El sonido que al final de cada tarde invita a alzar la vista a quienes están en la avenida Bolívar Norte de Valencia no es casual. Es un espectáculo natural que conjuga al particular canto de los loros que regresan a sus nidos, con la imagen del aleteo que invade el cielo. Tampoco es casual ver azulejos y canarios en los jardines de las casas, y colibríes posando sobre las flores de diferentes zonas. La ciencia ciudadana desde Carabobo no es nueva, hace mucho tiempo reporta avistamientos a los investigadores de aves.
Esta región, ubicada al centro de Venezuela, es privilegiada por la gran variedad de tipos de aves. La Unión Venezolana de Ornitólogos tiene registradas 623 especies residentes avistadas en el estado, de las mil 412 con evidencia verificada en el país.
Es un número importante del que se tiene reporte, en gran medida, por la labor de la ciencia ciudadana. Esta se ha encargado de alimentar los datos que científicos y especialistas requieren para hacer diferentes estudios y análisis profundos de sus hábitats y cambios con el paso del tiempo.
El valor de la ciencia ciudadana
Como un aficionado que anotaba manualmente todo lo que veía empezó Héctor Sánchez su camino como “pajarólogo”. Fue en 2008 cuando, con una cámara fotográfica, comenzó a observar diferentes especies de aves que llamaron su atención.
Lo hizo en el municipio San Diego (centro-norte de Carabobo), en el cerro Filas de Montemayor. En su primer recorrido vio 80 tipos de aves diferentes. Así fueron sus primeros pasos en la ciencia ciudadana desde Carabobo.
Su curiosidad aumentó. Compró binoculares y un libro que le recomendaron: “Birds of Venezuela”, donde buscaba imágenes de las aves que no reconocía para identificarlas y anexarlas a su registro personal. “Hacía una lista con fecha, hora, lugar de la observación, nombre del ave y, si no la identificaba, se hacía después con una fotografía y el libro, o con otros especialistas en grupos de Facebook”.
De eso se trata la ciencia ciudadana desde Carabobo y otras partes del mundo, del activismo de la gente que vive en la ciudad. De los que se involucran en el reporte y recopilación de datos, tal como lo definió la bióloga Aura Jiménez.
Merlin y eBird
“Nuestro trabajo como ciudadanos científicos empieza por la observación, nos hace conscientes de nuestro entorno, de la naturaleza que nos rodea, las aves, los árboles”. La especialista detalló que hacer ciencia ciudadana no implica ser un experto ni conocer el nombre científico de la especie avistada o a qué grupo pertenece.
En la actualidad existen herramientas como Merlin Bird ID, que sirve para la identificación de especies, y eBird donde se hace el registro del avistamiento. Ambas fueron desarrolladas por el Laboratorio de Ornitología de Cornell, ubicado en Nueva York, donde hay 563 aves de Carabobo registradas desde 2008.
Jiménez agregó que así se facilita esa labor científica ciudadana que permite a las personas, que no tienen el conocimiento básico, identificar las especies.
Al reportar una especie observada en eBird hay que llenar campos como el color del ave y su tamaño. La herramienta responderá con varias opciones que, al verlas, permiten la identificación, nombre científico y distribución, además de otros parámetros de su hábitat.
La app también tiene la opción de grabar cantos del ave para compararlos y así determinar de qué especie se trata. “Es una actividad que no requiere un conocimiento científico de universidad. Lo podemos hacer todos y contribuir a bases de datos que utilizan científicos. Ellos quieren hacer estudios a mayor profundidad y nosotros podemos servir como un aporte para recopilar esos datos”.
El avance de las apps
Sánchez reconoce el cambio y la evolución que significó el lanzamiento de esta herramienta al pasar de listas empíricas a registros en línea.
Con el paso del tiempo, los científicos se quedaron cortos en la obtención de datos. Los ciudadanos tienen la oportunidad inmensa de reconectar con la naturaleza a partir de esos encuentros casuales con las aves y apoyar la investigación.
“La ciencia ciudadana desde Carabobo se está aplicando de muchas maneras. En la observación de aves hay un gran cúmulo de información a través de las plataformas virtuales, como Merlin Bird ID y eBird, que ha permitido a la ciencia formal investigar sin tener que salir al campo. El trabajo de campo lo estamos haciendo los ciudadanos y eso es importante porque es mucha información”, señaló el biólogo y ornitólogo, Luis Cornejo.
El especialista aseguró que Venezuela está en el radar mundial de observación de aves por su biodiversidad y la gran actividad de ciencia ciudadana que hay. “Las aves son el elemento de fauna con el que es más fácil conectar, por su belleza, canto, colores, roles que cumplen en la naturaleza. Hay demasiados argumentos para que sean el ancla de ejercicios de sensibilización ambiental”.
Además, Venezuela tiene una conexión ancestral y cultural con las aves. “Incluso, en nuestro lenguaje las mencionamos sin darnos cuenta en dichos populares. ‘Tarde piaste, pajarito’, se usa con mucha frecuencia”.