@OttoJansen
Hace apenas unos días un conjunto de portales de reconocidos periódicos venezolanos publicaron una consulta hecha, a través de redes sociales en varias regiones del país, enfocada a la población de ¿Cómo decidió afrontar el año 2025? Circunstancias derivadas de la cotidianidad y de sus intereses inmediatos. Un trabajo de utilidad que probablemente muchos lectores lo habrán revisado y cuyos segmentos fueron: “Enfocarse en conseguir más ingresos. Enfocarme en mis metas personales. Seguir trabajando en pro de la democracia. Probar suerte fuera de Venezuela”. Correo del Caroní participó en la consulta y con los resultados que observamos nos atrevemos a adelantar nuestra valoración personal, comparada de manera general, con conversaciones y pequeños reportes que tenemos de Guayana entera y de Venezuela.
La consulta que establece los participantes por cada uno de los medios que la hizo no varía sustancialmente en los porcentajes de los resultados de las respuestas. Este pequeño muestreo, con los errores y limitaciones que seguramente contiene se convierte, a nuestro modo de ver, en un ejercicio significativo que retrata por mampuesto -o por interpretación contraria- otras direcciones de la intencionalidad nacional (y del estado Bolívar, precisamente). Que en un panorama de parálisis económica acentuada, de lógica paranoia social por la persecución política; de sumatoria de dificultades a la calidad de vida a las ya previamente existentes, a los desmanes de instituciones que no funcionan y a las evidentes volteretas que hace el régimen chavista con el fin de aniquilar la verdad y los derechos. Se convierte, repito, en un instrumento a tener en cuenta con relación a la sociedad venezolana en tal vez el más oscuro momento de su historia. Por supuesto que los ítems con mayor intención de la gente correspondió a los dos primeros: “los ingresos” y “las metas personales”. En un espacio donde podemos medir cuantitativamente, en lo que se puede, la respuesta más nacional que local, con la excepción de los estados Zulia y Táchira, según apreciamos. Sin embargo insistimos, los porcentajes en los números más pequeños de consultados no hay diferencias grandes que puedan dejar de reforzar la tendencia general, tal es el caso de los encuestados en Guayana, abordados por La Casa de las Ideas.
En Bolívar los porcentajes son altos en el comportamiento inmediato e individual de la consulta; muy altos, diría yo, pero esto tendría que certificarse por los especialistas. Ahora, lo que si queremos darle relevancia, tal como lo hemos sostenido en esta columna desde hace bastante tiempo es que si existe una región en la que el movimiento cívico es subterráneo, es en esta región guayanesa. Si existe un estado que acompaña las transformaciones políticas y sociales, generalmente sin visos de notoriedad, hasta que finalmente y cuando llega el momento de definiciones emerge, es Bolívar. En este estado, donde los cuerpos militares y policiales se han venido llevando, luego del 28J, a cuentagotas a luchadores anónimos como estudiantes universitarios o vecinas que fungieron de testigos y coordinadores de mesas electorales. Con una enorme diferencia en comparación a otras regiones donde han funcionado dirigentes e individualidades del quehacer político u organizaciones civiles consolidadas de defensa de los derechos humanos que han podido levantar la voz por sus desaparecidos y detenidos. En la Guayana desmantelada por el modelo revolucionario, no ha habido (con contadísimas excepciones) quien levante la voz ante los abusos. La población prefiere callar y lo hace respondiendo con lo obvio, como en apariencia lo registra el muestreo de nuestros comentarios.
La resistencia sigue
En la pregunta de la consulta sobre: “Seguir trabajando en pro de la democracia”, el porcentaje se encuentra entre el 3% y 34% (por debajo de los porcentajes de las primeras preguntas) y por sobre: “Probar suerte fuera de Venezuela”, que no alcanza picos significativos, con toda la presunción del imaginario nacional que refiere que vendrán, sin la solución política anhelada, nuevas olas migratorias; claro, tampoco la gente lo confiesa.
Lo que puede confirmar la posición que sostenemos del silencio y el anonimato como arma de luchas en Guayana estriba en que el porcentaje menor de la consulta corresponde al estado Bolívar. Pero también puede preguntarse si: ¿Esto es de ese modo o por el contrario es la prueba de rendición de los guayaneses ante el cerco totalitario? La humillación para la gente ha sido grande y es un encono cuya única sanidad reside en el logro de hacer valer la soberanía popular, ahora usurpada. Desde la esencia de las comunidades el murmullo ocasional no pierde de vista el rechazo absoluto al vil recurso del “sapeo” que se utiliza ahora mediante el WhatsApp, con el uso de páginas web del régimen para tal fin. Con el acecho inclemente de los cuerpos de seguridad que se han desaparecido a ciudadanos prácticamente sin ninguna vinculación con partidos políticos. No hablamos de dirigentes, caso Chancellor, Américo De Grazia, Edgar Sarabia, Álvaro Mora, Cipriano Díaz o Jeremy Santa María, a los que tampoco se les ha respetado sus derechos. O el caso de más vileza, de hace unos pocos días, de la señora Gruber Rivas, de 80 años, detenida junto a su cuidadora, otra señora de la tercera edad, solo por ser suegra del doctor Douglas Rodríguez, dirigente de Vente. Esto no se borra, aunque no se pregone y se escude en el silencio.
La población contempla de reojo el control social, a esos círculos “políticos opositores” en Guayana que hacen sus cálculos mientras se burlan de la orfandad del país; o de aquellos que intentan justificar al régimen en sus peores acciones, por sobre cualquier acto de justicia. Esto no se puede registrar a plenitud, por ahora, en las consultas de opinión pública. La lucha sigue; la resistencia democrática está allí en medio de la oscurana.