miércoles, 12 febrero 2025
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Escasez de combustible, transporte y horarios restrictivos apagan actividad económica en el centro de Puerto Ordaz 

Comerciantes desesperanzados e impotentes por la caída de las ventas claman por medidas que permitan reactivar el sector y sacar adelante sus empresas. | Foto William Urdaneta

@g8che

Santamarías abajo, locales empapelados y algunos a los que solo les queda el caparazón, es parte de la fotografía que deja el centro de Puerto Ordaz, años atrás un espacio de importante actividad económica, paseo y de encuentro para una ciudad creciente.

Una de las cosas que más le daba vida al sector eran los vendedores de comida rápida, los cuales trabajaban día y noche en la avenida Ciudad Bolívar. De los más de tres puestos que antes había acá, solo quedan las estructuras de aluminio vacías junto a las paradas de transporte.

Justo al frente de estos carros de comida rápida está Calzados Edén, una de las zapaterías con más años en la zona y que trata de sobrevivir pese a la baja afluencia de personas. El local está vacío, aunque es semana de flexibilización. Una trabajadora con desánimo y tratando de encontrar palabras para explicar lo que viven, señaló: “Esto ha quedado desolado”.

 

En otros estados todo está funcionando normal, en este estado es que tenemos el problema de la gasolina y el bloqueo que nos tienen el gobernador y el alcalde con las horas de trabajo”.

Para ella uno de los principales problemas es el transporte, agravado por la escasez de gasoil y la pandemia. “Los clientes piensan para venir acá abajo porque después ¿cómo se regresan a sus casas?”.

En horario flexible que permite el tránsito hasta las 5:00 de la tarde, cierran a las 2:00 pm, tres horas antes de lo habitual, ante la soledad que le da espacio a la delincuencia y las pocas unidades de transporte, las cuales cobran hasta en 1 millón de bolívares el pasaje.

Señaló que en un periodo de dos años las ventas han caído cerca de un 70% por lo que el personal se ha reducido a la mitad. “Ahorita concretamos una venta, a veces nada (…) A este sector hay que darle vida”, agregó con desesperanza.

 

Yo soy madre soltera, si yo no trabajo yo no como, no puedo esperar un bono de 2 o 7 millones. ¿Qué compro yo con un bono?, no me alcanza ni para comprar un remedio de fiebre para la niña que tiene dos años”.

En Bolívar, conductores, dependiendo de la placa del vehículo, pueden pasar hasta más de un mes sin surtir combustible en las estaciones de servicio. La escasez ha disparado la gasolina entre 2 y 5 dólares el litro generando que ciudadanos utilicen los carros para estrictas emergencias, limitando su transitar y recorrido por la urbe.

Además, transportistas de autobuses han mermado sus operaciones debido a que lo que reciben de gasoil o gasolina es insuficiente para operar efectivamente y garantizar un servicio accesible y constante a los usuarios.

Las paradas de transporte ya no son lo que eran antes, la única que no está vacía, la utiliza un barbero para cortar pelo, mientras que el Banco Provincial que está en la esquina diagonal al Trébol 3 ya no atiende al público y está cubierto por maleza y basura.

Al bajar por la carrera Upata, la situación no cambia mucho. Los buhoneros que tiempo atrás vendían ropa en mini locales ya no trabajan. En uno de los pasillos, todas las rejas están abajo y solo quedan unos adornos de Navidad, mientras en el otro, algunos locales trabajan sin afluencia significativa de clientes. 

Afectados por el esquema 7 por 7 

Desde el inicio de pandemia el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) ha rechazado el esquema 7 por 7 por considerar que no es adecuado para el sector comercial. En enero de este año, el entonces presidente del gremio, Felipe Capozzolo, señaló que 90% de los afiliados sufrieron afectaciones por la pandemia y el esquema impuesto por el Ejecutivo.

“Antes de la pandemia vendíamos tres, cuatro bandejas con 90 carnes de hamburguesa (cada bandeja), ahora vendemos 20, 30 carnes de hamburguesa diarias”, dijo una vendedora de comida rápida que prefirió mantener su nombre bajo reserva.

La mujer, impotente por la caída productiva, señaló una nevera exhibidora y una caja de refrescos de botella, acomodada fuera del local. Cuenta que anteriormente compraban alrededor de 10 cajas diarias, pero en este momento no venden ni siquiera una completa.

Eran cerca de 11 empleados que trabajaban hasta las 3:00 de la mañana dependiendo la clientela y la mercancía, pero hoy solo quedan tres personas. En su puesto no hay comensales, pese a que se acerca la hora del almuerzo.

Para ella la obligatoriedad de cierre por el esquema 7 por 7 no es beneficiosa en ningún sentido. “Yo soy madre soltera, si yo no trabajo yo no como, no puedo esperar un bono de 2 o 7 millones. ¿Qué compro yo con un bono?, no me alcanza ni para comprar un remedio de fiebre para la niña que tiene dos años”, recriminó.

Afirmó que las autoridades del Estado deben garantizar combustible, transporte público y horarios que permitan trabajar. “Ni el transporte ayuda, ni la situación económica ayuda, todo lo tenemos es trancando, esto no vale la pena, cada día está peor”, expresó.

“En otros estados todo está funcionando normal, en este estado es que tenemos el problema de la gasolina y el bloqueo que nos tienen el gobernador y el alcalde con las horas de trabajo”, reprochó otro vendedor disgustado por el desplome de las ventas.

Alquileres llevan a cierre 

De acuerdo con Raúl Gil, segundo vicepresidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Caroní (Camcaroní), la actividad comercial ha caído 85%. Anteriormente en el gremio tenía alrededor de 400 afiliados, de los que hoy solo quedan 200 y apenas 100 con actividad económica.

De esto no ha quedado exento el centro comercial Trébol 3. Los estacionamientos vacíos tienen una razón: la mayoría de sus locales fueron cerrados o removidos. Tiendas con trayectoria como agentes autorizados Movilnet, Perfumes Factory, Kioto, Óptica Caroní o Marbella están cerradas. 

Automercados Pekín es uno de los comercios que aún se mantiene con una afluencia importante de clientes porque vende productos de primera necesidad | Foto William Urdaneta

Las mini tiendas que vendían ropa, juguetes y bisutería ubicadas en el medio del pasillo principal también están cerradas. El porcelanato beige potencia la sensación de vacío. En los locales que aún permanecen abiertos, algunos vendedores esperan en las afueras que aparezca algún cliente con los que salvar el día.

Una locataria que tenía 15 años en el Trébol 3 cerró su empresa luego de las limitantes para operar originadas por la pandemia, la escasez de gasolina y el alquiler. “Hay una gran pérdida de clientes, yo me salí porque me propusieron un aumento de alquiler y no tuve más opción que renunciar”, dijo.

La tarifa de alquiler pasó de 30 a 200 dólares en abril, un monto imposible de costear ante la baja actividad económica. “Yo en el día no hacía nada, me iba con las manos pelás”, cuenta. Además, las posibilidades de cambiar de local eran mínimas pues tendría que invertir en mobiliario y vallas.

Durante el tiempo que estuvo trabajando compró gasolina en 2 y 3 dólares el litro para trasladarse a su local, inversión que no recuperó con las ventas. Para ella es necesario que se regularice el suministro del combustible como en otras regiones. “La escasez de gasolina está acabando con Puerto Ordaz”.

Actualmente la mujer no trabaja y no tiene pensado mudarse a otro espacio debido a que implicaría al menos 2 mil dólares de inversión. “Da mucha tristeza por mis 15 años que trabajé en el centro comercial, nunca me atrasé con mi pago, me daban mis ventas para cubrir mis necesidades, pero últimamente no podía y bueno…”.

Salvando los comercios 

En el primer piso, los locales vacíos representan más del 70% del total. En este espacio comerciantes vendían comida italiana, asiática y tipo bufé, había sillas para los consumidores, además de un tren para niños, que dejó de funcionar hace varios años. Hoy la mayoría de los espacios están vacíos o con la santamaría abajo.

De los centros de estética no operan más de cuatro pese a ser semana flexible. Una locataria sostuvo que se han mantenido gracias a la fidelidad de los viejos clientes que han sido fieles al servicio, debido a que al centro comercial ya no se acercan clientes nuevos o usuarios a pasear.

Muchos de los antiguos clientes además viven en zonas cercanas como Villa Colombia o Villa Central y se trasladan caminando o en autobús para recibir el servicio. “Lo que ha parado la actividad es la gasolina, si hubiera gasolina, gasoil, las cosas se movieran”, afirmó.

La empresaria ha bajado los precios casi a la mitad del mercado, si en otros sectores cobran 6 dólares por un corte de caballero, ella cobra 3, para incentivar a los clientes. Señaló que todo lo que está trabajando es para destinarlo al negocio, mientras su pareja se ocupa de los gastos de la casa. “Yo estoy tratando de que mi empresa siga adelante, de salvarla”.

Aunque locatarios en algún momento escucharon que se realizarían trabajos de remodelación e inclusión de nuevos comerciantes, que le dieran vida al centro comercial. Siguen esperando.

José Alfredo Olivo, expresidente de Fedecámaras Bolívar y comerciante de esta zona, sostuvo que además de la merma de transporte, el costo de los alquileres y la escasez de gasolina, el poder adquisitivo de las personas decayó mermando así las ventas que puedan hacer. “Tenemos una economía que se estancó, producto de que las empresas básicas, de donde dependía este municipio, están paralizadas”.

Puntualizó que además aumentó la informalidad que no se ve afectada por las restricciones de horario y que deja en desventaja al sector comercio formal que debe pagar a su vez impuestos, servicios y alquileres.

Además, como han sostenido distintos gremios, alegó que las semanas radicales que permiten trabajar solo a sectores prioritarios hasta las 12:00 del mediodía afectando al sector comercio. “El gobierno local debería buscar flexibilizar las semanas radicales”, dijo.

Pese al ambiente desalentador, hay comerciantes que han dedicado su vida al centro de Puerto Ordaz, que siguen negados a cerrar sus negocios, más allá de que la caída de las ventas supere el 70%.

Un empresario con más de 40 años en el sector insistió en que debe vacunarse efectivamente a las personas y empezar a tomar decisiones políticas y económicas que eviten mayores cierres. “No se cuánto podremos aguantar”, exclamó.