Todos los gobiernos dictatoriales o no tienen una oposición que hace contrapeso a las acciones e inacciones de los que ejercen el poder temporalmente, como debe ser. Los actuales al mando, abusadores inveterados, también gozan de una oposición política y social que es bastante cómoda; no obstante a aquellos que más sufren los embates de las alturas y allegados que no logran por desamparo total hacer valer sus aspiraciones y pretensiones básicas rudimentarias.
Ya lo dijo Bolívar: “nada tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo”. A eso se podría agregar como complemento una frase aplicable a muchas circunstancias en diferentes latitudes: un pueblo dócil contribuye a su propia destrucción. La oposición autonombrada no parece estar logrando muchos avances, habida cuenta que hemos soportado durante cuatro períodos constitucionales y algo a la misma gente que se adueñó del manejo del país desde que salimos de una época nunca tan nefasta como la actual.
No valen mucho los argumentos electorales porque sabemos que son discutibles hasta el hartazgo sin llegar a ningún resultado definitivo. La historia siempre la cuentan a su modo y entender los vencedores. En nuestro caso es evidente cómo se desarrollaron los acontecimientos. Todos lo sabemos pero a ninguno se le cree aun cuando el cuento tenga una pequeñísima porción de romanticismo novelesco inicial. Lo cierto e indiscutible es que hemos retrocedido quién sabe cuántos… años??? En decenas de aspectos nos encontramos por debajo del rabo de la rana, lo que significa bastante.
Los únicos verdaderos opositores son el pueblo, los ciudadanos y la sociedad afectada todos los días por lo que está sufriendo la nación en todos los aspectos por no poder llevar una vida razonablemente normal, con los altibajos deparados por el tiempo y las actividades cotidianas de los seres humanos.
Ya pueden predicar los tarifados y enchufados beneficiados que el país se está arreglando, pero lo actual les revienta en la cara a los no incluidos al comienzo de esta frase. La gran e inocultable mayoría de la población no le queda sino aguantar de protesta en protesta pacífica porque están totalmente desamparados e indefensos esperanzados de que caiga el maná del firmamento.
Hay mucha gente aparentando una cosa y haciendo otra pero no pueden omitirse de hacerse propaganda y publicidad mientras internamente la pelea entre ellos es con el cuchillo en la mano sin importar la república deteriorándose a paso de vencedores.
Uno de las más evidentes actividades inútiles son las famosas negociaciones paralizadas en los últimos diez meses aproximadamente, suspendidas varias veces unilateralmente. No se ha comprendido de este lado que no tienen nada que negociar porque carecen de acervo interesante para la contraparte. La cúpula está casi a su gusto apoyada por los votantes reales o ficticios de cada elección, así que con cara de piedra ostentan el poder, y eso no es negociable; ni se van. El tiempo real nos ha llevado hasta las próximas elecciones libres, antes también lo fueron todas desde una perspectiva aceptada formalmente, para la que los opositores ni siquiera se ponen de acuerdo en la fecha que deben celebrar unas primarias que definan un candidato.
Cualquier venezolano con pretensiones de ser presidente, que presente un plan de gobierno adecuado y conveniente, tenga respaldo y arrastre probado puede ser elegible sin necesidad de someterse a primarias o secundarias. Basta con que se lance, se inscriba, haga campaña y espere que el escrutinio de los votos lo cante victorioso. Nadie se lo puede impedir poniendo condiciones o trabas ajenas a la voluntad de contarse ante el pueblo. Es todo.