miércoles, 4 diciembre 2024
Search
Close this search box.

Elecciones en Venezuela

Señal en vivo

Search
Close this search box.

Sobre festines con pobreza

Lo mejor que sucederá en la región es que la indiferencia ciudadana sea tan evidente para esas fórmulas electorales circenses que los borre del mapa político en el propósito de enfrentar el modelo chavista. | Foto William Urdaneta

@OttoJansen

Hemos hablado sobre la inutilidad del teatro electoral para las transformaciones en la sociedad venezolana, el rescate del orden constitucional y el relanzamiento de una sociedad curada de cicatrices por las vilezas de la revolución. En ese sentido tenemos tranquila nuestra conciencia sobre el desbarajuste que se inicia desde el anuncio de participación en estas elecciones por fuerzas políticas que han venido contando con el respaldo cauteloso, pero respaldo en definitiva, de la población que anhela esos cambios.

Esto es un fracaso por claudicación de los partidos políticos, lo que no es un hecho simple; empuja el ensanchamiento del camino de la dominación totalitarista y pulveriza en lo inmediato los sueños de libertad. Ahora para los guayaneses, el papel de las organizaciones opositoras en esta crónica cantada no representa sorpresas mayores: aquí, en el estado Bolívar, las vocerías y protagonistas son gastadas expresiones de otros años o son demenciales creadores de épicas fantásticas que no tienen conexión con el sufrimiento grueso de los habitantes. Lo mejor que sucederá en la región es que la indiferencia ciudadana sea tan evidente para esas fórmulas electorales circenses que los borre del mapa político en el propósito de enfrentar el modelo chavista, que seguirá sosteniéndose no con el respaldo popular como también se verá, si no de sus tramoyas que le permitan el objetivo de tener el país bajo control absoluto.

El cuadro electoral en Bolívar merece destacarse, una vez más, como la fórmula “perfecta” que nunca podrá representar los intereses de la gente con la aniquilación de las instituciones (Gobernación, alcaldías), pero fundamentalmente por la falta de entereza o coraje para enfrentar los abusos del modelo chavista. Por una parte, estos dirigentes opositores vuelven a ceder (sin ocultar su alegría de participar sin condiciones mínimas) a las maniobras de los colaboracionistas (mesita, alacranes y demás especies) que han hecho de todo por hacerse perdonar por Maduro y encontrar alianzas que le permitan el disfrute económico de sus cálculos y negociados directos. Movimientos en lo que también hay que dejar constancia, se encuentran conocidos empresarios y reconocidos testaferros de quienes han arruinado y quebrado las empresas  básicas y la potencialidad de desarrollo en la región. Por otra parte, los rostros repetidos, que no involucran si no a sus mínimos entornos cuentan tan solo con el desprecio por parte de una población que ha cambiado mucho durante los últimos 22 años. Señorones de las sombras y de los saltos políticos más espectaculares, acompañados de pequeñas comitivas de jóvenes contagiados por la corrupción y el arribismo, que son la mejor imagen de la falta de credibilidad en compromisos y propuestas de acompañamientos con la gente.

Los abandonados perros afganos 

¿Es la política el ejercicio entendido de la hipocresía y el disimulo? El correr de los tiempos viene dejando claro ante la “aldea global” lo mucho que tal asociación se ha posesionado en la creencia de la modernidad. El descrédito de los gobiernos (con esperanza excepcional en el estilo de la señora Merkel; en gigantesca compensación), de los partidos políticos, de figuras de la opinión pública en todos los órdenes, van de la mano de la cada vez más ignorada palabra ante hechos del espacio ciudadano. Una cosa se dice en un instante y aun no habiendo pasado las horas, otra diametralmente distinta se expresa sobre el mismo tema, por lo que los niveles de confianza y respaldo se han agotado, imponiéndose como terrible alternativa los credos primitivos de los extremos ante la falta de convicciones.

En nuestro país, los ídolos que fueron nuestros referentes (culturales, educativos, académicos, militares, religiosos y por supuesto políticos) han venido derrumbándose en las décadas de una dictadura moderna que los ha puesto a desdecirse para finalmente justificar los senderos del colaboracionismo, en aras de una supuesta inmodificable realidad. La gente tiene más pulso de sus aspiraciones y ha acudido a cuanto evento se le ha convocado, aun sin resultados favorables. Queda por saber qué hará Guaidó con el Acuerdo de Salvación Nacional, ya distanciado de estos singulares partidos. Nos recuerda con hondo sentimiento la foto que el escritor español, Arturo Reverte publicó en su cuenta de Twitter (luego se dijo que era fake la situación por él señalada) sobre los perros enjaulados -de faenas y apoyo de la guerra- abandonados por las fuerzas militares de USA, en su salida de hace horas de Afganistán. Esa circunstancia, amén de que exactamente haya sido así, nos proyecta muy bien la grave coyuntura y condición de orfandad en la que nos encontramos los venezolanos con una dirigencia sin palabra en medio de una crisis de años y de un Estado que se asume como hacedor de la vida y la muerte. En el estado Bolívar, Acción Democrática busca recuperar su tarjeta en pacto con los alacranes. UNT, ensaya su negocio electoral, Primero Justicia es el partido de marketing fallido y Voluntad Popular se cuelga de un candidato anodino que cuando tuvo su oportunidad pactó con Rangel Gómez. El resto son los cuentacuentos de relatos épicos, igual que cuentan los intereses que ocultan. Ninguno busca el voto para sacar a los guayaneses del desastre de la gasolina, la hiperinflación, o la distorsión económica del Arco Minero que produce miseria. Le toca por lo tanto a la gente asumir su convicción libertaria para no seguir en este festín de pobres, mientras el chavismo atropella se come la ternera y el resto celebra las migajas.