sábado, 19 abril 2025
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La “fiesta” chavista oprimió la voz del feminismo en el Día Internacional de la Mujer

Mientras agrupaciones feministas intentaban leer una carta entregada al Ministerio Público en Caracas, algunas asistentes sufrieron agresiones físicas y verbales de parte de quienes intentaron sabotear la protesta.

No son pocas las veces que Nicolás Maduro y la revolución chavista se han autodenominado feministas, con discursos que promueven los derechos de las mujeres, mientras administran un gobierno que cada vez azota con más insistencia a la mujer venezolana en medio de la crisis de emergencia humanitaria que padece el país.

Incluso mediante la convocatoria de una marcha con motivo del Día Internacional de la Mujer el chavismo se las arregla para aplicar su machismo institucional en contra de las mujeres a quienes supuestamente conmemora con su actividad.

Así ocurrió este martes, cuando el tejido feminista del país decidió salir a las calles en diferentes ciudades para reclamar sus derechos y exigir al Estado cambios estructurales, solo para encontrarse con el atropello y la violencia de un Estado que se llama a sí mismo feminista.

Militantes de diversos grupos feministas se congregaron en Parque Carabobo, frente al Ministerio Público, en aras de protestar contra la impunidad y especialmente las complejidades burocráticas que exigen las autoridades para recibir una denuncia, pese a que las limitantes no suelen estar contempladas en el marco legal.

Estos grupos, en su mayoría de izquierda y surgidos durante el gobierno de Hugo Chávez, fueron recibidos por una actividad propagandística del oficialismo, en la cual se instaló una tarima con canciones chavistas utilizadas en campañas políticas, que vanagloriaban a Chávez, Nicolás Maduro e incluso a la alcaldesa del municipio Libertador, Carmen Meléndez.

“Desde que llegamos están montadas estas cornetas. Lo que están haciendo es chocar nuestra grilla, todo nuestro cronograma. Esto que está ocurriendo acá es un acto de violencia. Que monten a un compañero en una tarima a cantarnos una canción romántica para nosotros es un insulto. Hoy es nuestro día. Estamos aquí para defender nuestros derechos”, exclamó Niedlinger Briceño, militante del Frente Cultural de Izquierda y de la Colectiva Tejiéndonos Mujeres.

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Mientras las agrupaciones feministas intentaban leer una carta entregada al Ministerio Público con sus reclamos, los organizadores de la actividad oficialista subieron al máximo el volumen de las cornetas, en un aparente intento por sabotear la protesta o apoderarse del discurso.

“Cuando fuimos a leer el comunicado enviado al Ministerio Público conversamos con la gente de sonido. Estaban poniendo una música que no era acorde con nuestras consignas contra femicidios. Mientras leíamos, apagaron el micrófono y elevaron aun más la música, silenciando nuestra palabra como han hecho durante años”, subrayó Mónica Álvarez, militante del colectivo feminista Calistenia Cultural.

Pero la tensión no llegaría sino hasta horas después, cuando las agrupaciones feministas de distintos bandos se pusieron de acuerdo para organizar una asamblea feminista que serviría como mesa para discutir los principales problemas que padece el feminismo y elaborar estrategias para combatir las carencias del Estado.

Incluso las autoridades policiales se prestaron para el atropello, exigiendo que las feministas despejaran la vía en un día que conmemora sus luchas para dar paso al tumulto de trabajadores públicos que acompañaban la movilización oficialista.

El choque entre actividades generó un entorno de tensión. Las feministas, bajo el canto de “no estamos celebrando, estamos luchando” ocuparon la calle frente al Ministerio Público por donde pasaría la marcha.

No impidieron el paso de la movilización chavista, sino que se mantuvieron en el espacio que tenían contemplado para protestar y alzaron su voz con consignas feministas mientras la “fiesta” de la marcha chavista seguía su camino.

La postura de las organizaciones feministas fue motivo suficiente para que presuntos colectivos, líderes comunales e incluso funcionarios de seguridad del Estado agredieran verbal y físicamente a los manifestantes.

Alejandro Cabrera, quien forma parte de la organización Calistenia Cultural, apoyaba la manifestación acompañando las consignas con un tambor. Como decidió seguir tocando su instrumento mientras los chavistas se movilizaban, un grupo de hombres y mujeres se acercaron con una actitud violenta para amedrentarlo en un intento por impedir que siguiera tocando el tambor.

Durante varios minutos, diversos militantes del chavismo rodearon a Cabrera para advertirle que se apartara. Recibió empujones y hasta una cachetada. En medio de la disputa, incluso le robaron un equipo de video que guardaba en el bolso.

No fue la única agresión sufrida en la manifestación. Momentos atrás, un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) afrontaba a Zuleika Matamoros, perteneciente a la organización Juntas y a la Izquierda, después de dirigir unas palabras frente al Ministerio Público. El policía, con un lenguaje corporal agresivo, le exigió que se apartara de la vía para que circulara la marcha chavista.

Entre los reclamos del funcionario, le indicó que podían marchar, pero sin politizar la actividad, a pesar de que apenas a unos metros las cornetas de la tarima seguían sonando al ritmo de “Adelante comandante”. El oficial le recriminó bajo la afirmación de que estaban presentes en la manifestación militantes de partidos políticos opositores. Mencionó a Voluntad Popular, aunque no tuviera relación alguna con Matamoros.

En horas de la mañana se desarrolló otra actividad feminista en la que los funcionarios policiales mermaron la manifestación. Un grupo de organizaciones acompañó a Yudennis Sánchez, una trabajadora de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (Fundaunellez), víctima de acoso laboral y despido injustificado por denunciar el hecho. Presentaron el caso ante la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) pese a la renuencia de los oficiales.

“Tuvimos amplios sectores de la Policía viendo qué hacíamos, regimentándonos, asegurándonos de que no nos moviéramos del espacio porque, para el Gobierno, las luchas de los trabajadores son así, deben ser cercenadas, cercadas y reprimidas”, sostuvo Suhey Ochoa, militante de Pan y Rosas.

Voces feministas del 8M

La intención de estos ataques era intentar silenciar las protestas del feminismo. Las exigencias del colectivo responden directamente a la desatención y el desinterés de las autoridades gubernamentales.

La marcha del chavismo se organizó con la premisa de “honrar a la mujer trabajadora”, según palabras de la diputada Diva Guzmán en la antesala de la actividad. Lejos de cumplir con este cometido, intentaron aplacar las voces del feminismo venezolano. No lo lograron.

Desde distintas organizaciones, con diferentes ideologías y posturas, tanto hombres como mujeres que hacen vida en la militancia feminista alzaron su voz y llevaron sus exigencias, no solo al Ministerio Público, sino ante la prensa. TalCual recogió estos testimonios.

Niedlinger Briceño: Frente Cultural de Izquierda y de la Colectiva Tejiéndonos Mujeres. “Estamos en el Ministerio Público porque es una de las instituciones del Estado que más nos violenta cuando venimos a acompañar a mujeres en situación de violencia. Se revectimiza a nuestras compañeras cuando presentan una denuncia. No te dejan entrar por cualquier cosa. Tenemos la Ley sobre el Derecho de las Mujeres para una Vida Libre de Violencia que queda en letra muerta. Exigimos que se haga una transformación profunda de todo el sistema legislativo y judicial”.

Mónica Álvarez: Calistenia Cultural. “El 8M es un momento de reivindicación de la equidad de los derechos, a las mujeres asesinadas, mujeres desaparecidas, la trata de blancas y el constante peloteo que hay en el Ministerio Público. Cuando llegas a poner una denuncia, debes contar hasta a tres personas lo sucedido. Eso es completamente denigrante, tener que contar a varias personas cómo y cuándo fueron violadas. No es la primera vez que entregamos un comunicado. Año tras año lo hacemos. Dicen que darán una respuesta y nunca la dan”.

Zuleika Matamoros: Juntas y a la Izquierda. “Todo el aparato del Estado se ha usado hoy para aplacar las iniciativas independientes. Las autoridades se montan sobre una fecha de lucha para banalizarla y callarnos. A pesar de la arremetida, vamos a realizar nuestra asamblea para articular acciones contra la peor de las violencias que padece la mujer que es el salario, contra un gobierno conservador que no quiere discutir la legalización del aborto y contra los femicidios y las mujeres presas”.

Freddy Díaz: Militante de las bases chavistas. “Todos los hombres tenemos por dentro el patriarcado. Hemos sido violentos, hemos amenazado, hemos sido abusadores. La idea es reconocer que hemos hecho daño y que debemos unirnos a las reivindicaciones de las mujeres. Las instituciones muchas veces se hacen de la vista gorda ante casos de abusos contra la mujer. Somos chavistas, revolucionarios y apoyamos a Maduro, pero no queremos que pasen cosas que no van acorde con una revolución”.

Alejandra Laprea: Colectivo Las Yerbateras. “Estas son las contradicciones normales en un proceso como este, en el que determinamos cómo queremos ver el feminismo y manifestarnos. Es un conflicto que tenemos con algunos sectores de la revolución que creen que todo tiene que ser una fiesta. Estos son días de lucha, no son para entregar globos rosados. Son días para que discutamos los problemas que estamos padeciendo, la precarización de la vida y de los espacios laborales. Todo eso hay que resolverlo en revolución”.

Alejandro Cabrera: Calistenia Cultural. “Empezamos a gritar consignas con la intención de sensibilizar a las mujeres que forman parte de las instituciones públicas y que están convocadas por el Gobierno para que puedan ver que hay una realidad distinta, que no es una fiesta sino que buscamos justicia. Es lamentable que, a pesar de que compartimos algunos visiones políticas de cómo construir la revolución en Venezuela, la polarización política partidista termina haciendo mella y generando esa violencia sin sentido”.

Suhey Ochoa: Pan y Rosas. “El 8 de marzo es un movimiento internacional no convocado por el chavismo, sino de mujeres independientes que salen a luchar por sus derechos contra los Estados que se los niegan. Precisamente el gobierno chavista es un gobierno que le niega los derechos a las mujeres. Utiliza el movimiento de mujeres para usarlo en función de sus intereses, pero no para la política de la mujer. Lo consideramos una agresión política, no dejan que nos expresemos libremente, ¿De qué feminismo hablan si el 28 de septiembre hicimos una movilización de más de 500 personas exigiendo el aborto y el Gobierno engavetó nuevamente el caso?”.