viernes, 29 marzo 2024
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“La sociedad civil debe ejercer una contraloría política y social severa en un gobierno de transición”

El exparlamentario Luis Beltrán Franco considera que la oposición venezolana ha tenido un mal manejo de expectativas y los partidos no terminan de entender que su fragilidad es la fragilidad de la democracia.

La conflictividad política en Venezuela continúa en escalada en los primeros meses de 2020 ante un contexto de incertidumbre, en razón de la ausencia de garantías constitucionales que permitan a los ciudadanos ejercer sus derechos cívicos y de esta manera resolver la ruptura de la institucionalidad democrática la cual se agravó con el desconocimiento de la Asamblea Nacional electa en 2015.

Por otro lado, la población venezolana sufre los impactos de una emergencia humanitaria compleja (Naciones Unidas, 2018) y en ese sentido enfoca sus capacidades en atender sus necesidades.

A este país hay que jugarle limpio, y para eso debe tener una dirigencia honesta. Eso tiene que ser un reclamo colectivo”.

     

En este panorama, el presidente de facto Nicolás Maduro ha permanecido en el poder y la idea de un gobierno de transición sigue sin concretarse muy a pesar del rotundo apoyo de la comunidad internacional al sector opositor liderado por Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional.

Para el exdiputado de la Asamblea Nacional por el estado Bolívar, Luis Beltrán Franco, la oposición venezolana está en un buen momento, aunque no significa que siga cometiendo algunos errores que entorpecen la lucha contra la dictadura.

“Uno de los grandes problemas de la oposición venezolana en general es que no sabemos manejar las expectativas, y la política no es brujería, no es una fecha fija. Es verdad que si tienes la posibilidad de triunfar, se lo digas a la gente, lo que no le puedes decir es que será el 23 de enero, el 30 de abril, si lo llevamos ahorita la gente dice que es el 10 de marzo”, destaca.

     

Los viejos sectarismos hay que superarlos, los ladrones no pueden regresar a tener cargos políticos”.

En vista de que cada quien vive su agonía, tampoco se valoró en lo que ocurrió con la Asamblea Nacional el 5 de enero, aunque con 100 diputados se pudo mantener a Juan Guaidó en la presidencia del Parlamento y la encargaduría de la república, y el reconocimiento internacional.

“Creo que estamos en un buen momento, y la oposición, más allá de los desencuentros que tiene, ha entendido que hay que nuclearse alrededor de Guaidó y la asamblea con una agenda única que no puede ser otra que resolver el problema de la gobernabilidad en Venezuela. Y eso pasa por un cambio político, que es el único que puede generar un cambio económico”, afirma.

Sin embargo, lo que ocurre con la dirigencia opositora es que los partidos políticos no terminan de entender que su fragilidad significa la fragilidad de la democracia. “Hay muchos que todavía viven de imágenes congeladas de lo que fueron en el pasado y quieren mantener una especie de secuestro de la oposición”, sostiene.

Renacen las ambiciones

El experimentado político subraya el error de dejar de lado a una sociedad civil pujante con un rol que no busca el poder, sino que existan gobernantes y planes de gobierno para sacar al país de la debacle en la que lo hundió el régimen.

     
Beltrán Franco destaca el error de dejar de lado a una sociedad civil pujante que no busca el poder, sino planes de gobierno para reconstruir el país

“Vemos a la sociedad civil como una competencia y los partidos deben entender que no es que los vamos a poner de lado, es que hay un nuevo tiempo en Venezuela, nuevos desafíos y un creciente desprestigio de los partidos, y eso tiene que ver con la conducta de los partidos y algunos líderes políticos”, señala el político oriundo de Caicara del Orinoco.

Es entonces que en cada oportunidad de mantener una coherencia frente a la lucha contra la dictadura, aparecen las ambiciones, más personales que colectivas. Y así se sobrevalora a una figura mesiánica.

En esta oportunidad le tocó a Juan Guaidó, que para Luis Beltrán Franco, ha demostrado coherencia, firmeza y valor personal, con errores que ha reconocido, y con el reto de lidiar con los egos y las trabas de los partidos y la incomprensión de la sociedad.

“La oposición tiene la posibilidad real de conectar de manera directa con la mayoría de los venezolanos, dejando de lado los egoísmos, incomprensiones y desencuentros, y entendiendo que Venezuela necesita una salida, que hemos pedidos que sea constitucional y electoral”, agrega.

Reto para la transición

Si bien, la misma desesperación hace pensar a un sector de la sociedad que el problema se acaba solo sacando a Maduro del poder, la realidad es que la recuperación a 20 años de destrucción no es de la noche a la mañana. Pero tener un plan definido es vital.

Beltrán Franco señala que un gobierno de transición lo primero en que debe ocuparse es de la economía, considerada la tragedia colectiva. Ello implica un gobierno sin sectarismo político.

Hay muchos que todavía viven de imágenes congeladas de lo que fueron en el pasado y quieren mantener una especie de secuestro de la oposición”.      

“Los ministros, además de tener amplio currículo, debe ser un hombre incuestionablemente honesto porque los graves problemas que tiene Venezuela de cara al futuro es que se ha instalado la corrupción a todos los niveles. No tengo dudas de que muchos esperan el cambio, pero no un cambio profundo, y la sociedad civil debe tener una contraloría política y social muy severa (…) si hay un señor extraordinario y tiene una militancia, eso no lo puede invalidar (…) los viejos sectarismos hay que superarlos, los ladrones no pueden regresar a tener cargos políticos”, reitera.

Entre los casos de deshonestidad política mencionados, Beltrán Franco citó la gestión del exgobernador Francisco Rangel Gómez y el hecho de que hoy Ciudad Bolívar carezca de suministro de agua potable por tubería.

“A Rangel Gómez le dieron 40 millones de dólares para el Acueducto Bicentenario, y esos 40 millones se desaparecieron, tenemos al río Orinoco al frente y no hay agua por tubería en Ciudad Bolívar”, cuestiona.

“Este país va a quedar devastado, porque acabaron con todo. El que venga, debe tener como meta no solo la reconstrucción económica, sino moral. A este país hay que jugarle limpio, y para eso debe tener una dirigencia honesta. Eso tiene que ser un reclamo colectivo”, puntualizó.

Son las presidenciales la prioridad…

Parte de la ruta planteada desde el 23 de enero de 2019 es lograr elecciones libres. Si bien se avanza en la renovación del Consejo Nacional Electoral (CNE), el régimen no descansa en buscar una oposición a su medida, y expone una imagen de que las negociaciones con un grupo minoritario de la oposición parecen avanzar hacia las parlamentarias, mientras el resto de la oposición se estanca solo en el apoyo internacional.

      “Una elección parlamentaria no resuelve el problema en Venezuela, el problema tiene nombre y apellido: Nicolás Maduro”, señala el experimentado legislador

“¿Qué planteamos? Escoger un nuevo CNE. ¿Dónde se escoge? En la Asamblea Nacional que preside Guaidó con las dos terceras partes, lo que implica un acuerdo, pero no puede haber un acuerdo donde el gobierno tenga mayoría porque no la tiene”, recuerda.

Sin embargo, la realidad es que el grupo de diputados que apoya a Luis Parra, quienes tomaron por asalto al Parlamento, buscan que los nuevos miembros del CNE los escojan ellos y no la AN legítima.

Beltrán Franco pronostica que “todo lo que están haciendo es para que finalmente invocar la omisión legislativa y el Gobierno pagarse y darse el vuelto, escoger un CNE que responda a los lineamientos del Gobierno. Sería una especie del mismo CNE, pero sin Tibisay Lucena”.

Recuerda también que si bien este año corresponden elecciones parlamentarias, su vencimiento es el 4 de enero de 2021, por cuanto la prioridad son las presidenciales, tomando en cuenta que el proceso realizado el 20 de mayo de 2018 fue fraudulento y desconocido por gran parte de la comunidad internacional.

“Una elección parlamentaria no resuelve el problema en Venezuela, el problema tiene nombre y apellido: Nicolás Maduro”, reafirmó.

El reto de la dirigencia opositora se mantiene en manejar las expectativas, cuyo mal manejo se evidencia en una ciudadanía que deja de responder a las convocatorias de calle, así como reconstruir un liderazgo político, especialmente en lo local, y desmontar falsas expectativas sobre vías no planteadas hasta ahora, como una intervención militar.