Un saxofonista acompaña con música a los conductores que llegan a la estación de gasolina ubicada en Parque Cristal en Caracas, que ahora además de PDV, muestra la marca Vía y cuenta con nuevos dispensadores vendidos por China.
Este establecimiento fue uno de los primeros a los que le fue revocada la concesión por la administración de Nicolás Maduro en 2020, cuando se inició el plan de venta del combustible en bolívares y en dólares.
Las autoridades de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) continúan revocando de forma unilateral la concesión de las bombas de gasolina a sus antiguos dueños.
En el país existían en 2020 un total de 1.650 estaciones de servicio, administradas por compañías privadas bajo un esquema de alquileres y permisos especiales del Estado, y unas 200 manejadas directamente por la estatal petrolera.
Actualmente no hay cifras oficiales sobre el cambio de mano de estos establecimientos ni a quiénes se han vendido o dado nueva concesión. No solo en Caracas, sino en varios estados ha ocurrido desde el pasado año la expropiación de las estaciones de servicio. Sin embargo, de acuerdo con datos recabados, en Caracas han revocado 17 concesiones, en Carabobo unas 16, en Bolívar unas 15 y en Sucre otras ocho, así como 25 ubicadas en las zonas de la frontera con Brasil y Colombia.
El interés por manejar estos negocios surge luego de que, a mediados de 2020, en plena pandemia por el COVID-19, la administración de Maduro puso en marcha el Plan Nacional de Distribución de Combustible, con el correspondiente incremento en el precio de la gasolina a 5 mil bolívares el litro en las llamadas bombas subsidiadas y a 0,50 dólares el litro en las bombas dolarizadas.
A la par del incremento en el precio, empeoró la escasez de gasolina y, en consecuencia, continuaron las largas colas de carros especialmente en el interior del país.
Para mantener el orden, las gasolineras están siendo más controladas por parte de las autoridades, dejando a un lado la autonomía del dueño de la bomba para ejecutar las labores. Ya no solo se observan funcionarios de la Guardia Nacional y de la Guardia del Pueblo, quienes vigilan y coordinan el funcionamiento de las estaciones de gasolina o a los integrantes de Chamba Juvenil; sino también se ven muchas camisas rojas de funcionarios públicos portando su carnet guindado del pecho.
La ley antibloqueo
El portal Petroguía informó recientemente que una empresa china tiene el monopolio de suministrar surtidores a gasolineras en Venezuela. Indicó que las estaciones de servicio propiedad de Pdvsa, que fueron adjudicadas a particulares, están obligadas a un plan de inversión que incluye el contrato de exclusividad para adquirir surtidores de gasolina a la empresa Censtar Science & Technology Corp, cuya sede principal está en la ciudad de Zhengzhou, capital de la provincia de Henan en China.
Los equipos son pagados por el particular a un precio que en promedio está por el orden de 1.500 dólares con la ventaja de que está exento de la tasa de 16% del impuesto al valor agregado (IVA), y tampoco se pagan aranceles por importación. De acuerdo con la información, estas estaciones de servicio sustituyen a las antiguas tiendas de conveniencia PDV por el nombre Vía.
La ley antibloqueo, creada por la ahora extinta Asamblea Constituyente, permite llegar a acuerdos con empresas privadas nacionales o extranjeras o vender activos públicos al sector privado, sin la necesidad de dar información al respecto, pero no establece la posibilidad otorgar a una sola compañía el monopolio para proveer de un producto al Estado.
Con el caso de la empresa china proveedora de los nuevos dispensadores, se estaría violando la Ley Antimonopolio de fecha noviembre de 2014, y en la cual se establece la prohibición de concentraciones económicas que produzcan o refuercen posiciones de dominio en todo o parte del mercado, o que generen efectos contrarios a la competencia efectiva (artículo 10), añadiéndose asimismo como parte de esta prohibición, las que causen efectos contrarios a “la democratización en la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios”.
Lo que se conoce hasta ahora, es que no existe otra empresa proveedora de surtidores de gasolina en Venezuela, por lo que se prevé que muchas otras estaciones cuenten con los de la compañía china.
Cuando se aprobó la Ley Orgánica del Mercado Interno de Combustibles en 2008, impulsada por el entonces presidente Hugo Chávez y el ministro de Petróleo Rafael Ramírez, se eliminó la participación del sector privado en las estaciones de servicio y en su lugar se otorgaron las concesiones, que para aquella época sumaban 1.865 en todo el territorio nacional.
Años después, el cierre de gasolineras se hizo evidente. Entre los factores que impactaron su estabilidad se encuentran el rezago en el precio del combustible, un menor número de unidades o gandolas que distribuyeran la gasolina -administradas también por el Estado a través de la Empresa Nacional del Transporte-; la inseguridad que acabó con el servicio 24 horas y la crisis económica caracterizada por recesión e hiperinflación.
No obstante, en 2021 hay muchos cambios que no pasan desapercibidos. En varios de estos establecimientos que cobran la gasolina en dólares se puede observar un remozamiento, recién pintadas y trabajadores con nuevos uniformes.
Las llamadas tiendas de conveniencia ubicadas en las propias estaciones, ahora pasaron a formar parte del mundo de los bodegones, ese nicho de mercado que se ha creado en el país en los últimos años gracias al transporte de mercancía por empresas de Courier, y cuyos productos son vendidos al público también en moneda extranjera.
La propia empresa ha informado en redes sociales que también estarán próximamente presentes en el estado Bolívar.
Ahora las nuevas tiendas en las bombas de gasolina que antes vendían lubricantes, aceites para carro, limpiavidrios y agua de la empresa nacional Minalba, ofrecen chucherías gringas o traídas del imperio norteamericano como Pringles, Nutella, m&m’s, Snickers, Milkyway, entre otras; al igual que bebidas alcohólicas como cervezas Corona y Heineken. También venden agua, pero Perrier y S’Pellegrino.
Todo ello con música de fondo interpretada por un violinista y en ocasiones, un DJ con su teclado electrónico musicaliza el ambiente.