Le escuché al editor y periodista peruano, residenciado en México, Diego Salazar en una conferencia (28/12/2023) del portal Prodavinci que he repasado varias veces y que igualmente he citado en otras ocasiones por esta columna que el Fakechequing (verificación de hechos) no tiene un impacto real en las audiencias. Con limitaciones sobre el tema, la impresión sobre este mecanismo, pareciéndome beneficioso, no entendí una especie de “obsesión” por desmontar la cantidad de bulos de la información, teniendo de epicentro las redes sociales. De épocas antañas, cuando los medios de comunicación tradicionales -pensaba- las medias verdades y mentiras, antes de ser referidas en los periódicos o en las emisoras, eran suficientemente captadas e ignoradas por los estamentos sociales, aun cuando algunas noticias falsas perduraran algo más que otras. Nunca pasaban desapercibidas e igualmente eran demolidas por la perspicacia popular.
De allí que lo que expresaba el escritor latinoamericano, estudioso de la materia, si mal no le copié, venía a confirmar de algún modo la sospecha personal. Ahora: ¡Sorpresa te da la vida! resulta que ese dato, del alcance de la verificación, que bien puede ser incontestable en otros paralelos del mundo, ha significado para la producción y divulgación de noticias en el proceso confiscatorio de medios venezolanos, la persecución a la prensa independiente y al control político y social que ha pretendido a totalidad el modelo chavista, una herramienta formidable para decir en letras rotundas (con las técnicas expeditas correspondientes) lo que es falso, determinar los montajes y poner la mira en la enorme circulación de supuestas noticias y la distorsión informativa. Lo que dimensiona la gran utilidad para la vida de Venezuela y de enorme soporte en estas horas de la decisión ciudadana empujando cambios y transformaciones en función del rescate del país con las elecciones presidenciales. De gran beneficio por cuanto en el entorno de la censura y la autocensura nacional, también ocurre que los equilibrios al momento de presentar la información, son usados en gran cantidad de casos como un estilizado proceder de destacar transcripciones impecables o enfoques exquisitos que al final no terminan diciendo nada. No se hacen relevantes indicios, hechos u horizontes necesarios para la aproximación a la verdad en circunstancias cotidianas, más en este instante cuando se necesita de la información que se plante ante los silencios, los torcimientos y pueda orientar con mayúsculas, desde el procesamiento de las noticias e influencia en la opinión pública.
Domo de hierro
Hablamos de la defensa de la opinión pública venezolana, bombardeada por las cuentas boots de la revolución; por la post verdad que tanto han empleado en el proceso de aniquilar la visión y el pensamiento plural. Que ahora reproducen desde voceros institucionales, sin ningún escrúpulo. Esos fake news con el objetivo supuesto de reducir el sentimiento de rechazo total a la estafa de la revolución bolivariana, con miras a las elecciones presidenciales del 28J.
No sé si es demasiado elemental mostrar como ejercicio de la verdad y la mentira en la comunicación pública el episodio de la pizarra alterada, en que un militar de alto grado expuso la semana pasada, acreditando leyendas forjadas, a un hipotético plan siniestro de la líder María Corina Machado. Ya existe más formación de lo que se piensa sobre esas prácticas en la población venezolana para la clase en cuestión. Ahora lo que si hay que enfatizar, las veces que sea necesario, es el cuestionamiento de cómo una sociedad puede salir de su involución, si tiene de bases de desarrollo no solo falsos conceptos, sino que estas premisas son premeditadamente manipuladas. Es la desestimación de la verdad y el trato a la gente como ocurrió con la construcción del III puente sobre el río Orinoco (obras públicas de millonarios montos perdidos, numerosas en Bolívar y en Venezuela), cuyas promesas del régimen repitieron constantemente fechas de culminación que nunca fueron tales. Que todavía, en la campaña electoral 2024, una década después de abandonar la obra, se siga usando el viejo truco del gallo pelón para que todo siga peor, a nadie engaña. La política comunicacional del modelo revolucionario cultiva los antivalores: no importa lo que dirán. Solo que la ruina material, cultural y humana del país, describe los harapos y los hijos de Chávez (como una generación fue bautizada) tanto dentro del país como penosamente en su recorrido por otras latitudes del mundo se hunde en el estiércol, la bajeza, la violencia, la mal formación de todo orden. ¿Cuál futuro ha de esperarse donde la verdad, la palabra y la superación no valen nada?
El Domo de hierro, el sofisticado y súper eficiente mecanismo de defensa anti área de Israel, es una buena denominación para la conciencia (burbuja protectora) a labrar como nación libertaria y democrática. Lo que ocurre en Venezuela en este tiempo de impresionantes movilizaciones apostando por el voto para el cambio, pese a los obstáculos y saboteos, no es de extrañar que ponga a temblar (como esas aguas que empiezan lentas y luego se hacen borbotones que se llevan todo a su paso) a quienes han sido responsables por 25 años de enterrar la justicia. Si esas demostraciones naturales de inconformidad y fuerza tranquila, son capaces de paralizar a factores burocratizados, dirigencias anquilosadas, a sectores expertos en la impostura. ¿Pueden pensar ustedes que las cúpulas y elites colaboracionistas no sientan que deben aferrarse a unas mentiras que solo ellos promulgan como verdades? Pero el manoseado y puesto de moda enfoque de la sociedad del fake, simplemente no existe en el mundo de la experiencia directa.