lunes, 23 junio 2025
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Carlos Vallenilla: “La pandemia sacó la personalidad auténtica de todos sin fachadas ni poses”

Tras un descanso obligatorio de dos años, el artista plástico barquisimetano regresa al ruedo de las exposiciones para mostrarle al público cómo en el confinamiento afloraron sus más profundas pasiones.

¿Alguien se ha librado de los efectos psicológicos de la pandemia? Desde el lienzo de Carlos Vallenilla, ninguno de quienes la vivieron permanecieron igual. El artista barquisimetano está convencido de que el confinamiento transfiguró algo en todos quienes lo vivieron.

Para Vallenilla, considerado a sí mismo como indómito, no fue fácil estar perennemente encerrado. El barquisimetano acostumbra ir de aquí para allá todo el día y, de pronto, se dio de bruces con la imposibilidad de estar en movimiento como todos sus cuadros. Tres ataques de pánico y varias visitas al psiquiatra después le dieron un diagnóstico: hiperactivo, hiperquinético y controlador. Una triada que contrastaba con la realidad que azotó al mundo durante 2020. Es por ello que, para librarse del encierro, su único escape fue, paradójicamente, encerrarse, pero en su taller, y crear la que hasta ahora es su exposición más personal: Latidos.

Como el estilo que caracteriza sus trabajos anteriores, Latidos está compuesta por un elemento diferenciador y central: una forma. Las divergencias y matices de la obra se encuentran en los colores, los escritos y los volúmenes que son únicos en cada una de las piezas que, a la lejanía, parecen ser iguales; pero que, aclara, que no se repiten en ningún caso.

Latidos casi aniquilados 

Vallenilla recuerda sus días en pandemia como uno de los momentos más retadores de su vida. El encierro afectó su salud y, a su vez, le hizo empezar a prestar más atención al mundo que lo rodeaba, entre esos elementos, a las pulsiones y efectos que generaba la tranquilidad perenne en sus conocidos.

En un intento por representar las infinidades de carácteres y personalidades que encontró durante su disertación del mundo pandémico, tomó la forma del órgano de donde provienen los latidos para dar vida a una exposición compuesta por 55 corazones y algunos lienzos.

Como es de esperarse, ninguno es igual a otro, ya que el trabajo artístico se explaya en darle a cada pieza, como posee el mundo, una personalidad y semblante totalmente divergente al otro: felicidad, tristeza, enojo. Todo ensamblado en un solo proyecto que evoca la infinidad del ser.

– ¿Cómo influyó la pandemia en Latidos? 

– Bueno, tuve problemas de salud. Me dieron tres ataques de pánico y tuve que ir al psiquiatra. La psiquiatra me dijo que soy hiperactivo, hiperquinético y controlador. Esa quietud a la cual no estoy acostumbrado porque yo subo, bajo, me voy de viaje, estoy en el taller… Mi vida es agitada. Mi cerebro no estaba capacitado para eso y fue algo químico. Que no pude controlar. Me refugié en el taller y empecé a ver a mi alrededor el comportamiento de las personas. Yo creo que esta pandemia nos cambió a todos, para bien o para mal. También creo que sacó desde muy adentro la personalidad de cada quien sin fachadas ni poses. Yo creo que la gente empezó a hacer cosas que en verdad le gustaban. Lo vi en mucha gente. ¿De dónde sale eso? De tu corazón. Entonces tenía un lienzo de 2.50×1.80 y empecé a dibujar corazones. 50 corazones. Empecé a plasmar los atributos y características principales de la personalidad de cada quien. 

– ¿Por qué usar la forma del órgano y no del corazón clásico?

– Somos humanos. No una caricatura ni una comiquita. Ese corazón es el corazón humano. Todos los seres inteligentes somos humanos, tenemos miedos, frustraciones, hemos vivido experiencias fuertes. El corazón humano es algo más real. 

– ¿Qué te gustaría que las personas sientan cuando vean tu obra? 

– Lo que la gente quiera captar y reciba. Lo que la gente sienta ante la pieza. Eso es muy tuyo. Me gustaría que la gente se emocione, admire la pieza. He tratado de transmitir a través de los corazones y creo que la gente lo ha sentido. No hay dos corazones iguales, pero sí parecidos. Cambio la tipografía, los fondos. No tengo una exposición favorita. Todo lo que hago me gusta y creo que escoger una sería como engañarme a mí mismo. Me gusta la forma de las cerezas, me gustan los corazones.

Una niñez para crear 

Entre legos y pinturas: así fue la infancia de Carlos Vallenilla, cuyos juguetes favoritos siempre fueron los que le recordaban su gusto por la creatividad y las formas. Cómo no, se evoca a sí mismo como un pequeño creativo devoto a las materias que conllevaban aprender sobre corrientes artísticas y formas.

– ¿Cómo empezó tu acercamiento al arte? 

– Desde pequeño me gustó. Desde el colegio. Me gustaban las materias que tenían que ver con el arte. Siempre tuve actitud para el arte. Dibujaba, coloreaba, les decoraba los cuadernos a mis amigas y me gustaba estar en sintonía con el arte. Mi día a día era artístico. Mis juguetes preferidos siempre fueron los legos y los colores. Siempre coloreaba y pintaba. Tenía mis carritos, pero disfrutaba mucho construyendo con legos y coloreando.

De la administración al lienzo 

Egresado como publicista de la Universidad Antonio José de Sucre en Lara, el camino de Vallenilla se turbó un poco cuando se trató de escoger una carrera. No obstante, finalmente la pasión lo llevó a crear su propio taller, en sus palabras, uno de sus lugares predilectos en el mundo.

A su vez, considera la publicidad y el diseño su segunda expresión, ya que cuando no tiene sus materiales pictóricos en mano, definitivamente está diseñando algo. La publicidad lo ha acompañado como carrera y confiesa que no lo aleja de su vena artística, sino que es otra forma de transmitir emociones.

Cuando se le pregunta por su primera obra, el barquisimetano responde que no lo recuerda, ya que desde su juventud no ha parado. Aun cuando estuvo del lado de las ciencias por algunos años, la verdad es que no pudo, y jamás podrá, dejar de crear.

– Si siempre quisiste ser artista, ¿saliste directamente a la Escuela de Artes? 

– Yo salí del colegio y me puse a estudiar administración, por supuesto las matemáticas no son mi fuerte. En esa época era impensable decir a los papás de uno que uno iba a hacer arte. Me salí en el sexto semestre porque no era yo. Me puse a estudiar publicidad porque me encanta ese mundo: los medios, los impresos, el diseño…

– ¿Cuál fue el hito que te hizo desear cambiar el rumbo y dedicarte al arte? 

– Yo trabajaba como diseñador gráfico, pero siempre tenía mis trabajos de arte. Trabajaba en una universidad en la parte de prensa y hubo un momento en que sentí que la rutina me estaba matando, yo quería seguir con lo mío, quería crear mis propios cuadros y esculturas. Trabajar en lo mío. Cuando abrí mi taller supe que quería dedicarme a eso hasta que me muera.

Lara: una inspiración para Cerezas 

¿Un lugar en el mundo? Barquisimeto, sin dudas, el artista confiesa que de su ciudad natal ha tomado los colores y los tipismos marcados para dar vida a una obra llena de colores y matices que contienen algo de lo pintoresco del poblado larense.

A su vez, su exposición anterior Cerezas está inspirada en su tierra natal y en la forma de las frutas muy características de la región. Esta exposición comparte la particularidad de una forma reiterativa y miles de diseños que pululan entre los colores y texturas que, en conjunto, dan vida a una exposición que, según los testimonios, sobrecoge.

Sin embargo, como todo artista, ha expandido sus horizontes llevando sus obras a destinos como Estados Unidos, España y, por supuesto, muchas ciudades de Venezuela.

– ¿Cuál fue tu inspiración para crear Cerezas?

– Yo soy de Barquisimeto, estado Lara. Aquí hay una parte que se llama Guadalupe en la que venden unas frutas en madera que son muy pulidas, muy bellas, con mucho volumen. Yo amo el volumen. Eso me inspiró. Hubo un momento en que dije “yo voy a hacer mi fruta, pero a mi estilo”.

– ¿Por qué esta particularidad de usar siempre las mismas formas y diferentes diseños? 

– Una pieza tiene muchas facetas. No soy de los que encajona una pieza, siempre voy a estar innovando y me estarán llegando ideas.

– ¿Cómo se siente para ti llevar tus obras a nuevos países? 

– Me reciben muy bien. Yo creo que mis obras son muy particulares y llamativas. Vienen con su propia personalidad. Siempre me ha ido bien y me han abierto las puertas donde voy.