sábado, 5 octubre 2024
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Dirigencia histórica de AD: “A quienes se apropiaron del partido los responsabilizamos por las décadas perdidas”

Con motivo del 80 aniversario de la organización política, estos dirigentes critican, reflexionan y llaman la atención a la dirigencia que divide a la oposición legítima, y a la que es proclive a las estrategias del régimen.

A propósito del 80 aniversario del partido Acción Democrática (AD), un grupo de dirigentes que se autodenominan históricos y militantes de sentimiento, quienes cuestionan el proceder de los que dirigen las dos facciones actuales: Bernabé Gutiérrez y Henry Ramos Allup, emitieron un documento crítico sobre lo que ocurre en la organización.

La proclama inicia recordando las dictaduras de Castro y Gómez y el proceso de cambio que hubo luego, que “logró transformarse de un país paupérrimo, atrasado, rural y carente de educación ciudadana, en una nación que abrazó la modernidad con importantes estándares de desarrollo económico y social en el ámbito latinoamericano”.

“En ese proceso de cambio se debe reconocer la importancia de Acción Democrática, el primer partido moderno organizado en la geografía nacional, que este 13 de septiembre de 2021 arriba a sus 80 años de vida, que en realidad deberían ser más, ya que se había engendrado programáticamente hablando, una década atrás, en la costa colombiana, cuando los líderes más prominentes de la esclarecida generación del 28 suscribieron el Plan de Barranquilla, redactado por Rómulo Betancourt que fue un proyecto de país contentivo de las ideas motrices que orientarían las aspiraciones de una sociedad nueva”, señala el documento.

Revés del partido

Quienes firman la proclama consideran que ante otro régimen usurpador se ha dado un giro y se ha vuelto al pasado.

“Solo que ahora, las circunstancias son más sombrías que entonces, porque lamentablemente somos víctimas de la desesperanza aprendida, inoculada por el régimen actual como una forma de dominación social propia de los totalitarismos, que se inició con la devastación de los partidos políticos tradicionales y emergentes que sostenían la democracia intervenida y desmontada a partir de 1998”.

En el caso de AD, opinan que ya no se trata del mismo partido “que marcó con su autoridad moral, arraigo popular y maquinaria organizativa, desde el ejercicio del poder o fuera de él, la consolidación de la república durante el siglo pasado; por cuanto vive un proceso de decadencia que no hace honor a su significación histórica como un hecho político, ideológico y cultural enraizado en el imaginario colectivo como una forma de ser del ciudadano, que desde sus imbricaciones psicosociales modeló su propio modo de ver, sentir y amar a la democracia”.

Agregan que la convicción de progreso “se truncó por las desviaciones del rentismo petrolero, las ambiciones y los errores de su dirigencia que abandonó esa relación mítica que se había creado entre sus líderes nacionales y su militancia de base cuando en las asambleas locales se podían mirar cara a cara, para discutir sobre temas ideológicos, acción de gobierno y estrategias electorales, que fue sustituida por el clientelismo partidista y el reparto de las prebendas, enquistándose una cúpula directiva que obstaculizó y se resistió a las urgentes transformaciones que exigía los desafíos del siglo XXI”.

Errores de la antipolítica

Los firmantes afirman que los errores de esa dirigencia permitió que la antipolítica trajera de vuelta el militarismo y el caudillismo.

“Se podría decir que AD sucumbió como factor de transformación de la realidad creada por ella misma, cuando se le agotó su agenda y sus cuadros dirigentes no asumieron el debate ideológico necesario para actualizarla y bosquejar otro proyecto de país, ajeno al rentismo petrolero prohijado por el capitalismo de Estado que lucía fuera de lugar”.

“Así las cosas, hoy tenemos una palabra que decir, quienes nos sentimos parte de la esencia de AD, dirigentes o no, así estemos apartados de la actividad cotidiana del partido. Unos al margen, víctimas de la intolerancia de aquellos que desde hace  dos décadas se entronizaron al frente de las estructuras políticas y administrativas del partido, sin convocar a elecciones internas y en cuyas manos se ha producido, por acción u omisión, el secuestro por parte del régimen de nuestros símbolos y la histórica tarjeta blanca; y, otros que desde sus casas esparcidos por todos los rincones del país o formando parte de la diáspora venezolana, llevan a AD sembrado en su imaginario como un sentimiento propio su forma de ser venezolanos”.

“A quienes se apropiaron del partido los responsabilizamos por las décadas perdidas; porque en lugar de destinar ese tiempo de aislamiento forzado por la hegemonía chavista, para repensar el partido y restaurar sus valores buscando una nueva institucionalidad política para retornar a la democracia y promover cambios educativos y tecnológicos que eyectaran a Venezuela hacia la sociedad del conocimiento, una vez obtenida la libertad; se dedicaron a privilegiar sus aspiraciones personales llegando a transigir con el régimen”, cuestionan.

En ese sentido, lamentaron que una facción de AD “sea proclive a las estrategias del régimen y vaya en una alianza que divide a la oposición legítima y la otra facción oficialice la división, participando electoralmente con una tarjeta ajena. En todo caso respetaremos la decisión de la base partidista el próximo 21 de noviembre”.

Renovación

Exigen a quienes dirigen las facciones en pugna que cesen en sus propósitos de eternizarse en los cargos partidistas ocupados. “No solo porque carecen de legitimidad de origen, sino que a lo largo de 20 años han incurrido en la ilegitimidad de desempeño; hasta el extremo de haber consentido el secuestro de la organización”.

Por ello plantean la necesidad de unas elecciones abiertas para la renovación de todos los cargos directivos del partido.

“Finalmente, en la ocasión de rememorar una vez más el momento genésico de AD, debe quedar muy en claro, que más allá de quienes han sido la cara visible del partido durante la oscura noche del chavismo, en su seno, esparcidos por los cuatro rincones de la amplia geografía nacional y en la diáspora, militan hombres y mujeres interesados y dispuestos a reivindicar su heroísmo real en esta hora crucial”, concluyen en el documento.

La proclama la suscriben, entre otros, Leomagno Flores, Jorge Ramos Guerra, Eduardo Morales Gil, Héctor Azócar Tovar, Oswaldo Angulo, Aura Loreto, Marianella Barradas, Matilde De Lozada, Morella Fernández, Rafael Quiroz, Wifredo Linero, Julio Carrozo, Hamilkar Sandoval, Alberto Herrera, Pascual Hernández González, Rafael Camacho, Luis Tomás Izaguirre, Eduardo Flores Buitargo, Rubén Hurtado, Alirio Oliveros, Carlos Torres Cabrizas, Gustavo Pérez Soteldo, Pablo González Padilla, Jackeline Cabrera, Yhamil Gómez, Hugo Arias, Francisco Rosales y José Rafael Bocaney.