En otros sectores persiste la irregularidad, sobre todo en zonas no planificadas como residenciales. Entre ellas está 25 de Marzo, en San Félix. Sus residentes sostienen que son más de 10 y hasta 15 años sin servicio regular. La mayoría apenas recibe algo de agua por tuberías y otros dependen de una única toma de agua en una tubería en la calle.
Sucede igual en municipios como El Callao, donde sus habitantes dependen del agua que almacenan para varios días. Ellos no perciben mejoras.
De acuerdo con el balance que presentó Hidrobolívar, a un año de la gestión del gobernador Ángel Marcano, en los trabajos realizados en el municipio Caroní destacan la corrección de 705 fracturas en tuberías de agua potable.
La hidrológica precisó que con ello recuperaron 2.847 litros por segundo, en Bolívar.
Pozos profundos y redistribución de redes
Una de las soluciones que aplicó Hidrobolívar, principalmente en sectores del municipio Piar, fue la perforación de pozos profundos.
En Caroní activaron 8 pozos profundos, 29 en la zona oeste de Bolívar y 11 en la zona sur.
Desde 2018, el entonces presidente de Hidrobolívar, Gustavo Imeri, habló de un plan de redistribución de zonas en los acueductos. En abril de este año, el hoy exvicepresidente de la hidrológica, José Valdez, afirmó que ese plan seguía en pie. “Cuando se pueda ejecutar, todos los sectores desde la norte sur cuatro hacia el oeste, como son Curagua, Caujaro, Virgen del Valle, entre otras, pasarían al acueducto suroeste. Con esto se espera balancear la ciudad”, ratificó al referirse a Puerto Ordaz.
A la fecha no hay información sobre los inicios de ese proyecto. Ciudad Guayana (Puerto Ordaz-San Félix) demanda 2.400 litros por segundo (lps). En Puerto Ordaz esperaban aumentar la capacidad del principal acueducto a 1.900 lps.
De acuerdo con miembros del Colegio de Ingenieros, para determinar las posibles soluciones es necesario precisar la actual capacidad instalada que tiene Hidrobolívar y si funciona al 100%. También determinar las condiciones de la ductería y su distribución, así como los sectores añadidos no planificados en la ciudad.
De allí se determinaría si es más factible hacer una ampliación al sistema de red que ya existe, construir otro acueducto o, en último caso, cambiar todo el sistema de distribución de red por uno nuevo, adaptado a la actual demanda poblacional.
Sobre la calidad de agua, otra preocupación de los ciudadanos, el exvicepresidente de Hidrobolívar dijo en marzo de este año a Correo del Caroní, que en los acueductos se tiene especial cuidado con la calidad del agua, “pero cuando el servicio no es continuo, cada vez que se reanuda esta primera agua arrastra sedimentos y óxidos que cambian el color del agua”.
Sucre, el mismo problema
En Sucre, el déficit de agua es similar a otros estados del país. En la entidad oriental, durante el 2022, el suministro ha presentado grandes irregularidades.
El racionamiento es perenne, pero cuando hay suministro los pobladores denuncian que reciben un agua en mal estado en cuanto olor, color y sabor.
Los problemas no son nuevos. Comunidades como Mundo Nuevo, Miramar, Mirador, Cerro Quetepe, entre otras, contabilizan más de dos décadas sin servicio por tuberías.
Los centros asistenciales no están ajenos a esta realidad. El Hospital Antonio Patricio de Alcalá, el principal de la entidad, constantemente se ve golpeado por la falta del suministro del recurso hídrico, realidad que ha obligado la suspensión de las cirugías diarias en atención a la imposibilidad de garantizar la higiene de estos espacios.
En poblaciones como El Rincón de Araya o el municipio Cruz Salmerón Acosta han alcanzado hasta seis años sin agua potable.
Ildefrank Velázquez vive en El Rincón de Araya y desde hace seis años solo se abastecen mediante cisternas privadas. “Nos obligan a elegir entre comer o tener un poco de agua potable”.
Los trabajadores de la Hidrológica del Caribe (Hidrocaribe), al ser consultados sobre las condiciones del agua en Sucre, manifestaron que el problema empieza desde la gerencia de la institución, a cuyos integrantes señalan por no estar calificados para brindar un servicio óptimo a la población. Suman la falta de inversión y planificación en proyectos de envergadura que permitan la sustitución, puesta en funcionamiento y ampliación de la red de distribución.
Ramón Gutiérrez, trabajador de la empresa, recordó que la sede fue invadida y responsabilizó de ello a la falta de gerencia. “Daba lástima ver cómo por la calle rodaban los planos de todos los acueductos del estado, todo eso se perdió, hoy la empresa no cuenta con ningún material estratégico”.
Los sistemas de bombeo y redes de distribución se encuentran paralizados, detalló el empleado. “Los cortes solo implican que le quitan el agua a una zona para poder mandarle a otra, porque muchas estaciones están paralizadas”.
Cumaná y gran parte del estado Sucre reciben agua potable desde la represa El Turimiquire, que acumula tres décadas sin un mantenimiento adecuado, y de la planta potabilizadora Juan José Codallo. Las autoridades regionales afirman que este año iniciaron trabajos para ir solventando la situación.
Entre los meses de julio a octubre los sucrenses consumieron agua con color, olor y turbidez irregular. Aunque su condición ha mejorado, todavía carece de las características básicas que debe tener el recurso: incolora, insabora e inodora.
Tanto expertos como personal de Hidrocaribe aseguran que la problemática de distribución del agua en Cumaná, Sucre e incluso el estado Nueva Esparta, dependiente de esta entidad, tiene solución: Invertir de manera simultánea en el mantenimiento de las 22 estaciones de bombeo que existen en la capital sucrense. Actualmente solo está operativo el 60%.
La recuperación de la tubería submarina, que depende de la represa Santiago Mariño, también conocida como Turimiquire, requiere una inversión cuantiosa por parte del Estado.
Otra solución viable es aumentar la capacidad de almacenamiento y tratamiento de la planta potabilizadora Juan José Codallos, junto a una intervención en el tanque y el sistema de bombeo del Antillano en las zonas altas de Cumaná, la primogénita del continente americano, que lleva más de tres décadas sin recibir el recurso hídrico por tuberías.