En entrevista con Correo del Caroní Francisco Arévalo, poeta, novelista y promotor cultural, manifestó su preocupación por el retroceso cultural que están atravesando el país y Ciudad Guayana, donde, a su juicio hay cada vez más espacios que prefieren el color de un partido por encima del talento y que se pretende borrar la modernidad que tuvo Venezuela a través de la desmemoria.
Arévalo catalogó a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), celebrada en San Félix desde el 1 al 3 de junio, como un acto que va “desde lo sublime hasta lo ridículo” por el contenido presentado en el evento.
El novelista, y patrimonio cultural del municipio Caroní, expuso que una feria del libro debe ser un evento plural y democrático que reúna a generadores de ideas.
“Cuando tú haces una agenda de feria del libro a conveniencia de lo que te gobierna o lo que dice gobernarte, sencillamente estás creando un elemento ideológico nocivo, estás acabando el nivel de creatividad. Eso no es una feria de libros, es un convite de compañeros del PSUV, más nada”, comentó.
“Este no fue más que un acto proselitista que intenta lavarle la cara a una ciudad que ha sido desarticulada, desarmada y estafada por la nomenclatura por los que mandan en esta ciudad”, agregó.
Afirmó que actualmente, por la destrucción de espacios ideados para crear y expresarse libremente, los artistas y creadores muchas veces se han convertido en “indigentes” que deben “pedirle espacios a ellos para que los incluyan dentro de su acto proselitista, una cosa que es sumamente antagónica con los principios del arte. El que se presta para ese tipo de jornada sencillamente es un alcahuete de lo que está pasando en la destrucción actual del país”.
En la decimoctava edición de la Filven se presentaron más de diez libros, ponencias y obras teatrales atadas a la corriente socialista. El alcalde del municipio Caroní, Tito Oviedo, presentó el 2 de junio el libro La Piel del Lagarto escrito por Jorge Rodríguez, político y psiquiatra diputado de la Asamblea Nacional.
Comentó que el arte en Venezuela no puede prosperar mientras exista la estructura política actual ya que la libertad del ser humano está estrechamente ligada a la práctica del arte y la sociedad actualmente no es libre.
“Mientras no cambiemos esa estructura enquistada en Miraflores, lamentablemente el arte no va a gozar de buena salud, porque el arte sencillamente está estrechamente ligado a la capacidad que tiene el ser humano de ser libre, y nosotros no somos libres”, expresó.
Cree que durante las últimas dos décadas el Estado se ha encargado de destruir instituciones que fueron promotoras culturales por más de cincuenta años.
El país cultural que convirtieron en un país político
Arévalo aseguró que la modernidad en Venezuela inició en 1959 ya que luego de la caída de Marcos Pérez Jiménez se abrieron los espacios de las ideas de la libertad, y durante 40 años el país logró un nivel de modernidad “envidiable”.
“Esto fue logrado porque se abrió el abanico de oportunidades que le dio la posibilidad a la gente para que accediese a muchas fuentes del conocimiento. Se emprendió una campaña de captación de recursos de recursos humanos para formar en las universidades a los mejores profesionales del país de hecho, y el nivel académico llegó a ser altísimo”, comentó.
Narró que en el 2000 surgió, lo que desde su perspectiva es “un concepto equivocado llamado socialismo del siglo XXI”, que empezó a degradar los espacios educativos públicos, como las universidades que deben ser un “foro abierto de libertad”.
“Nosotros perdimos todos los derechos que habíamos logrado como trabajadores y como ciudadanos, los perdimos totalmente con esta manera arbitraria de administrar la vida de la gente. Ellos necesitan, para seguir consolidando su poder, borrar todo lo bueno que se hizo” |
“Por ejemplo, la UNEG que es una universidad creada en democracia, pero que lamentablemente se ha convertido en una universidad desmantelada y totalmente destruida, y eso no lo digo yo de manera irresponsable, todo guayanés que tenga la posibilidad de visitar sus espacios lo puede evidenciar”, agregó.
Afirmó que una estrategia para afianzar el poder arbitrario ha sido destruir todo vestigio de modernidad y verdad crítica a través de la desmemoria ya que, si las personas no tienen parámetros para comparar, “lo bueno con lo malo porque todo es malo, entonces lo menos malo les parecerá excelente”.
Arévalo añadió que esta estrategia es una agresión a la inteligencia y a la capacidad de raciocinio de los ciudadanos ya que la memoria y el conocimiento de la historia es lo que hace que las personas no repitan errores del pasado. “Cuando tú le borras la historia a la gente entran en un limbo y en un desconocimiento total hasta de lo que es el sentido de existencia”.
La debacle de una ciudad industrial y cultural
Agregó que Ciudad Guayana fue un ejemplo de civilidad, modernidad y urbanismo desde su concepción, pero que en los últimos 20 años se han encargado de destruir lo comenzado por las empresas básicas, acabando el tejido industrial planificado para ser la alternativa no petrolera del país.
“A mí me parece ridiculísimo que hablen de que Sidor está produciendo 130 mil toneladas de acero, cuando tiene una capacidad instalada de 5 millones 190 mil, o sea, que destruyeron la empresa y sencillamente están generando ingresos de cosas muy puntuales que solo sirven para pagar nómina”, expuso.
Durante 35 años Arévalo fue promotor cultural de una de las empresas básicas más importantes de la ciudad, y recordó que en la época “dorada” de Guayana tenía cinco teatros al servicio de los ciudadanos con una agenda de eventos constantes, con presentaciones de artistas nacionales e internaciones. También había una contienda deportiva importante durante todo el año, cuyo máximo estandarte eran los Juegos Interempresas.
Esos escenarios eran el aporte de las empresas productivas a la sociedad y describió que entre las compañías había competencias sanas por ver quiénes traían a los mejores artistas.
“Se podría decir que esta era una forma de recompensar una intromisión en la cotidianidad porque las ciudades industriales siempre son agresoras al medio ambiente, entonces el concepto que había era tratar de por lo menos, distribuir las responsabilidades entre la CVG y sus empresas para tratar de que la gente gozara de los mejores servicios públicos y de una excelente calidad de vida en la que lo cultural y lo deportivo eran de gran importancia”, explicó.
Lamentó que ahora, con una ciudad industrial en la que las empresas básicas operan a menos de la mitad de sus capacidades y la masa laboral se ha sumergido en una precarización en la que los beneficios contractuales fueron eliminados, el ámbito cultural y deportivo han quedado en último plano y lo que fue una poli ampliamente cultural impulsada por las industrias hoy es solo anécdotas.
“Nosotros perdimos todos los derechos que habíamos logrado como trabajadores y como ciudadanos, los perdimos totalmente con esta manera arbitraria de administrar la vida de la gente. Ellos necesitan, para seguir consolidando su poder, borrar todo lo bueno que se hizo durante la época democrática y la manera es no considerar para nada lo que es historia, es borrar totalmente lo que existió”, advirtió.