En Venezuela, pese haber condenado a la agricultura a una crisis jamás padecida, retrotrayéndonos a los niveles de producción de alimentos de la década de los años 80, quienes ilegítimamente se mantienen en el gobierno, desconociendo los nefastos resultados obtenidos, insisten en la tesis aplicada durante los últimos veinte años de impulsar la “injertación socialista del Estado” en el sector agropecuario.
Al realizar un análisis objetivo, sobre los resultados del Plan de la Patria 2013 – 2019 anunciado por el presidente Hugo Chávez en junio de 2012, el cual perseguía “el tránsito irreversible hacia el socialismo”, en el área agroalimentaria, es evidente, si consideramos lo que en teoría era su objetivo “lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación a nuestro pueblo”, que fue un rotundo fracaso.
La caída de la actividad agrícola per cápita al cierre del 2014 fue del 17% con respecto al 2009. Para el período 2014 – 2018, los resultados son más dramáticos, registrándose 10 años con caída continúa en la producción agrícola. Tomemos algunos rubros estratégicos en la alimentación para ilustrar la crítica situación del diezmado sector agropecuario venezolano.
En el ciclo maicero 2018 se estima se haya logrado el arrime de cerca de 1.0 millón de toneladas del grano, significando una caída del 66.0% al compararlo con las 2.9 millones de toneladas del 2008. En arroz se logró una cosecha récord de 263 mil hectáreas en 2008; desde ese momento hemos registrado un franco retroceso, estableciéndose alrededor de 100 mil hectáreas anuales, incluso para el 2018 esta cifra es aún menor. En la zafra azucarera 2005 – 2006 se logra una cosecha récord cercana a las 9.5 millones de toneladas de caña de azúcar; se estima que en la zafra actual se logren cosechar cerca de 2.5 millones de toneladas, registrándose una caída aproximada del 74.0 %.
Para el 2007 nuestro rebaño bovino era de 12.7 millones de reses. Producíamos 430 mil toneladas de carne al año, cubriendo prácticamente los requerimientos de nuestra población; actualmente está por debajo de 9.5 millones de cabezas, necesitando el país adquirir fuera de nuestras fronteras el 60% de la demanda interna. En avicultura, en el año 2012 presentamos una producción de 17.0 millones de cajas de huevo de 360 unidades. Ya para el 2017 fue menor a los 8.0 millones. Aun cuando esperamos las estimaciones del 2018, voceros del sector afirman que nuestra avicultura está al borde de un cierre definitivo, al mostrar una disminución sobre el 60% en sus registros históricos de producción.
Lo más preocupante, pese a este trágico escenario común en la totalidad de los rubros agrícolas, los jerarcas del “socialismo del siglo XXI” insisten en la retórica absurda de lograr “la predominancia de la propiedad social de la tierra, fábricas, empresas y agroindustria” como paso para alcanzar la “transformación socialista del campo y la agricultura en Venezuela”.
Al inicio de la era Hugo Chávez – Nicolás Maduro, finales de la década de los años 90, Venezuela cubría el 80% de su demanda de alimentos, con producción nacional, requiriendo importar el 20% restante. Al inicio del 2019, la necesidad de importaciones desnuda el daño causado a nuestro sector agropecuario. La producción nacional solo será capaz de soportar el 20% de la demanda interna de alimentos. Según el reporte del Observatorio Venezolano de la Salud, Venezuela ya está ubicada “entre los países del mundo con grave inseguridad alimentaria”.
Si consideramos como referencia para medir el éxito del Plan de la Patria 2013 – 2019, su verdadera e insoslayable intención de destruir el aparato agroproductivo venezolano, con el firme propósito de quienes nos mal gobiernan, de alcanzar el control social de la población a través de la entrega condicionada de una caja de alimentos, debemos reconocer que Hugo Chávez y Nicolás Maduro obtuvieron un rotundo éxito.
Hoy se perciben en Venezuela brisas de libertad, en su horizonte se visualiza la posibilidad de un cambio de paisaje. De ser así, el sector agropecuario nacional tendría, sin temor alguno de equivocarme, la capacidad bajo un nuevo modelo económico – agrícola el asumir el reto de iniciar en el inmediato plazo el camino para el establecimiento futuro de 1.2 millones hectáreas de maíz, 250 mil de arroz y 200 mil de caña de azúcar, que unido a la superficie necesaria de otros cereales, leguminosas, oleaginosas, hortalizas, raíces, tubérculos y frutales, lograríamos un aproximado de 3.4 millones de hectáreas, y el autoabastecimiento de estos rubros.
Caso contrario, de permanecer Venezuela bajo el control totalitario y arbitrario del “socialismo del siglo XXI” estaríamos presenciando en el 2019, el quiebre técnico definitivo del sector agropecuario nacional debido a la ausencia de agroinsumos, financiamiento, seguridad, y la justa e imprescindible rentabilidad del sistema. De sobrevivir a estas condiciones adversas, sería gracias al compromiso y amor patrio de los productores venezolanos que se niegan una y otra vez a rendirse, confiando siempre con testaruda firmeza, que la cosecha siguiente, será la mejor.
Ingeniero agrónomo M. Sc.
Exdecano de la Facultad de Agronomía de LUZ