La región Guayana fue la peor abastecida de alimentos durante 2020. En medio de la alarma sanitaria por la pandemia de COVID-19, la disposición de productos alimenticios en este territorio no llegó a cubrir ni 20% de lo requerido.
De las 49.868 toneladas métricas de alimentos que necesita la población de la zona, solo hay 30.250 disponibles mensualmente. Así lo reveló el balance de seguridad alimentaria 2020 presentado por la organización Ciudadanía en Acción (CeA).
La región que comprende los estados Bolívar, Delta Amacuro y Amazonas, también es una de las más olvidadas por el proyecto bandera de seguridad alimentaria del régimen, las bolsas de los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP).
En Guayana los alimentos no llegaron a estar disponibles ni en un 20% de lo requerido para la región durante 2020 | Fotos William Urdaneta |
En medio de la poca disposición alimentaria, las cajas del CLAP se diluyen como agua y sal: 39% de las familias quedaron fuera del programa durante todo el año, sin mencionar que hay familias que reciben la caja cada tres o cuatro meses.
La incidencia de las bolsas del CLAP fue, además de irregular, inequitativa. Los datos revelaron que el programa de alimentación estatal entregó 182.459 bolsas de comida mensualmente en Guayana, mientras en la región Capital, por ejemplo, entregó 624.613 bolsas de comida mensualmente.
Desde el año pasado, la organización Ciudadanía en Acción ha reportado que este programa de alimentación tiende a favorecer a las regiones y parroquias donde hay mayor conflictividad social, y que es utilizada como una herramienta de control político.
El CLAP existe desde 2016 como programa de asistencia alimentaria de emergencia. Desde 2019, aparte de los alimentos de la caja distribuye -en teoría- combos proteicos de alimentos, es decir, carne, pollo y cerdo.
Durante 2020, en Guayana se entregaron apenas 1.388.529 combos proteicos, ocho kilogramos por familia mensualmente. Lo que quiere decir que solo 11.478 familias en los tres estados que componen la región recibieron el beneficio.
Tomando en cuenta que la región tiene la mayor inseguridad alimentaria en Venezuela según la ONU y en Bolívar 93,5% de las familias vive en inseguridad alimentaria de acuerdo con los datos de Encovi, especialmente en los municipios de vocación minera.
Radiografía nacional
9.3 millones de venezolanos están bajo inseguridad alimentaria como consecuencia de una economía distorsionada e inflacionaria, el descalabro del aparato productivo nacional y su impacto sobre la disposición alimentaria, un modelo económico extractivista y poco sostenible, el desempleo, un sueldo mínimo que cubre menos del 1% de la canasta alimentaria y otros factores propios de la emergencia humanitaria compleja en la que el país está sumergido desde hace cuatro años.
De acuerdo con CeA, la disposición de alimentos en el país cubre apenas 44% de lo requerido, y las regiones Guayana, Oriente, los Llanos y Zulia tienen los índices más críticos de déficit de alimentos.
Los alimentos con una ausencia más marcada son las carnes de res y de aves, disponibles apenas en un 34%, frutas (20%), lácteos (47%), azúcar refinada (38%) y grasas visibles como el aceite de oliva o de soya (37%). Lo que quiere decir que la dieta de la mayoría de las familias se basa sobre todo en cereales (arroz o maíz), tubérculos (yuca, papa, ñame, batata), leguminosas (lentejas principalmente) y hortalizas.
El sector privado empresarial aportó 91% de los alimentos y el Estado aportó apenas 9% de la disposición de alimentos en 2020 |
“La desigualdad hoy en Venezuela está en los platos de comida, ¿qué tiene y cuánto pesa tu plato de comida?”, manifestó el sociólogo y director de CeA, Edison Arciniegas.
Sin embargo, la disponibilidad de los alimentos en general aumentó en un 14% en comparación con 2019 gracias al sector privado de la economía. El sector privado empresarial aportó 91% de los alimentos y el Estado proporcionó apenas 9%. “Las empresas que integran el sistema alimentario siguen sufriendo los acosos de siempre, lo que ha cambiado es la actitud de la producción”, explicó Arciniegas.
El sociólogo sostiene que este leve incremento de la disposición alimentaria se debe a la reactivación progresiva “sin pausa y sin prisa” de la agroindustria venezolana y el incremento de la agricultura familiar. “Los empresarios están invirtiendo su propio músculo, su propio dinero y eso es algo bueno. Subsiste a pesar del Estado”, dijo.
Sin embargo, señaló que urge potenciar la producción agrícola para encaminar el país hacia la soberanía alimentaria. La Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos (Sviaa) advirtió que la falta de créditos, poca asociatividad, alto costo de insumos para la producción y escasez de combustible diésel provocaron que la producción agraria -principalmente de cereales- disminuyera 25% durante 2020.
Actualmente el campo aporta solo 18% de lo que se consume en el país y 32% es importado. Cuando hasta 2012 los productos de la agroindustria venezolana representaron hasta el 98% de los anaqueles.
Defensores de derechos humanos y oenegés han insistido al Estado que permita la entrada del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en este escenario, pues su intervención es fundamental para que las personas puedan superar la inseguridad alimentaria a través de sus distintas líneas de acción. Pero hasta ahora el Estado no lo ha permitido.
¿Qué incidencia tiene el CLAP en la emergencia?
Casi ninguna, pese a ser -cuando llega- lo que amortigua el vacío de las alacenas de las familias más golpeadas por la crisis.
La promesa de una caja por familia requiere que haya una disposición de 6,1 millones de cajas o bolsas de comida por mes, pero esa disposición no llegó ni a los cuatro millones de cajas durante ningún mes del año.
Además no es suficiente para suplir las necesidades nutricionales de la población: aunque en Venezuela se requiere un millón de toneladas métricas de alimentos por mes, el CLAP distribuye entre 30 y 13 mil toneladas mensuales, en su mayoría carbohidratos como arroz blanco, harina de maíz y pasta.
Más del 85% de la mayoría de los rubros los proporciona el mercado general. El CLAP sólo proporciona más que el mercado, el 43% de la disposición de leguminosas y 38% de la carne de pescado según el monitoreo.
Este programa alimenticio creado para sustentar principalmente a familias en riesgo de inseguridad alimentaria y que el régimen prometió potenciar durante la alarma sanitaria por la pandemia de COVID-19 tiene casi nula incidencia precisamente en las regiones más vulnerables al hambre.