La crisis alimentaria llevó a los guayaneses a sembrar conucos en la ciudad para autoabastecerse de algunos rubros y apoyar a sus comunidades en medio de la emergencia humanitaria compleja.
Yuca, tomate, berenjena, pepino, auyama, patilla, batata, plátano, cambur, piña y leguminosas, como frijoles y quinchonchos, han sido algunos de los rubros que los encargados de, al menos, cinco conucos que hay en Ciudad Guayana, han sembrado con miras a proveer a sus familias, aunque algunos implican la deforestación de áreas que antes eran reserva ambiental.
Las Malvinas y Las Manoas en San Félix, y Los Mangos, La Churuata, Jardín Levante y tráileres de Alcasa en Puerto Ordaz, son algunas de las zonas en Ciudad Guayana en la que vecinos decidieron echar mano de la siembra para autoabastecerse de alimentos.
La idea es brindar el apoyo a la comunidad -por la situación país- y sacarlo a la venta a precios solidarios. No es hacer ranchos, ni invasiones”. Luis Cabello No podemos ir en contra de eso (…) ¿cómo les dices que no? Hay que buscarle la tónica a eso”. Jessiel Gascón |
En La Churuata hay más de tres parcelas con sembradíos dentro de los condominios. Daiberys Rodríguez tiene un proyecto de autoabastecimiento alimentario que involucra los 9 edificios de la residencia, aunque no le han concedido el permiso. “Cada torre iba a tener un espacio para sembrar al menos un rubro”.
Mientras tanto, ella y seis familias más, cultivan verduras, frutas y leguminosas para paliar el hambre y la escasez en los edificios donde viven.
En ese terreno de 120 metros cuadrados han sembrado auyama, yuca, pepino, pimentón, ají, guayaba, piña, tomate perita, tomate cherry, calabacín, batata, cilantro, té verde, toronjil, orégano orejón, pimienta, onoto y entre otros. También idearon un sistema de riego artesanal con tuberías agujeradas en cada cantero cuando el caudal de agua llegaba con fuerza a la comunidad, ahora el suministro funciona a bajo caudal y con intermitencia por lo que aprovechan al máximo la temporada de lluvia.
Este no es el único espacio destinado a la agricultura urbana, hay al menos cuatro vecinos más con parcelas pequeñas cercanas a sus viviendas en esa misma urbanización.
“Nos beneficiamos solo un grupo”, dijo mientras señalaba los semilleros de tomate, ají y piña.
En Los Mangos y los tráileres de Alcasa también hay sembradíos pequeños que son iniciativa de algunos vecinos para mantener la alacena llena en terrenos que antes estaban baldíos cerca de sus casas. En el bloque 9 de Las Manoas, en San Félix, también hay una iniciativa de 10 rubros sembrados.
Proveer para la familia
Una de las zonas más grandes destinadas a la agricultura urbana es el de Las Malvinas aunque, en medio de este intento de autoabastecimiento alimentario, deforestan el territorio que hasta el 2012 estuvo destinado a ser un pulmón forestal de San Félix. Son 278 hectáreas de área destinada de conservación que bordean el parque La Fundación -de perfil recreativo- y el estadio La Ceiba.
“La idea es brindar el apoyo a la comunidad -por la situación país- y sacarlo a la venta a precios solidarios. No es hacer ranchos, ni invasiones, ni nada de eso, es cultivar, la intención es que también los entes competentes puedan ayudarnos a desarrollar esta idea”, expresó Luis Cabello, uno de los pioneros en sembrar en el área.
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En su conuco de una hectárea trabajan seis personas que llevan al menos un año cultivando el terreno en el que ya lograron cosechar 100 kilos de yuca y 50 kilos de auyama para sus familias.
Este año se propusieron sembrar arroz, leguminosas, plátano, tamarindo, limón, melón, lechosa, chícharos, frijol chino, 1.000 plantas de yuca, 2.000 de frijoles, 1.000 de caraotas, y 1.000 de maíz. Además de plantas medicinales en su mayoría oxigenantes cerebrales, depurativos y antiparasitarias para quienes no pueden costear medicamentos. “Queremos que el gobierno se aboque a prestar el apoyo para desarrollar la medicina natural”, aunque esta no puede sustituir la mayoría de los tratamientos médicos para enfermedades crónicas y agudas, ni amortiguar la escasez de medicinas o la falta de poder adquisitivo para adquirirlas.
Los conuqueros han limpiado el terreno a machetazos. Los círculos negros en la tierra son evidencia de los árboles caídos y quemados, para despejar el terreno y sembrar con recursos propios en una zona que no estaba destinada para ello pero que también estuvo desprotegida por los órganos competentes en la materia como la Alcaldía de Caroní.
Cabello aprovecha la temporada de lluvias todo lo que puede, pues durante la sequía debe cargar 60 tobos de agua diarios para poder mantener el conuco por la crisis del suministro que hay en el sector, que no le ha permitido hacer un sistema de riego para el sembradío improvisado.
“El alto costo de la vida es lo que nos ha llevado a esto, lo único que lamento es la deforestación de esta área”, expresó Miguel Granado |
El agricultor empírico sostiene que el conuco es capaz de beneficiar entre 150 y 200 personas, “dependiendo de la capacidad de la producción, si se da en un 70 u 80%”.
Miguel Granados, trabajador de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), recién inició a cultivar su parte del terreno porque el salario que gana en la empresa a la que le ha dedicado seis años de su vida no es suficiente para abastecer su alacena, aunque el conuco tampoco lo es en su totalidad, pero amortigua. “En mis planes está alimentar a mi familia, y al que pueda ayudar, yo lo ayudo”, expresó.
A Las Malvinas llega la caja del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) cada 3 meses, “y te cuesta 200 mil bolívares, muchos tendrán las comodidades, otros las tendrán, pero aún la caja no alcanza para subsistir 3 meses para esperar que venga la otra”.
Granados lamenta la pérdida el pulmón vegetal que implica la siembra de conucos, pero en medio de la necesidad asegura que cada vez quedan menos opciones.
“El alto costo de la vida es lo que nos ha llevado a esto, lo único que lamento es la deforestación de esta área porque era un pulmón de la ciudad, por el bendito problema del gas y por la alimentación, esto es desesperante, pero tenemos que luchar”, dijo mientras terminaba de arrancar con la bota el tronco del árbol que acababa de golpear con su machete.
Conucos en un pulmón vegetal
“El uso que debía darse a esas 278 hectáreas dentro del centro de San Félix fuese el gran pulmón verde recreativo y deportivo de esta ciudad”, manifestó el consultor de urbanismo Simón Yegres en entrevista con Correo del Caroní.
El experto explicó que los conucos urbanos en esta área son producto de “la anarquía urbana que ha propiciado las últimas autoridades municipales que hemos tenido”, es decir, Francisco Rangel y Justo Noguera en la Gobernación, y José Ramón López y Tito Oviedo en la Alcaldía de Caroní.
El área estuvo luego destinada a la construcción de un hospital tipo III en San Félix que nunca llegó a término, lo que constituye una violación de la ordenanza de zonificación y de la ley orgánica de ordenación urbanística, “fueron violentadas cuando se cambió la zonificación del pulmón verde dejado en 1970”. El área se había deforestado ya en un 80% de acuerdo con estimaciones de Yegres, sin incluir los conucos que han aparecido en los últimos años.
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“Es como si le cambiáramos la zonificación al Cachamay y ya no fuera un parque, o la plaza Bolívar ya no fuese una plaza a menos que se modifiquen las leyes establecidas, pero esta gente se saltó la norma en un acto de populismo”, lamentó.
Aunque no son agricultores expertos, los conuqueros del área han buscado asesoría de personas experimentadas que migraron de los campos en Caruachi hacia la ciudad, por el hampa.
En el sector hay un aproximado de 50 parceleros con al menos media hectárea de terreno cada uno. Y aunque en un principio la intención es el autoabastecimiento, no descartan vender los rubros a un precio menor que en los mercados para ayudar a las comunidades adyacentes.
Glen Isava es uno de los que más tiempo tiene utilizando el terreno para la agricultura urbana. Sembró un conuco de hectárea y media. Para amortiguar los efectos de la deforestación, el agricultor y sidoristas, propone plantar árboles frutales que permitan de alguna manera mantener el pulmón vegetal en medio de los conucos.
“Si todo marcha bien con las lluvias, la intención es llevar los productos a la comunidad de Las Malvinas y Doña Bárbara, estamos en una parte céntrica”, manifestó Ysava.
Hasta ahora han adquirido las semillas por cuenta propia, así como vitaminas y fertilizantes.
Sobre la ocupación arbitraria del terreno para la siembra, la autoridad única en el Ministerio de Ecosocialismo del estado Bolívar, Jessiel Gascón, manifestó que mientras la deforestación se haga para algo beneficioso, hay que ser flexibles, “no podemos ir en contra de eso (…) ¿cómo les dices que no? Hay que buscarle la tónica a eso”.
Mientras tanto, la ciudad se llena de conucos improvisados que hablan de la inseguridad alimentaria bajo la que ya están 9.3 millones de venezolanos que han agotado sus recursos de subsistencia de forma irreversible para alimentarse y que ahora echan mano de sus patios y terrenos baldíos para sobrevivir al hambre.