@omarestacio
Acaban de publicar, el “Índice Hanke 2020, de los Países más miserables del mundo”. Los lectores, con seguridad, ya lo daban por sentado. Cada vez que editan un nuevo baremo planetario de lo indeseable, de lo negativo, de lo nefasto, se ha erigido en costumbre que Venezuela sea el que lo encabece.
Lo que ocurre con tal clase de documentos, es que pagamos justos por pecadores. Gravoso, en extremo, que quienes se han quedado varados en nuestro amado país, sufran las penurias por la inexistente gestión del narcogobierno. Que los que han logrado marcharse al extranjero, además de las adversidades propias de todo expatriado, se las vean negras, al aterrizar en aeropuertos internacionales o ir a depositar un cheque, sin que los mezclen con los bolichicos, con los narcosobrinos. O peor, con sus narcotíos y con la retahíla narcodesgobernante. La culpa, por tales confusiones, recae en buena medida, por la forma de presentar los dichosos “Índices”. Por ejemplo:
“Miserable”, es adjetivo, anfibológico, esquivo, huidizo. Según el DRAE: 1. Ruin o canalla; 2. Extremadamente tacaño; 3. Extremadamente pobre.
La mayoría de los compatriotas asumimos la tercera acepción, con dignidad. Pobres, de solemnidad, pero honrados. Otra cosa es que por el solo hecho de compartir gentilicio, nos metan en el mismo saco de quienes han sido, son y serán, los corruptos más redomados; asesinos, los peores traficantes de todo lo ilícito -ahora traficando con vacunas contra la COVID 19- en el mismo saco de los, torturadores, secuestradores, violadores de DD HH; destripadores del Erario Público y del medio ambiente, incluidas, la moral, higiene, la urbanidad, las buenas costumbres y el buen orden de las familias. Nadires entre los nadires. Figuran en todas las pantallas, radares, alertas rojas de Interpol y entre los más buscados por escuadrones capturas del Planeta y eso se ha convertido en karma de todo lo venezolano.
Nos señalan como el país más miserable, sin aclarar, que al lado de quienes asumimos la tercera acepción de tal adjetivo, existe una minoría, que se ha ganado el primero de sus significados -“ruines” y “canallas”. Dicho sea muy de paso, en materia de esquilmar Venezuela y ser corresponsables del saqueo compatriota, la exclusiva tampoco es de nuestros coterráneos: Zapatero, Lula, Evo, Samper Pisano, Fidel y Raúl Castro, Díaz Canell, Insulza, Pablo Iglesias, Fatou Bensouda, los Kirchner, Maradona, Putin, Daniel Ortega, Sean Penn, Piedad Córdoba y Alex Saab, su compinche; Naomi Campell, Lukashenko, Erdogan, Danny Glover -para hablar de los más públicos y notorios- no han nacido -al menos que sepamos- ni en Caracas, ni en Cúpira, municipio Pedro Gual, estado Miranda, ni Tucupita, estado Delta Amacuro.
El “HAMI”, por sus siglas en inglés, “Hanke’s Misserable Index” utiliza para sus clasificaciones, un sistema semi artesanal. Es snapchat o simple “pantallazo”. Suma a la tasa anual de inflación del país determinado, el porcentaje de desempleo y el costo de los préstamos bancarios. A ese subtotal, que considera el “colesterol malo” de las economías, le resta la tasa del crecimiento del Producto Interno Bruto, el colesterol bueno en este caso. Mientras, mayor sea el gran total de esa operación más miserable será determinada comunidad. En la acera opuesta, mientras menor resulte tal sumatoria, habrá menos miseria, más prosperidad, aparejada con felicidad en el país poseedor de tales dígitos. Que haya encabezado esa medición la Venezuela narcochavista, no es noticia. Lo que sí no deja de serlo, es la ventaja que les sacó a quienes la secundaron en puntaje de miseria: Venezuela, 3.827; Zimbabue, 547; Sudán, 193. No volveremos a acusar de “africanizar” un país. Nuestros vecinos del llamado Continente Negro, más bien alertarán de “venezolanizarse” o de “chavomadurizarse”, ellos mismos.
No todo es sumar, restar y agitar como en una coctelera, indicadores económicos. En sus próximas entregas el “Índice Hanke” haría mejor en agregar un asterisco o llamada a pie de página. Este último tendría por fuerza que, alertar por altamente peligrosos, los nombres, apellidos, fotografías y montos de lo saqueado por cada concausante de la hecatombe compatriota. Cuando la hora sea llegada, que llegará, uno solo que capturen donde lo capturen, sería ganancia.