En circunstancias que las emociones se concentran frente a los eventos de peligro, las soluciones empiezan por las explicaciones más sencillas de ver cómo no sucumbimos ante el pánico. Miro los reportes del hundimiento que se acrecienta en Venezuela y específicamente en el estado Bolívar, en la que la primera reacción es la estampida de la gente vía la frontera brasileña.
La población huye de la mentira con la que el Estado revolucionario pretende enloquecer al país que no solo rechazó, en su hartazgo de años, la anormalidad del modelo político del chavismo sino que se afanó en construir la gesta victoriosa desde el proceso de las elecciones primarias opositoras hasta la fase de movilización netamente ciudadana de las elecciones presidenciales del 28J. Garantizando la recolección de las copias de las actas del CNE y mutilando, de raíz, todas las maniobras que el grupo gobernante ha hecho para imponer el fraude electoral descubierto. Y he aquí lo fundamental: están desnudos en su mentira, pero intentan seguir creando universos de narrativas ante los ojos de la gente y ante su propia irracionalidad. Pongamos orden, sin demasiada extensión porque este cuento lo sabe todo el mundo. El problema de Venezuela es también que a estas alturas no puede tener una explicación basada solo en el ejercicio de una conducta política atrofiada o en increíbles maromas de aplicación de leyes que no son tales pero sirven para la persecución, de parte del Estado socialista del siglo XXI, a todo aquel que haya visto cómo se produjo el triunfo popular frente a las camarillas que ahogan a la sociedad. Caso muy similar -por cierto- a la comunidad que menciona el novel portugués, José Saramago en su obra Ensayo sobre la ceguera en la que pone de manifiesto la ceguera blanca. La explicación es aproximarnos hasta donde ha de llegar la insanía de fabricar “verdades” desde lo absolutamente inexistente, es decir: cómo se manifiestan los mecanismos psicológicos del poder en sus miembros, desde el más alto nivel al más insignificante de esos funcionarios, por PERDER las elecciones y con estas el sano juicio.
¡Están delirando!
El orden: En la madrugada del 29 de julio el anuncio del CNE contradijo lo visto por la población y por todas las mediciones de opinión. Las actas desglosadas por centros de votación y mesas no se mostraron nunca. El Tribunal Supremo de Justicia certifica resultados sin mostrar las actas; los organismos no se rigen por sus atribuciones. Se persigue la información de medios y redes sociales e incluso aquellas de uso personal que procesan los resultados que la población contempló en videos, su propia experiencia y contrastó con la recolección llevada a cabo en el operativo de María Corina y Edmundo. Las detenciones arbitrarias se ensañan contra todos los sectores de la sociedad venezolana. Surgen las “conspiraciones” de otras naciones que no reconocen el fraude y vienen los encarcelamientos de ciudadanos de esos países. Empujan al exilio al presidente electo Edmundo González y enseñan una carta firmada bajo coacción.
¿Es posible imponer una mentira de tal magnitud a la sociedad que se decidió por el sentimiento de cambio? ¿Qué mecanismos de conducta operan en quienes la impulsan, agregando a cada paso una nueva y hasta patética simulación justificadora? Consulto a una especialista a fin de encontrar aproximaciones a estos absurdos. Me aclara que su área no es la psicología social aun cuando puede indicarme elementos y conceptos de utilidad. Destaca la psicóloga tres aspectos que transcribo, agregando mis notas marginales: a) La aplicación de tener a la población ocupada, por muchos años en solventar sus necesidades básicas, en correspondencia con la teoría de Maslow. “Mientras la base no esté resuelta no puedes saldar el siguiente peldaño; es como una escalera. No es que podían determinar las verdades de las mentiras; no se tiene tiempo para pensar si es verdad o no, necesitaban sobrevivir”. Apunte: Es la acción practicada por el régimen con éxito, por años.
b) Luz de gas, el fenómeno del gasligthing. Aplicado por los maltratadores, “aislando a la otra persona no tiene referente externo que lo valide y va creyendo la realidad que el maltratador les presenta”. La profesional abunda con la perspectiva analítica de Segismund Freud que explica con el ejemplo de Winnicott; Donald Woods, pediatra y psicoanalista inglés: “Cuando un bebé realmente se da cuenta que el que está en el reflejo, porque el bebé siempre ha visto a la mamá pero no se ha visto él. Si el bebé se viera solo en el reflejo sin la mamá, no sabría que es él; es otro bebé y ya está, pero como se ve con la mamá, al lado, ya ahí se hace un triángulo y ese es el tercero que valida la realidad. Eso es lo que hace el efecto de la luz de gas, que no hay otro que valide lo que tú estás sintiendo: que lo que es mentira es realmente mentira. Entonces ese asilamiento y esa falta de validación hacen que al final te lo creas” (la falsedad inducida). Apunte: los soviéticos por muchos años controlaron la sociedad con la verdad oficial de la manipulación; esta terminó implosionando. c) Tercer elemento, indefensión aprendida. “Después de luchar y luchar y sin cambios en los resultados empieza a creer que hagas lo que hagas el resultado siempre va a ser el mismo”. En el vaivén de las dos décadas del chavismo esto ha ocurrido, después de esfuerzos significativos, en varias oportunidades. Gracias a la licenciada por la exposición.
A manera de conclusiones: repiten los mismos patrones gastados que alguna vez fueron exitosos; ya no los son. Quienes están comprometidos con la mentira no pueden salirse de ella: están delirando; no saben qué es verdad y qué no. Una verdad única (de terror para los tartufos y de lección ciudadana para persistir ante los desafíos): Sé lo que hicieron el verano pasado.