“De perolitos en perolitos”, así recogen agua los vecinos de la zona alta del Campo Los Mangos de Palúa -antiguo Campo Obrero-, en San Félix, donde el suministro no llega a todas las casas, sube con dificultad y solo por unas cuantas horas. Durante este tiempo de pandemia, los paluenses han optado por la solidaridad y en las casas donde llega agua otros vecinos hacen conexiones de mangueras y llenan los tobos.
Esta situación se repite en otras zonas de Ciudad Guayana. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos las fallas en el suministro de agua por tuberías, junto con los servicios de electricidad e internet, han empeorado durante la cuarentena. Las parroquias de San Félix con mayor escasez de agua son Chirica, Vista al Sol y 11 de Abril.
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Palúa fue el primer sector urbanizado en San Félix, construido en la década de 1940 por la Iron Mines Company of Venezuela (IMC) con el objetivo de hospedar a los trabajadores que venían de otras partes del país y del mundo. Contaba con agua potabilizada, sistema de alcantarillado y luz, por lo que habitantes de otras zonas aledañas iban a llenar envases de agua que, incluso, vendían luego en La Laja.
Sin embargo, el poblado tiene más de dos décadas con deficiencia del servicio de agua. En este tiempo, se han elaborado tres proyectos para resolver las fallas, pero ninguno ha tenido buenos resultados, provocando que desde hace un mes la carencia se haya agudizado. “Los vecinos logramos tres acueductos para Palúa ¿y que hoy en día esté en estas condiciones? Esto no es justo”, expresó Emilia Yánez, quien ha liderado la lucha por los servicios básicos de la comunidad desde hace años.
Durante estas dos décadas las fallas del servicio han desmejorado la calidad de vida de alrededor de 68 familias, siendo el Campo Los Mangos el más perjudicado, pues se encuentra en una zona alta. Esta situación también ha afectado a la Unidad Educativa Palúa, a la Clínica Palúa, al Batallón Ferroviario y a la Guardia Nacional.
Los inicios del problema
![]() Pese a que el río Orinoco está al norte de Palúa, los vecinos deben ayudarse con bombas de agua para que el servicio llegue a las casas | Fotos William Urdaneta |
Luego de la nacionalización del hierro en 1975, los campos Obrero, Marino y el extinto Campo Tamarindo quedaron bajo la responsabilidad de CVG Ferrominera Orinoco y algunas propiedades fueron vendidas a los trabajadores.
CVG GOSH implementó en 1992 un sistema de conexión desde la tubería matriz en la redoma de Otilio hasta los tanques que se encontraban en el Campo Tamarindo; este fue el primer plan de mejora y se hizo para que el sector no solo dependiera del agua de la empresa. “Sin embargo, los sectores vecinos fueron creciendo y se fueron pegando de la tubería, cuando se va a crear un urbanismo lo principal es pensar en los servicios básicos para así no tomar las conexiones de comunidades que ya están bien establecidas porque entonces pasa lo que nos pasó”, expresó Yánez.
Seis años después, en 1998, la empresa extractora de mineral de hierro cesó sus operaciones en Palúa. La planta de agua potable que tenía en sus instalaciones quedó en completo abandono y fue desmantelada, lo que ocasionó que los tres campos quedaran con un servicio deficiente.
La Planta UPA
Una vez constituida la primera Asociación de Vecinos de Palúa (Avepalúa), uno de los temas centrales era buscar un plan para lograr reponer el servicio en su totalidad; “estuvimos investigando mucho, viendo proyectos en otras partes, consultando con ingenieros, hasta que ideamos una planta potabilizadora”, indicó Zoraida Jiménez, residente de la comunidad.
La Unidad Potabilizadora Autónoma Transportable (Planta UPA), que tomaría el agua desde el río Orinoco para su posterior tratamiento en la planta, fue vista por los vecinos como la solución a los problemas. Desde 2006, representantes de Avepalúa comenzaron a presentarle el proyecto a la directiva de Ferrominera y al entonces presidente César Bertani, quien en marzo de ese mismo año aprobó 700 millones de bolívares para la construcción de la obra en una junta vecinal.
La empresa Sergeca, proveedora de plantas de agua en el estado Bolívar, ganó el contrato para la construcción, instalación y puesta en marcha del sistema de la planta de tratamiento. Durante la transición de la presidencia entre Bertani y Radwan Sabbagh, el comienzo del proyecto demoró y los paluenses empezaron protestas y reuniones con la directiva de la compañía hasta que la obra se terminó en 2008.
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En 2009 se realizó la segunda parte del proyecto, que consistió en cambiar parte de las tuberías -ya sedimentadas- que fueron instaladas cuando se construyó el sector.
La planta fue instalada en el Campo Tamarindo, frente a la empresa Copal y detrás del 642 Batallón Ingeniero Ferroviario Coronel “Casimiro Isava Oliver”. Tenía seis trabajadores, cuatro de la comunidad y dos de Sergeca. “Hace 8 años las dos bombas sumergibles se dañaron, reportamos el daño y Ferrominera dijo que venía en camino, pero esperamos y nunca llegó, desde ahí la planta tiene 7 años sola”, indicó Alexis Agustine, exoperador de la planta.
La UPA estuvo activa solo cinco años. Actualmente está completamente desmantelada; “mientras estaba activa entraron y robaron, se llevaron un aire, un microondas, un televisor, los equipos para medir el PH, una nevera y la reparación de los daños la hicimos nosotros, tuvimos que reforzar las puertas”, dijo Pedro Medina, extrabajador.
“Ahora el agua llega poquita y sucia, antes por lo menos teníamos esta planta y llenábamos el tanque australiano que surtía a toda la comunidad y a las empresas cercanas (Fapco y Copal)”, explicó Agustine.
“Esta fue la primera planta UPA en una comunidad en Ciudad Guayana, se supone que serviría de ejemplo para otras comunidades, es injusto que una planta que nos costó tanto sacrificio haya sido desmantelada teniendo cuerpos de seguridad a escasos kilómetros”, comentó Yánez.
Yánez atribuye las condiciones de la UPA a la inseguridad, la crisis económica en la que cayó Ferrominera que no permitió que el proyecto fuese entregado definitivamente a la comunidad y la desidia de los vecinos “que subestimaron la importancia del proyecto”.
Buscando otra alternativa, en 2016 se logró que Ferrominera junto con Hidrobolívar financiara otra adecuación de tuberías desde la entrada de Palúa. El plan benefició principalmente a la UE Escuela Palúa, pero debido a la poca fuerza del agua el proyecto tampoco ha funcionado en su totalidad.
“Para recuperar la planta comenzaremos a pedirle ayuda a Fapco y Copal, empresas que hacen vida económica dentro de Palúa y que no vemos nada de su aporte social a la comunidad, además de ellas hay otras subcontratas, no nos queda de otra que retomar nuestra lucha y comenzar otra vez a hacer acto de presencia”, finalizó Zoraida Jiménez.