Familiares de Camila Alves, joven de 21 años desaparecida en las minas del kilómetro 88, municipio Sifontes del estado Bolívar, solicitan el apoyo de la sociedad civil para dar con su paradero.
La muchacha se comunicó por última vez con su madre en septiembre de 2020, cuando recién se estaba separando de su pareja y decidió volver a casa con su hijo, que entonces tenía seis meses de edad. “Mamá ya me voy para allá, para que estés pendiente porque yo me llevo todas mis cosas”, le dijo a María Lascano. Pero no volvió a comunicarse desde entonces.

Lascano se trasladó hasta el territorio minero en marzo de 2021 para investigar, pero sus conocidos le dijeron lo mismo: No han visto a Camila desde septiembre de 2020. La madre de la joven logró contactar a su expareja, quien le dijo que, presuntamente, Camila se fue con otro hombre y dejó al niño bajo su cuidado.
“Mi hija no es de hacer esas cosas. Yo tengo miedo de que me la pongan a hacer cosas malas, porque solo de eso se escucha por allá por esas minas”, afirmó Lascano. En uno de sus intentos de ubicar a su hija por las redes sociales recibió un mensaje de Facebook desde la cuenta de Camila que decía: “No la busques más”.
“Ese mensaje me puso mal porque no me llama, no se conecta, llegan rumores horribles de lo que pudo haberle pasado… Pero yo no pierdo esperanzas en encontrarla”, expresó la ciudadana.
Camila Alves es de contextura delgada, morena, cabello liso y tiene un tatuaje con letras cursivas a la altura de la muñeca izquierda. De tener información sobre su paradero, su madre pone a disposición el número: +58 426 1029 414.
Hasta ahora los familiares no han puesto la denuncia ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Desapariciones cada vez más frecuentes
Correo del Caroní en alianza con la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) contabilizó al menos 35 desapariciones al sur del estado Bolívar en el último año y más de 100 desde 2012 hasta 2021.
Algunos migrantes internos dejan de comunicarse con sus parientes al ingresar a los campamentos mineros por falta de señal, o porque el sindicato de turno les impide utilizar sus teléfonos celulares.
Muchas personas que llegan a las minas de Bolívar quedan a merced de un contexto de violencia y explotación laboral y sexual que el Estado no investiga.