemos espacios, por eso estamos tratando de crearlos y también es una cuestión de ganarnos esos espacios. Es un proceso. Es lo que me gustaría hacer con el festival, tuve muchos a quienes les ofrecí el espacio en forma de apoyo para que las personas los conozcan. Eso me llena muchísimo y es lo que me gustaría para la ciudad.