La oenegé ambiental Fundación Dos Aguas, y vecinos de Villa Africana y Los Olivos en Puerto Ordaz, exigen el saneamiento del vertedero de basura improvisado en Villa Africana y el cese de la quema constante de desperdicios.
La humareda y el olor a putrefacción que la quema genera, se expande y afecta a al menos mil familias entre Villa Africana y Los Olivos, según reporta la organización. Pese a que las lluvias apaciguan la llamarada, la basura puede estar quemándose hasta por ocho días continuos.
Para que el saneamiento del lugar perdure en el tiempo, los vecinos del sector también exigen un servicio continuo de aseo urbano, uno de los servicios básicos que, después del agua y el gas, es de los más precarios en Puerto Ordaz y San Félix.
10 metros de pura basura
En la vía Italia, justo al lado del Centro Clínico de Villa Africana hay unos 400 metros cuadrados de terreno abandonado en el que a diario al menos 100 familias y comercios de Villa Africana y Los Olivos vierten y amontonan grandes cantidades de desperdicios desde hace más de cinco años.
Esto como resultado de las fallas del servicio de aseo urbano en el sector, que hace que los ciudadanos acumulen desechos dentro de sus hogares, y con esto proliferen moscas, gusanos y demás alimañas.
Con la ausencia del servicio también surgió la figura de los carretilleros: personas que con carretillas se dedican a recolectar basura entre las casas y negocios, para luego depositarlas en ese espacio abandonado.
Para hacer espacio en el terreno queman la basura. Los afectados por la quema constante, estiman que el espacio tiene unos 10 metros de profundidad.
Informan que aunque en reiteradas ocasiones han acudido a la Alcaldía de Caroní, la Gobernación y los cuerpos bomberiles del municipio, sus solicitudes de saneamiento y extinción de las llamas han sido atendidas.
“Bomberos forestales solo pudieron ayudarnos reubicando algunos desechos para que el fuego no se extendiera más, pero nos dicen que ellos no tienen agua”, informó la coordinadora de la organización, Yanitza Castilla.
Aunque el aseo debería pasar por el sector cada jueves y domingo, o miércoles, de acuerdo con el cronograma de Supra Guayana. En realidad nunca se sabe cuándo pasarán los camiones de la basura, que pueden ausentarse de forma continua incluso durante un mes, señala Castilla.
“Esto está generando problemas respiratorios, es insoportable. Porque bueno, hasta los carretilleros cargan basura desde las casas hacia ese espacio. Todavía no sabemos quiénes son los responsables de la quema”, dijo.
Para detener la humareda y sofocar las llamas, en varias ocasiones los residentes han tenido que hacer una cadena humana con tobos de agua, en medio de una alarma sanitaria por COVID-19 y la escasez de agua, ocasionada por las fallas recurrentes de los sistemas de rebombeo de los acueductos de la ciudad.
Elena Torres informó que la parcela pertenece al dueño del Centro Clínico Villa Africana. En un principio, el terreno se cercó para evitar que las personas botaran basura ahí, pero rompieron el paredón y la situación continuó.
“El dueño se comprometió a levantar el paredón y a soldar la puerta de entrada al basurero, se compromete a hacer muchas cosas, pero siempre vuelve el problema”, afirmó.
“Hemos ido a apagarlo en distintas ocasiones con tobos de agua, barriles, y ha sido imposible porque el agua tendría que llegar hasta abajo”, agregó.
La mujer señaló que los vecinos están cada vez más preocupados, pues en medio de los contagios por COVID-19, a la comunidad se suman otros problemas de salud respiratorios que adjudican al clima húmedo y a la humareda.
“Los problemas respiratorios no tenemos cómo solucionarlos, ¿a dónde acudimos? Aquí hay muchos adultos mayores que no soportan un ataque de asma por la quema permanente de basura”, resaltó.
“Necesitamos urgentemente que la Alcaldía se involucre. Ningún ente ha ayudado, hoy llovió y el humo se aplacó un poquito, pero sigue. Yo mismo ando ronco, ahí se quema de todo, hasta plástico”, dijo Gonzalo Lezama, otro vecino que a diario intenta sofocar las llamas con tobos de agua.
Los afectados se organizaron para armar un patrullaje esporádico, y así evitar que se siga echando basura en el lugar, pero sin el apoyo de las autoridades la iniciativa es insuficiente.
En la última entrevista que Correo del Caroní sostuvo con el presidente del Sistema Urbano de Procesamiento y Recolección de Aseo en Guayana (Supra Guayana), Juan José Méndez, el funcionario reportó que el sistema de aseo en la ciudad limitó su operatividad por falta de suministro de gasoil y por no contar con suficientes vehículos para atender a toda la urbe. De 33 unidades, 22 se encuentran operativas hasta el último balance.
Méndez estimó que el organismo solo logra recolectar entre 400 y 450 toneladas diarias de basura, pese a que en la ciudad se generan 700 toneladas de desechos sólidos diarios, aproximadamente.
Después de que la ciudad estuvo más de una década sin relleno sanitario fijo, que se asegure una adecuada disposición final de basura y por lo tanto cumpla con la Ley de Ambiente, el Ministerio para el Ecosocialismo (Minec) informó sobre la puesta en marcha de un proyecto para convertir el vertedero de Cañaveral en el relleno sanitario de la ciudad, obra que todavía no tiene fecha de culminación y que fue una promesa de la gestión del exgobernador Francisco Rangel Gómez en 2014.
La incorrecta recolección y disposición de desechos sólidos constituye un problema de contaminación ambiental, y de salud pública grave. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que la contaminación del aire –generada, entre otras cosas, por la quema de basura– aumenta los riesgos de sufrir cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, cáncer y amplifica problemas respiratorios preexistentes en las personas, además de irritar las vías respiratorias.
“Mientras estemos así, es incluso recomendable que acudamos al reciclaje, para al menos reducir los residuos que generamos. Los desechos orgánicos podemos convertirlos en abono”, señaló Castilla.
Queda pendiente que el proyecto de Minec vaya de la mano con un compromiso de la Alcaldía de Caroní, para potenciar la capacidad de recolección de desechos en una ciudad envuelta en humo, por la que a diario sobrevuelan los zamuros y por la que surgen vertederos improvisados en cada esquina.