miércoles, 4 diciembre 2024
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“El arte que se politiza deja de ser arte”

Luisamelia Guerra, conocida en los círculos plásticos locales como la pintora de las orquídeas, se ha empeñado en demostrar que nunca es tarde para ser artista, luego de que en su quinta década las pinceladas le cambiaran la vida.

A sus 73 años Luisamelia Guerra considera que ha dado los suficientes pasos para encontrar el amor, ser madre y, como cualquier vida que presuma de ser completa, deleitarse por su pasión que, según sus palabras, encontró un poco tarde pero ha vivido con intensidad.

La pintora de las orquídeas, seudónimo que lleva con orgullo desde que fue bautizada de esa manera por la prensa guayanesa, confiesa que nunca creyó que la mejor etapa de su vida iniciaría más allá de los 50 años, cuando, finalmente, pudo tomar el pincel y dejarse llevar por el placer de desnudar sus sentimientos ante el lienzo.

Oriunda de Delta Amacuro pero criada desde los 6 años en Guayana, Luisamelia no tuvo una infancia sencilla: a los 13 años era huérfana de padre y madre. Con ojos llorosos, ya que ella misma se confiesa como alguien “a quien se le toca la fibra fácil”, aduce que perder a su madre en plena adolescencia fue uno de los momentos más duros de su vida: “Perder a una madre a los 13 años es un duelo demasiado grande”.

Orquídeas: devoción a primer cuadro 

Se evoca a sí misma como una niña a la que muy poco se le habló de arte, ya que en su época al tema no se le daba mucha importancia ni tenía buena fama. No obstante, cómo gozaba en su niñez ante su tarea favorita: la copia ilustrada. Por supuesto, asevera que la actividad contrastaba entre el precioso y gran dibujo que desarrollaba y una copia pírrica a la que apenas le ponía atención.

Se enamoró de la flora desde joven, pero en su mente nunca estuvo ser artista. Entregada a su hija tras un matrimonio que sentencia como fracasado, tuvo la oportunidad de exponer 30 cuadros ante la sociedad guayanesa. ¿La condición? Estos solo podían ser orquídeas.

Ese fue el primer devaneo que tuvo con esta flor que, al día de hoy, considera su temática, su obsesión y una parte imprescindible de su propio ser. Tan es así, que ha convertido la sala de su casa en su personalísima exposición, donde pululan sus cuadros. En casa de la artista, donde sea que el espectador mire, se encuentra con la imponente belleza de la flor nacional. La cual no solo representa en lienzo, sino también en botellas de vidrio reciclables.

En estas botellas converge la dualidad de sus amores: representar orquídeas y reciclar para proteger el medio ambiente. Así que reposan en una estantería donde todo reina sin resaltar demás, ya que en su hogar no hay competencias, toda orquídea tiene algo sobre lo cual descubrir.

“Me gustaría ser reconocida como me reseñan los periódicos: la pintora de las orquídeas” | Fotos William Urdaneta

¿Cómo inició su amor por el arte? 

– Yo creo que uno nace con esa semillita del arte. De niña yo tenía inclinaciones por el arte. Mi mejor tarea era la copia ilustrada: hacía una ilustración grande y una copia pequeñita. En esa época había unas muñecas que eran como un cartoncito que la niña podía pintar, entonces yo las recortaba, las pintaba, les hacía vestido y se las vendía a otras niñas.

– No es originaria de Guayana. ¿A qué edad llegó a Puerto Ordaz? 

Me vine a Guayana a los 6 años. Soy huérfana de padre y madre. Mi padre murió cuando yo tenía tres años y mi madre cuando tenía trece. Mi madre nos sacó de Delta Amacuro y nos trajo a vivir para acá, cuando ella murió fui a vivir a El Tigre con una hermana. Allí estudié tres años de Corresponsalía. Me casé y no me fue bien, me divorcié al tiempo.

– ¿Cómo fue tu primera exposición artística? 

– Yo comencé a trabajar en el Banco del Libro (iniciativa gubernamental del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, entre 1974 y 1979, que llevaba libros a comunidades pobres en Venezuela). Lamentablemente hoy ya no existe. En esa oportunidad hice una exposición para esa institución. Yo compraba libros de flores y pinté una orquídea. La flora siempre me llamó la atención. Cuando nació mi hija no sabía si dedicarme al arte o trabajar en algo que me diera para educarla. Afortunadamente me fui por educar a mi hija. Trabajé en otras cosas, pero seguía haciendo cuadros y vendiendo mis pinturas.

– ¿Qué te llevó a empezar a pintar orquídeas? 

– Conocí al ingeniero Jesús Díaz, que era el presidente de la Sociedad Orquideológica de Caroní, quien trabajaba con mi hermano en Edelca (antigua Electrificación del Caroní, Compañía Anónima, hoy absorbida por Corpoelec). Él me pidió hacer cuadros, pero eso sí, de orquídeas. Me invitó a la exposición de orquídeas de su institución. Hice 20 cuadros, me presenté a la exposición de orquídeas y vendí todas las pinturas.

Patriotismo y ambientalismo 

La artista aduce que encontró en la Sociedad Orquideológica de Caroní un ente que combina sus grandes pasiones: la pintura, el respeto por los símbolos patrios y la preservación del medio ambiente. Convencida de que “quien destruye al medioambiente se destruye a sí misma”, Luisamelia agradece todos sus éxitos a la sociedad, que además de darle su primera oportunidad artística, le ha ofrecido su apoyo para proyectarse como artista en el ámbito nacional.

Sus exposiciones no solo le trajeron el reconocimiento, sino que, como ella misma lo cuenta, le hicieron vivir la más grande historia de amor. Luego de su divorcio y el nacimiento de su hija, dirimió dedicarle su existencia a su bebé de seis meses: casarse nuevamente era un imposible.

En una de sus exposiciones a Caracas conoció a Germán Mendoza, a quien se refiere únicamente y sin equívoco como “mi amor”. Mendoza era venezolano de nacimiento y había estudiado en Francia. Luisamelia ratifica que al conocerlo se enamoraron.

 

Se enamoró de la flora desde joven, pero en su mente nunca estuvo ser artista. Entregada a su hija tras un matrimonio que sentencia como fracasado, tuvo la oportunidad de exponer 30 cuadros ante la sociedad guayanesa. ¿La condición? Estos solo podían ser orquídeas

 

– ¿Cómo impulsó tu carrera esa primera exposición con la Sociedad Orquideológica de Caroní? 

– Eso fue un fin de semana. El lunes yo tenía a un corresponsal de Radio Caracas Televisión en mi casa. La segunda que tuve fue de Correo del Caroní. Primera exposición y ya estaba dando entrevistas, de allí, yo felicísima. En ese momento tenía una librería en sociedad con mi hermano y tenía una farmacia. Me tocó ir a Caracas porque me invitaron a exposiciones de allá. Eran muchas y era bastante trabajo porque pintar toma tiempo y tenía que preparar varias obras. Fue en una de esas exposiciones que conocí al que sería mi amor, él amaba el arte. Leía mucho y era muy preparado. Soñaba con llevarme a Francia.

– ¿De qué murió su esposo? 

– Tenía un tumor cerebral que hizo secuelas. Fuimos a Caracas a operarlo, le hicieron una mala praxis, ya que le sacaron los puntos antes de tiempo. Estuvo muy grave, se recuperó, pero después fue perdiendo facultades de vista, equilibrio… Estuvo siete años en esa condición. Fue una persona que me llenó de todas las formas, me hizo conocer el verdadero amor. Era alguien que me apoyaba, me impulsaba. Me decía que fuera a todos lados para impulsar mi proyección. Me valoraba. Agarraba los trípticos que yo hacía para las exposiciones y los entregaba, yo siempre he tenido mucha timidez de las cámaras y entrevistas… Él decía: ella es una artista famosa de Guayana. En esa etapa conocí el verdadero amor.

– ¿Por qué te circunscribiste solo a las orquídeas? 

– La Sociedad Orquideológica era muy celosa, me exigieron pintar solo orquídeas. En ese momento no tenían bromelias y cactus como han agregado ahora. Era pura orquídea. Para pintarlas tuve que estudiarlas. Eso es un mundo muy grande, tienen muchos nombres y detalles. Yo tenía libros de orquídeas y por ahí empecé a estudiar su estructura y la adapté a la parte artística. A ellos les debo esa parte. Después se volvió un binomio bonito. Es arte, cultura y naturaleza. Esa oportunidad me permitió llevar mi obra a otros estados, aquí en Guayana no tenemos oportunidades para mostrar nuestros trabajos. Actualmente solo pinto orquídeas. Es mi temática. Yo le pinto a las orquídeas. Me gustaría ser reconocida como me reseñan los periódicos: la pintora de las orquídeas.

– ¿Qué significa esta flor para ti? ¿Cómo se la explicarías a un invidente? 

– Yo la comparo con la mujer. Tiene muchos tamaños, colores, formas…, pero adentro siempre es hermosa. Las mujeres somos una cosa hermosa. Así son las orquídeas: belleza extrema y única. Siempre hay una parte bonita para descubrirla. Si tuviera que explicarla, diría, en primer lugar, que es un símbolo patrio. Un símbolo patrio no muere, siempre estará allí. Con mi trabajo hago honor a un símbolo patrio. Le diría que ellas tienen algo mágico, a todo el mundo les gusta.

“El arte politizado deja de ser arte” 

Parece bajar la voz con cautela cada vez que hace una crítica al Estado venezolano, tal como si alguien fuese a escucharla o a delatar la afrenta. No obstante, Guerra se envalentona cuando se mezcla el arte con pinturas alegóricas a figuras políticas o a encargos gubernamentales, ya que asegura que cuando el arte converge con fines políticos: pierde su encanto y su magia.

– ¿Has sido autodidacta durante toda tu carrera? 

– Todo ha sido práctico. Estuve en la Universidad del Arte aquí en Guayana, pero mi amor me dijo: estás perdiendo el tiempo, sigue trabajando. Fui un mes más a la universidad y ya. Eso lo politizaron. Es un trabajo de experiencia y cada día lo haces mejor. Hay muchas cosas que uno conoce a través del estudio, pero a mi edad creo que ya no tenía tiempo para eso, debí haber empezado desde niña.

– ¿Por qué no lo hiciste? 

– La gente no le daba la importancia que tenía el arte en esa época, es más, los artistas tenían hasta mala fama. No se le daba importancia. Yo tengo un niño a quien le daba clases gratis, ese niño tiene madera para el arte y es lastimoso que aquí no hay una escuela de arte.

– ¿Consideras que hay suficientes iniciativas artísticas en la ciudad? 

– No. Muy poco. Lo que hay es un esfuerzo propio de los artistas. Realmente aquí no hay apoyo. En Caracas hay más iniciativas. Yo formo parte de Los 24 Creadores de Venezuela. Eso fue un proyecto que hizo el gobierno para dar a conocer a los artistas de toda Venezuela.

– ¿El arte que tiene fines económicos o políticos deja de ser arte? 

– Sí. Deja de ser arte. Porque nadie puede desviar el camino de creación. Ya se vuelve diferente. El artista se debe al público no a partidos políticos.

– ¿Cuál es tu opinión respecto a las luchas sociales que mueven a muchos artistas actualmente, por ejemplo, la igualdad de género, el matrimonio igualitario…? 

– Mi opinión no es beneficio de esos movimientos. Yo soy cristiana. Dios hizo la creación perfecta diría yo. Hay que procrear para seguir evolucionando. Yo lo respeto, no soy nadie para juzgar, pero estos matrimonios de sexos iguales, no estoy de acuerdo. No lo veo bien. No combino con eso. Me duele muchísimo esos movimientos porque van en detrimento de las nuevas generaciones. Yo, de verdad, no estoy de acuerdo. Lo respeto, pero estoy dando mi opinión.

“Hay muchas cosas que uno conoce a través del estudio, pero a mi edad creo que ya no tenía tiempo para eso, debí haber empezado desde niña”