Ricardo Figuera, el exjefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) que participó en los sucesos del 30 de abril en Venezuela, ha llegado esta semana a Estados Unidos, después de pasar casi dos meses escondido en Colombia, y ha revelado cómo se tejió la trama para derrocar a Nicolás Maduro.
The Washington Post ha informado que Figuera llegó el lunes a Estados Unidos desde Colombia, a donde cruzó el 2 de mayo por la frontera terrestre con Cúcuta, donde le recibieron agentes de los servicios secretos colombianos, que le han mantenido escondido en Bogotá hasta ahora.
El enviado especial de Estados Unidos para la crisis venezolana, Elliott Abrams, ha asegurado a la prensa en el Departamento de Estado que Figuera ha viajado a la potencia norteamericana por decisión propia, si bien ha indicado que el Gobierno se alegra de que esté allí.
Abrams ha confiado en que Figuera aproveche su estancia en Estados Unidos para hablar con libertad sobre el gobierno de Maduro, animando con ello a otros altos cargos de las fuerzas venezolanas a desertar. “Dirá cosas sobre el régimen que puede que sean nuevas para otros militares”, ha augurado, citado por DPA.
Además, el enviado especial ha aclarado que Figuera ya no forma parte de los funcionarios chavistas sancionados por Estados Unidos, por lo que podrá disponer de sus activos y moverse libremente por el país, donde se encuentra su mujer, Barbara Reinefeld.
Relato del 30 de abril
Figuera ha concedido una entrevista al Washington Post en la que explica cómo se gestó la Operación Libertad, con la que la oposición venezolana pretendía derrocar a Maduro con el apoyo de altos cargos, incluidos Figuera, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Maikel Moreno.
Según la versión de Figuera, César Omaña, un empresario nacido en Venezuela que vive en Miami y tiene amistades en el chavismo y la oposición, le contactó el 28 de marzo en la sede del Sebin en Caracas con la intención de reclutarle. “Era el tercer hombre más poderoso del país (…) Podría haberme arrestado y ya”, ha contado Omaña al Washington Post.
Pero no fue así. “Yo le dije que estaba listo para ver salir a Maduro”, ha recordado Figuera. De acuerdo con el jefe del Sebin, el nuevo cargo, al que había llegado hacía solo seis meses, le había permitido darse cuenta de que “Maduro es la cabeza de una empresa criminal” que daría cobijo a la guerrilla colombiana del ELN y al partido-milicia libanés Hezbolá.
El propio Figuera había intentado convencer al dirigente bolivariano de que convocara unas nuevas elecciones presidenciales, pero le contestó que era un cobarde. “Ese fue el punto de quiebre. Tenía que actuar”, ha señalado al rotativo norteamericano.
Así, en los días siguientes empezó a reunirse con el destacado opositor Leopoldo López, entonces bajo arresto domiciliario en custodia del Sebin, quien le puso al tanto de un plan que un grupo de empresarios venezolanos, entre ellos Raúl Gorrín, habían comenzado a urdir en febrero para desahuciar a Maduro de Miraflores.
La fecha elegida era el 1 de mayo y la idea era que Moreno emitiera una sentencia que reconociera la legitimidad democrática de la Asamblea Nacional -controlada por la oposición-, Padrino diera validez al fallo del TSJ y las fuerzas venezolanas lo ejecutaran cesando a Maduro y colocando a Guaidó como mandatario interino.
Figuera ha asegurado al Washington Post que tanto Padrino como Moreno estaban implicados y que se llegó a reunir con ellos en casa del presidente del TSJ. Sin embargo, en los últimos días de abril comenzaron a ponerse nerviosos. Moreno incluso sugirió que él debería ser el presidente encargado, no Guaidó.
La Operación Libertad, ha explicado Figuera, se adelantó al 30 de abril porque descubrió que los llamados colectivos -grupos de civiles armados afines al Gobierno- preparaban un ataque sanguinario contra las movilizaciones opositoras del Día del Trabajo.
Se suponía que tanto Moreno como Padrino estaban dispuestos a jugar su papel el 30 de abril, pero no lo hicieron. Estados Unidos sostiene que agentes cubanos y rusos alertaron a Maduro sobre el complot en su contra, obligando a recular al ministro de Defensa y al jefe del Supremo, que posteriormente ratificaron su lealtad al Gobierno.
Iniciada ya la intentona golpista, Figuera comenzó a moverse por Caracas para ganar apoyos. Su teléfono no dejaba de sonar. “Maduro estaba muy nervioso. Me preguntaba una y otra vez ¿qué es lo que está pasando?”, ha ilustrado. En una de esas llamadas le pidió que fuera a El Helicoide, prisión central del Sebin.
“Una gran deuda”
Figuera estaba dispuesto a entregarse, según su versión, pero su mujer, a quien supuestos agentes del FBI habían contactado meses antes para proporcionar un canal de comunicación seguro al matrimonio que facilitara la Operación Libertad, le dijo que cruzara la frontera a Colombia.
El exjefe del Sebin, cuerpo de seguridad al que se acusa de graves violaciones de los derechos humanos, se declara chavista convencido y defiende lo que hizo en pro de la revolución bolivariana, aunque al mismo tiempo reconoce que hay cosas de las que no se siente orgulloso.
“Tengo una gran deuda con la gente que sigue en la cárcel (…) Hay mucha gente ahí que es inocente y yo tengo una deuda con ellos”, ha declarado.