jueves, 13 febrero 2025
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Liberados tras arrestos poselectorales enfrentan miedo, enfermedades y deudas

“Instauraron el miedo en no participar más políticamente en nada, lo cual hace un daño garrafal a cualquier sociedad que quiera progreso y desarrollo a cualquier país”.

Nicolás Maduro etiquetó a los detenidos como terroristas en la televisión nacional. Fueron sacados de farmacias, edificios de apartamentos y otros lugares, y arrojados a prisión durante meses. Muchos luego sufrieron severas golpizas, privación de alimentos y otras formas de tortura. Prácticamente todos desarrollaron infecciones estomacales y perdieron peso. Tres murieron.

Más de 2.200 personas resultaron apresadas tras las elecciones presidenciales del 28 de julio, cuando estallaron disturbios civiles tras la reivindicación de la victoria por parte del líder oficialista. El Gobierno liberó lentamente a casi 1.900 de estos jóvenes veinteañeros, en su mayoría pobres y sin afiliación política.

“Llega uno a la casa, ve a los seres queridos y se embriaga de la felicidad, pero 24-48 horas después, ya uno cae en cuenta”, expresó un hombre que estuvo arrestado por más de cinco meses a The Associated Press. “¿Cuál es la realidad? Me violaron mis derechos fundamentales, pero sigo a la merced del Gobierno”.

El hombre y familiares de otros exdetenidos narraron a la AP cómo el aparato represivo del Gobierno arruinó sus vidas después de los comicios presidenciales. La mayoría habló bajo condición de anonimato por miedo a represalias del Gobierno o su red de leales al partido gobernante PSUV, que, mediante la fuerza física y el control de los subsidios estatales, sofocan la disidencia.

Los afectados sufren de insomnio, no pueden estar entre multitudes y tiemblan al ver a un oficial de policía. Tienen condiciones cardíacas no típicas de adultos jóvenes. Están peor económicamente que antes de las elecciones y no pueden encontrar trabajo en parte porque les confiscaron sus identificaciones durante sus aprehensiones.

Los parientes de los exdetenidos están endeudadas con usureros y conocidos después de gastar cientos de dólares en transporte, así como en comidas, medicinas, artículos de aseo y otros artículos no proporcionados por el sistema correccional.

Algunas madres lloran por las noches. Otras llevan en silencio la culpa que viene de tener a sus hijos en casa nuevamente mientras otras familias aún hacen visitas a la prisión.

“Este amedrentamiento que nos están haciendo, este daño psicológico que nos están haciendo, es lo peor que le pueden hacer a un pueblo… con ansias de libertad”, dijo la madre de un exapresado. “Eso es terrorismo”.

Las protestas anteriores fueron lideradas principalmente por universitarios, que abrazaron abiertamente la oposición política del país. Pero a finales de julio, quienes estaban en las calles eran adolescentes y jóvenes adultos cuyas vidas están marcadas por la pobreza y las decepciones del gobierno de Maduro.

“Eran los hijos y nietos de la gente que voto por Hugo Chávez”, dijo Oscar Murillo, jefe del grupo de derechos humanos venezolano Provea. “No se identificaban con la oposición. Ellos salieron en rechazo a la mala gestión de los resultados electorales”.

En prisión, sin embargo, parte de los detenidos fueron obligados a usar uniformes de un tono de azul asociado en Venezuela a un partido de oposición.

Con el tiempo transcurrido en celdas superpobladas y sofocantes, algunos intentaron suicidarse, otros se inclinaron hacia la oración y muchos estaban convencidos de que todos serían liberados para el 11 de enero, el día después de que, por ley, comienza el mandato presidencial en Venezuela.

Aquellos fijados en esa fecha contaban con que Edmundo González Urrutia, el candidato presidencial de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) cumpliera su promesa de regresar del exilio y ser juramentado como presidente.

No solo González Urrutia no regresó, sino que su yerno también fue arrestado y sigue bajo custodia.

Desde su liberación, los exdetenidos y sus seres queridos ahora rezan por salud, trabajo y un nuevo presidente, pero renunciaron a la política.

“Instauraron el miedo en no participar más políticamente en nada, lo cual hace un daño garrafal a cualquier sociedad que quiera progreso y desarrollo a cualquier país”, dijo el exdetenido.