“Yo veo a mi hijo desnutrido. La comida que le están dando tiene gusanos, está mala. Les dan una arepa chiquita, con queso y gusanos, a las 4:00 de la mañana”, aseguró una de las madres de los aprehendidos en el marco de la represión desatada por el régimen de Nicolás Maduro después del anuncio de los resultados electorales que lo dieron como ganador el pasado 28 de julio.
“Me dijo ‘mami, sácame de aquí, porque me voy a morir de hambre’. Mi hijo está demacrado y como ido. Nosotros los familiares necesitamos ayuda urgente, que nuestros hijos reciban comida e hidratación porque se están muriendo. ¿El día que se nos muera un muchacho quién va a responder? De inanición también se muere la gente”, alertó otra representante de un detenido.
“Mi esposo pesaba 98 kilos y ahora pesa 65, está demasiado flaco y tiembla”, espetó otra mujer
No conformes con privarlos de libertad de forma arbitraria, los organismos represivos del gobierno de Maduro someten a torturas alimentarias a cientos de presos políticos.
Denuncias de comida descompuesta, con gusanos, agua contaminada y privación de alimentos han inundado las redes sociales desde el 29 de julio, cuando el régimen chavista se dio a la tarea de encarcelar a quienes protestaron por los controvertidos resultados que dieron a Maduro una supuesta victoria en la contienda electoral.
En el marco del Día Mundial de la Alimentación, conmemorado cada 16 de octubre, cientos de presos políticos en Venezuela enfrentan un sistema de tortura que pareciera quiere exterminarlos a merced de hambre y mala alimentación.
De acuerdo a Humberto Prado, director de la ONG Observatorio Venezolano de Prisiones, madres de detenidos en las manifestaciones postelectorales, especialmente de adolescentes, han denunciado que, en un lapso de apenas un mes y medio, han sido testigos de la pérdida de peso de sus afectos en las cárceles de Tocorón y Tocuyito. El promedio es de entre 10 y 15 kilogramos menos.
“Incluso, algunas no reconocían a sus familiares”, dijo Prado.
Desnutrición, la principal causa de muerte en cárceles
El defensor de derechos humanos denunció que la distribución de alimentos en las prisiones es tan deficiente que la desnutrición es considerada la principal causa de muerte entre los privados de libertad.
De acuerdo a cifras del OVP, en 2022 fallecieron 76 personas en centros de reclusión, 55 de ellas por hambre y falta de atención médica.
“El abandono de las personas privadas de libertad y las precarias condiciones de reclusión en las que permanecen representa el mayor peligro a la salud. Las cárceles se han convertido en un nicho para la proliferación de enfermedades, en aumento van los casos donde la persona llega al lugar de reclusión en buen estado de salud y, en el transcurso de la detención, la misma va en detrimento”, reza un fragmento del informe de la ONG.
Según la investigación, en las cárceles venezolanas no se respeta el principio mundial de desayuno, almuerzo y cena y mucho menos se cumple la carga mínima calórica recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2.000 a 2.500 kilocalorías por día para hombres y 1.500 a 2.000 (kcal/día) para mujeres.
“El hambre continúa reinando en los recintos carcelarios, manteniendo y desarrollando actos de sobrevivencia que atentan contra el cumplimiento de los derechos humanos”, agrega el informe.
Prado denunció que, en la mayoría de los penales, la ingesta diaria de los privados de libertad no posee variaciones.
“El menú es repetitivo en todas las prisiones y consta de arepas sin acompañante alguno, granos y arroz, esto se suma a la falta de ingesta de proteínas, no consumen frutas, tampoco les dan jugos y les limitan el pase de alimentos a los familiares”, detalló.
Prado apuntó que en algunos recintos penitenciarios se ha instaurado la venta de platos de comida que oscilan entre 5 y 10 dólares.
Alertó que en el Centro Penitenciario Yare II, en el estado Miranda, los custodios cobran hasta 10 dólares por permitir el ingreso de bolsas de alimentos.
El informe denunció que quienes no cuentan con apoyo de familiares -debido a que, en la mayoría de los casos, provienen de otros estados del país- tienen que acceder a efectuar trabajos forzados de limpieza o mantenimiento en las instalaciones para “ganarse la comida”.
“Seguimos pasando hambre, seguimos con compañeros con cuadros severos de desnutrición que no reciben atención médica”, denunció uno de los reclusos.
Prado alertó que con cuadros agudos de desnutrición y viviendo hacinados en medio de un ambiente insalubre, los reos son propensos a contraer cualquier tipo de enfermedad.
“Debemos tener claro que si uno de estos detenidos llegase a morir en prisión es responsabilidad del Estado, porque son ellos quienes deben velar por su seguridad, garantizar la alimentación y su vida”, recordó.
Torturas alimentarias
A juicio de la investigadora de la ONG Una Ventana a la Libertad, Magaly Huggins, la situación en cuanto a la alimentación de los privados de libertad en Venezuela no es una novedad.
“Eso pasa todos los días, lo que pasa es que como ahora están los presos políticos que fueron aprehendidos después de las elecciones tienen más publicidad”, opinó.
Huggins consideró que nadie se merece ser sometido a este tipo de torturas: “La comida prácticamente la provee la familia y el que no tiene familia cerca sencillamente muere de hambre o sobrevive gracias a la solidaridad de otros detenidos, esto pasa tanto en cárceles como en los calabozos”.
Precisó la experta que el Estado viola la Constitución al no dotar de alimentación a los detenidos en las cárceles.
“La situación es la misma para presos comunes y políticos, tienen el mismo instructivo en relación al irrespeto a los derechos humanos. El trato a los detenidos luego de las elecciones genera la misma indignación que el provisto a los demás”, agregó.
Prado añadió que la “tortura alimentaria” la vienen padeciendo los presos desde que se inauguró el Ministerio de Servicio Penitenciario.
“A ello se suma que efectivamente con los presos políticos existe un mayor ensañamiento, al no permitir el pase de alimentos por parte de sus familiares, porque es precisamente esa paquetería que semanalmente pasan los familiares la que contribuye a la alimentación de los presos”, aclaró.
Alertó que las personas privadas de libertad a menudo rechazan las comidas distribuidas por el propio penal, por lo insalubre de los alimentos.
“Prefieren hacerla en sus celdas con productos que consiguen en la prisión o son recibidos de sus familias, lo que les permite comer más acorde con sus preferencias”, informó.
El director del OVP indicó que lo ideal sería una dieta balanceada ajustada a la edad, género y condición física y de salud de cada recluso.
“La mayoría de la población reclusa son personas entre los 14 y 35 años, sus necesidades calóricas están determinadas por muchos factores, incluidos su edad, sexo, niveles de actividad, objetivos de peso y por ellos los alimentos deben contener proteínas, carbohidratos, grasas y lípidos”, recomendó Prado.