Durante la pandemia por COVID-19 incrementó la violencia contra niños, niñas y adolescentes en el país. La ola de denuncias vía redes sociales de casos de abuso y violencia sexual contra menores de edad, reportados en Venezuela desde el 23 de abril son trazos de un retrato mucho más grande.
Solo en el estado Bolívar desde el inicio de la pandemia, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) reportó 51 casos de violencia contra niños y jóvenes en edades comprendidas entre los 0 y 19 años, siendo los niños entre cinco y 14 años los más afectados por casos de abuso sexual, actos lascivos y tratos crueles.
De acuerdo con el informe Somos Noticia – Capítulo Salud Mental de niños, niñas adolescentes (2020 – 2021) del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), 12% de las 3.519 personas atendidas por el Servicio de Atención Psicológica (SAP) Crecer sin violencia, dijo haber sufrido algún tipo de violencia.
Y la violencia sexual fue la forma más reportada por los pacientes (34%). El psicólogo y coordinador adjunto de Cecodap, Abel Saraiba, resaltó en la presentación del informe que esta cifra de violencia sexual visibiliza una dinámica sociofamiliar impactada por la pandemia.
En entrevista con Correo del Caroní, el terapeuta familiar y fundador de Cecodap, Oscar Misle, expuso cómo identificar si un niño o adolescente está siendo víctima de violencia sexual, cómo prevenir la violencia sexual y qué hacer para denunciar y buscar ayuda psicosocial profesional, si sucede.
¿Cómo identificar si un niño o adolescente está siendo abusado sexualmente?
En muchos casos, por miedo -porque pueden estar bajo amenaza-, confusión, o porque no identifican que se trata de un abuso, los niños y adolescentes no son capaces de notificar a sus familiares que están siendo víctimas de esta forma de violencia. Pero hay señales que los padres, representantes o algún otro adulto pueden aprender a identificar para saber si algo malo está pasando.
Una de esas señales es que el niño cambia de actitud, deja de hablar, se retrae, o comienza a tener comportamientos típicos de la ansiedad.
El niño vuelve a etapas ya superadas, como orinarse en la cama y sus hábitos alimenticios también pueden cambiar. Es posible que el niño tenga lesiones en los genitales o en alguna otra parte del cuerpo.
Puede comenzar a experimentar pesadillas, tener terrores nocturnos. Puede comenzar a aislarse. O puede que su forma de hablar también cambie, utilizando expresiones erotizadas.
Si el niño de repente ya no quiere visitar la casa de un amigo, conocido, tío u otro pariente que su familia frecuenta, también puede ser una señal de alarma.
“Todo eso hay que evaluarlo si en la familia no hubo una situación desencadenante reciente, como la pérdida de un ser querido, una mudanza no deseada, entre otras cosas”, dijo Misle.
Algo de lo que se tiene que ser consciente, es que a la víctima le costará verbalizar todo lo que está sintiendo.
El especialista indica que para estimularlo a que confíe para poder contar lo que le sucede, los adultos deben buscar medios para que el niño se exprese, ya sea a través de cuentos, dibujos, títeres o alguna otra forma de expresión. “Y hacerlo sin regaños, y sin juzgar, para que el niño no se sienta intimidado”, afirmó.
Las heridas emocionales que deja la violencia sexual infantil sanan en la medida que se reconocen. Si un niño reporta que se siente abusado por alguien, hay que creerle siempre, sostiene el especialista.
Con casos de abuso sexual, es muy poco probable que el niño invente tal situación, explica. “Hay que creerles siempre porque para inventar algo, los niños necesitan tener referencias antes sobre eso que van a inventar, pero para la sexualidad no tienen esa referencia, y menos de algo que suele ser doloroso”, dijo.
¿Cómo prevenir la violencia sexual infantil?
La educación sexual es clave. El especialista plantea que si en el hogar los niños no reciben educación sexual, la recibirán de su propio entorno, de manera informal. De amigos, de contenido multimedia, de la pornografía.
Señala que la principal falla de la educación sexual que los niños reciben en sus colegios y hogares es que gira entorno solo a lo genital, a lo biológico-reproductivo solamente.
Es necesario que, desde preescolar -y con herramientas pedagógicas- se comience a hablar del tema, y se debe enseñar a los menores de edad a diferenciar entre caricias afectivas y caricias sexuales, lo que está bien, y lo que no, tomando en cuenta que el abusador siempre buscará entablar un vínculo afectivo con el niño.
Que sepan identificarlas para no aceptarlas es fundamental. “Eso no les quita inocencia”, señaló.
En 80% de los casos de abuso sexual infantil, los abusadores son personas vinculados con la víctima, es decir, es un miembro cercano de su familia, de amigos de la familia, e incluso del colegio.
Misle explica que, desde temprano, los niños deben aprender que no todas las personas son de confianza. Señala que no se les debe obligar a abrazar o besar a otra persona si no se sienten cómodos.
“Eso les envía un mensaje de que está bien decir que no, y no acceder cuando no se sienten cómodos con algo”, advirtió.
En una era en la que los niños también son nativos digitales, se les debe enseñar que no toda persona tiene la edad que dice tener, ni el género que dice tener, ni la intención que dice tener en redes sociales. Además, la familia debe evitar que los niños se expongan a la red hiper sexualizados.
Lenguaje sencillo
A la hora de acercar el tema a los niños, el experto señaló que es importante presentar el sexo con lenguaje sencillo, directo, y llamando las cosas por su nombre, sin diminutivos o sobrenombres. Además de sembrar el autocuidado personal.
Esto como forma de desmontar en los niños la idea de que lo que pase con los genitales es algo vergonzoso sobre lo que no se debería hablar. Pues eso estimula al niño a que exprese si está sucediendo algo con alguna parte de su cuerpo, sin sentir que será reprendido por sus padres o representantes.
El abuso sexual se expresa de diferentes maneras. En la mayoría de los casos, los victimarios son familiares y conocidos, por eso, para la víctima el hecho de ser abusado sexualmente supone un choque en el que no se concibe que alguien que dice amarle, le haga daño. En ocasiones, ese daño no se percibe como tal sino hasta tiempo después.
Soltar mitos
La violencia sexual no es solo penetración, son caricias y demás actos lascivos como la masturbación forzada. Es decir: toda práctica en que un adulto utiliza su posición de superioridad para obtener placer sexual de una persona menor de 18 años, es violencia sexual contra menores de edad.
La mayoría de los victimarios buscarán formar un vínculo afectivo con el infante o adolescente, a través de cariño, premios, entre otras cosas.
“Tenemos que quitarnos la idea de que el abusador sexual tiene apariencia de monstruo, o anda encapuchado, que es alguien que fácilmente podemos reconocer, porque no es así. Son personas de apariencia normal que entablan un vínculo afectivo con sus víctimas”, dijo.
Otros mitos -además machistas y discriminatorios- que deben desmontarse de acuerdo con el especialista son: la creencia de que un niño de sexo masculino víctima de este tipo de violencia cambiará su orientación sexual y la creencia de que toda persona abusada se convertirá en un potencial abusador sexual.
“Hay que desmontar ese mito de protección de masculinidad, es dañino porque por vergüenza y estigma los niños no se atreven a denunciar”, resaltó.
¿Qué hacer si el abuso ocurrió?
El siguiente paso para hallar justicia y reparación es denunciar el caso legalmente y buscar apoyo psicosocial para el niño o adolescente afectado.
Para emitir una denuncia legal se puede acudir al Ministerio Público, el Consejo de Protección según el estado y municipalidad en el que se encuentre el denunciante, o los organismos policiales.
En este enlace, la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) explica los pasos específicos para denunciar. Cualquier persona que tenga conocimiento del delito puede denunciarlo.
Para recibir apoyo psicológico, el Servicio de Atención Psicosocial (SAP) de Cecodap ofrece su línea de atención gratuita vía WhatsApp o llamadas con alcance nacional: 0424-2842359.
Codehciu también ofrece asistencia psicosocial gratuita para niños, niñas y adolescentes en el estado Bolívar a través de los números: 0412-9491803 (municipio Caroní), 0426-5337334 (municipio Angostura del Orinoco) y 0414-8302944 (municipio Gran Sabana).