El mundo del siglo XXI contempla con estupor el resurgimiento de dos fenómenos que se creían superados: la xenofobia y la intolerancia. Las noticias que circulan a través de los medios de comunicación convencionales y las redes sociales, dan cuenta de episodios dolorosos en Europa, Norteamérica y en América Latina, donde se han intensificado de forma alarmante los fenómenos mencionados.
¿Qué es la xenofobia? Sobre este concepto existen distintas definiciones: fobia al extranjero o al inmigrante que puede materializarse en simples actitudes de rechazo, agresiones verbales hasta la ejecución de violencia física con saldo de heridos y muertos. La xenofobia puede ir unida con el racismo, el ultranacionalismo y la intolerancia. Igualmente se caracteriza la xenofobia como toda distinción, restricción, preferencias motivadas en la raza, el color, origen nacional o étnico que tenga por objeto o por fin anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos, las libertades fundamentales en diversas esferas de acción humana: política, económica, cultural, entre otras, de la vida pública.
¿Qué es la intolerancia? Igualmente este concepto contiene un conjunto de importantes definiciones: En el marco mental se constituye en la raíz de donde surgen a menudo actitudes sociales, políticas, religiosas, morales, económicas y culturales que se traducen en conductas y comportamientos que afectan negativamente a grupos, comunidades o personas individuales. Las manifestaciones de intolerancia afectan negativamente las relaciones humanas desde su perspectiva interpersonal, intergrupal e inter social. En líneas generales, se coincide en determinar que la intolerancia constituye todo comportamiento, forma de expresión o actitud que viola o denigra de los derechos del prójimo, invitando a violarlos o negarlos,
La intolerancia se puede fusionar con manifestaciones de odio racial, nacional, sexual, étnico, religioso, moral que tienden a discriminar y excluir a determinadas personas o categorías de personas. El escritor Umberto Eco, en su libro Cinco escritos morales dedica un ensayo al tema de la xenofobia y la intolerancia: Las migraciones, la tolerancia y lo intolerable. En ese trabajo, expresa, entre otras cosas: “La intolerancia más peligrosa es precisamente aquella que surge en ausencia de cualquier doctrina, como resultados de pulsiones elementales”. El intolerante y a la vez xenófobo “razona” de manera primaria. Revisemos los contenidos del diálogo sostenido entre un joven inmigrante venezolano en Perú, de profesión periodista, pero que por su condición labora como personal de vigilancia en una tienda de Lima.
El mencionado diálogo es con una clienta peruana que se enoja porque debe presentar a la salida de la tienda la factura de las compras realizadas. El siguiente fragmento es parte del relato del inmigrante venezolano, publicado en la versión web del diario El Nacional del 10-10-2019:
“El pasado martes 1 de octubre , a eso de las 5:00 pm, en mi trabajo, una tienda de Home Center ubicada en el distrito de Puerto Libre, al sur de Lima, una clienta malhumorada manifiesta molestia porque no consigue su boleta y se queja porque la tengo que revisar. Le explico que es un procedimiento de la tienda y la dejo peleando sola mientras busca el ticket; incluso, atiendo a otros clientes mientras ella sigue renegando. Luego de sellarle su boleta, me muevo de lugar y regreso a mi módulo. Ella me sigue y me pregunta: ¿Eres venezolano?
– Sí, soy venezolano.
– Ah, entonces eres venezolano.
– Sí, y muy orgulloso de mi nacionalidad.
– Entones seguro eres un descuartizador como tus compatriotas, un delincuente.
– ¿Perdón?
– Eres un delincuente, un descuartizador. Te voy a denunciar.
– Señora, si tiene algún problema con el servicio prestado, vaya por atención al cliente. El procedimiento igual lo hará un peruano”.
– Ella insiste: “Venezolano, delincuente, descuartizador”.
Luego de expresar otras palabras cargadas de rechazo a los inmigrantes venezolanos, la clienta insiste en sus ataques xenofóbicos: “Vete a tu país, delincuente, lo único que vinieron a hacer en mi país fue cometer delitos. Váyanse todos, porque sus mujeres vinieron a prostituirse”.
Escenas similares se repiten a diario en el mundo. En las redes sociales se da cuenta de casos en Estados Unidos en tiendas, plazas, restaurantes, donde se insulta a las personas “latinas” solo porque hablan español entre sí y de manera grosera les exigen hablar inglés. En Europa se ataca a refugiados sirios, por ejemplo, hasta el punto de incendiar los refugios donde viven. En las fronteras y aeropuertos se dan situaciones de maltrato y deportaciones alimentadas por el odio, la xenofobia y la intolerancia practicadas por autoridades que deberían proteger a quienes van de un país a otro. La listas de eventos es interminable y son miles de miles los testimonios de las víctimas.
Para cerrar, leamos uno de los artículos de la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, suscrita en la sede de la Unesco, en París, el 16 de noviembre de 1995, por muchos países donde hoy se desconoce este documento: “Para que reine la armonía internacional, es esencial que los individuos, las comunidades, y las naciones acepten y respeten el carácter multicultural de la familia humana. Sin tolerancia no puede haber paz, y sin paz no puede haber desarrollo ni democracia”.