El 18 de enero entrará en vigencia el decreto municipal que prohíbe el paso de gandolas mineras por la vía principal de El Callao, estado Bolívar. Los vehículos deberán transitar por un corredor vial alterno.
Así lo informó el recién electo alcalde del municipio, Coromoto Lugo, en entrevista con Correo del Caroní, en respuesta al estado de deterioro de las vías que causa un gran malestar en la población callaoense.
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El alcalde informó que más de 320 camiones que superan las 11 toneladas de material aurífero transitan a diario por la carretera principal hacia las plantas procesadoras provocando un cada vez mayor deterioro de la vialidad.
“Tienen un corredor vial de más de cinco kilómetros que pueden utilizar para transportar material, pero dentro del poblado no se los voy a permitir. Es una anarquía que no podemos tolerar”, declaró Lugo.
Recaudación fiscal como oxígeno municipal
La celebración de los carnavales de El Callao, declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2016, encontró una vez más al poblado con calles intransitables, en plena pandemia por COVID-19, sin agua, electricidad ni aseo urbano eficiente.

La autoridad municipal resaltó que su gestión se concentrará en la mejora de los servicios básicos más críticos. Y piensa lograrlo a través de una política de recaudación de impuestos.
Es decir, plantea lograr que las empresas procesadoras de oro, y el sector de comercio y servicios inviertan capital en la municipalidad.
Lugo precisó que de 39 empresas procesadoras de oro que hay en el municipio, apenas dos pagan impuestos. Agregó que solo 1,4% de 1.400 molinos y 21% de 2.400 comercios formales cumplen con sus compromisos fiscales.
“Acá hay una injusticia social muy grande con las empresas procesadoras. Estas plantas producen 3 mil kilos de oro mensuales, la producción ha ido aumentando y ha traído gente de todas partes, pero no colaboran con el municipio”, dijo.
La crisis de servicios públicos no puede atribuirse únicamente a la falta de presupuesto municipal, sino también a falta de mantenimiento de la infraestructura de los servicios por desatención del Estado y opacidad en el manejo de recursos según denuncias públicas contra la anterior gestión municipal.
Carnavales sin agua ni electricidad
El pueblo de El Callao puede pasar más de 24 horas sin electricidad, los cortes de luz más cortos duran entre cuatro y 10 horas diarias. La deficiencia del servicio se debe a la sobrepoblación, el deterioro de la infraestructura eléctrica y desinversión en nuevos equipos y cableado.
Lugo precisó que el poblado requiere al menos 21 transformadores eléctricos y cuenta con apenas seis para los cuatro sectores del municipio: Nacupay, El Perú, La Ramona y Troncal 10.
Señaló que, para la celebración de los carnavales de El Callao, requiere al menos dos transformadores extra.

En los últimos cinco años el crecimiento de población en El Callao llegó a los 80 mil habitantes aproximadamente, y con ellos, la construcción de unas 15 barriadas.
El municipio clave para la extracción de minerales preciosos tampoco cuenta con agua potable desde hace más de dos años. Lugo reportó que el poblado cuenta con una sola bomba de distribución con una capacidad de 80 litros por segundo, cuando requiere al menos seis bombas de 200 litros por segundo de capacidad.
El servicio de aseo urbano es igual de crítico, menciona. Informó que en la actualidad la municipalidad no cuenta con camiones recolectores de basura propios, sino que desde que asumió el cargo la municipalidad paga 360 dólares diarios en dos camiones privados que hacen la recolección en el pueblo.
“El alcalde anterior remató todos los camiones operativos del municipio, me quedé sin un solo carro. Estamos solicitando información de la contraloría porque esto atenta contra los bienes del municipio”, afirmó Lugo.
El Callao es un centro económico y cultural clave para la región. El decreto de la Zona de Desarrollo Estratégico Arco Minero del Orinoco en 2016, impulsado por el régimen de Nicolás Maduro, aceleró la explotación del oro al sur de Bolívar, y con esta llegó la migración masiva de personas, la dinamización de la economía informal alrededor del oro, y el aumento de la violencia por presencia de grupos armados que controlan la actividad minera.
El deterioro del poblado económicamente activo contrasta con la riqueza de sus recursos naturales, pues en nada se beneficia de esta.
